Democracia de 29 años se pone a prueba – EL DEBER – 10.10.2011

Reto. Existe el desafío de garantizar la independencia de poderes y el respeto a los DDHH

La democracia boliviana cumple 29 años de haber sido restituida. A pesar del paso del tiempo, de los cambios de gobiernos y de las conquistas logradas en este periodo, a criterio de políticos, analistas y periodistas, el régimen democrático vive sujeto a constantes pruebas por prácticas políticas que han marcado la época: uso y abuso de la fuerza pública en conflictos sociales, presiones, violación de derechos humanos, falta de independencia de los poderes del Estado y poca transparencia en el manejo de recursos públicos.
A manera de balance sobre la democracia boliviana, seis personalidades nacionales, entre políticos y observadores, dan su criterio y reconocen luces y sombras del proceso democrático.

Ruy G. D’Alencar Delgado

Entre los avances, dicen, está la restitución de elecciones libres, la continuidad de la democracia sin interrupciones por casi tres décadas, el reconocimiento constitucional de los 36 pueblos indígenas de Bolivia y la dignificación del campesinado.

Sin embargo, coinciden todos, a los gobiernos de esta época les ha hecho falta mayor autocrítica y fortaleza institucional.
Nueve hombres han vestido la banda presidencial desde 1982 a la fecha, desde que el gobierno de facto del Gral. Guido Vildoso entregó el mando a Hernán Siles Suazo, hasta ahora, en la segunda gestión del presidente Evo Morales.
Los politólogos e historiadores han distinguido dos periodos, el de la ‘democracia pactada’ (1982-2006) y el de la ruptura (2006 a la fecha). Pero a pesar de la diferenciación, los cuestionamientos a los métodos usados para gobernar y a las prácticas de convivencia entre ciudadanos son los mismos.


Carlos Hugo Molina, abogado y exprefecto de Santa Cruz (2003), asegura que el régimen de derechos y libertades democráticas hoy más que nunca está a prueba, demostrando si es consistente o no, pues, según él, cada una de las características de la democracia consolidada desde el 82 están siendo fuertemente cuestionadas por el poder político.
Para Molina, está en entredicho la independencia de poderes públicos, sobre todo porque las autoridades judiciales han sido designadas por el poder político.
Concibe, además, que ha quedado en suspenso el proceso de descentralización con autonomías departamentales.


Por otra parte, los avances en reconocimiento de derechos indígenas consolidados en la nueva Constitución, sostiene, también quedan en suspenso a raíz de la marcha indígena que demanda respeto a la consulta previa.


Un tema pendiente, sin embargo, es conseguir mayor transparencia sobre los gastos públicos, de modo que la ciudadanía pueda incidir en decisiones económicas, por ejemplo, si se va a reforzar presupuestos militares o si se van a proyectar más inversiones dirigidas a seguridad alimentaria, opina Molina.
Para el expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993) la democracia boliviana es irreversible, pero ha vivido y vive amenazada por el absolutismo de algunos gobiernos y la anarquía de algunos sectores sociales.
Desde su retiro, Paz Zamora dice que el poder político no asume hasta ahora y que en democracia “las FFAA y la Policía están al servicio del Estado y no de gobiernos o de partidos”, en referencia a la violencia que se usó para reprimir a la población en octubre de 2003, en el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, o la rudeza policial de Yucumo en contra de la marcha indígena, en el gobierno de Evo Morales.
El exmandatario, que gobernó aliado al Gral. Hugo Banzer Suárez, asegura que el aspecto más sensible que afecta a la democracia de hoy es la falta de independencia del Poder Judicial frente al control político.
Betty Tejada, diputada por el MAS, admite que la independencia del Poder Judicial está en tela de juicio y que esto afecta al equilibrio de poderes que debe reflejar una democracia, aunque asegura que esto fue moneda común con otros gobiernos. Para Tejada, la democracia boliviana es como una joven de 29 años que ha sido retada con dureza en muchas oportunidades, pero que ha sabido superar cada desafío. Ahora la prueba es dar plena independencia al Órgano Judicial.
Sobre el uso de la fuerza pública en conflictos sociales, Tejada considera que es deber de cualquier Gobierno resolver sus problemas por la vía del diálogo y que se debe juzgar a los responsables de cualquier exceso.
No obstante, para citar un ejemplo, todavía están pendientes los procesos judiciales contra los responsables del operativo policial de desbloqueo de Caranavi (junio de 2010), caso que a la fecha no tiene ni siquiera imputados a pesar de que derivó en la muerte de dos personas.
Después de conflictos como el del ‘gasolinazo’ (2010) y la octava marcha indígena, si bien no hubo pérdidas humanas como en octubre de 2003 (65 muertos), la tensión escaló en todo el país, produciendo crisis en el Gobierno. Es por esta razón que los observadores apuntan al uso y abuso de la fuerza pública y la falta de respeto a los derechos humanos como debilidades de este periodo de democracia.
Juan Javier Zeballos, periodista curtido en el oficio en tiempos de dictadura y director ejecutivo de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), considera que solo dos gobiernos de los últimos 29 años se han animado a atentar contra la libertad de expresión: Víctor Paz Estenssoro cuando en 1986 intentó promulgar una ley de medios, y Evo Morales cuando promulgó las leyes del Régimen Electoral y Contra el Racismo. “Paz Estenssoro no pudo contra la resistencia a la mordaza que entonces hizo la prensa del país, pero con la mordaza de Morales nosotros no pudimos”.

Guillermo Dávalos, sociólogo y ex viceministro de Asuntos Generacionales (1993), dibuja un análisis profundo sobre los cimientos de la democracia boliviana. Para él, cada pueblo tiene la democracia que se merece y en ese sentido, las luces y sombras de este periodo son el reflejo de la idiosincrasia autoritaria del boliviano. “Nuestra convivencia cotidiana no es democrática, el ámbito de las familias y escuelas es autoritario y ‘adultocéntrico’”, plantea y propone que los desafíos pasan por cambios estructurales de la educación y cultura nacional, más allá de concentrarse en la personalidad de algún líder o presidente en particular.

Gobiernos de 1982 a 2011

Siles Suazo (1982-1985). Hernán Siles Suazo llegó al gobierno apoyado en la Unidad Democrática y Popular (UDP).

- Paz Estenssoro (1985-1989). Impulsó políticas económicas de carácter neoliberal, establecidas mediante el DS 21060. Con este decreto cambió la orientación económica estatista por la neoliberal

- Paz Zamora (1989-1993). Jaime Paz Zamora, que había sido el tercer candidato más votado, asumió la presidencia con el apoyo ADN.

- Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003). Reforzó las reformas neoliberales en su primer gobierno, fue cuestionado por la capitalización de YPFB. En su segundo gobierno dimitió por presiones sociales.

- Banzer Suárez (1997-2001). El ex dictador gobernó hasta que su estado de salud se lo permitió.

- Quiroga Ramírez (2001-2002). Completó la gestión de Banzer.

- Mesa Gisbert (2003-2005).     Sucedió a Sánchéz de Lozada, renunció antes de cumplir su ciclo.

- Rodríguez Veltzé (2005-2006). Completó el quinquenio de gestión que no pudieron concluir Sánchez de Lozada ni Mesa.

- Morales Ayma (2006-2011). Fue elegido dos veces presidente con amplia mayoría.

La política ciudadana se traslada a Internet
La democracia boliviana ha encontrado en esta última década nuevos espacios de participación. Así lo hacen notar el analista político Gonzalo Mendieta y el constitucionalista Carlos Hugo Molina, que observan la interacción política del ciudadano entre la protesta callejera y el ámbito de las redes sociales (Facebook o Twitter).
Para Mendieta, el ejercicio ideal de los derechos políticos en democracia se da a partir de acciones individuales e idependientes, en medio de una ‘sociedad corporativizada’ como la boliviana, donde mandan los grupos, los partidos políticos, los movimientos sociales, etc.
Por ello, el uso de las tecnologías de la comunicación y de la información como medio de expresión de reivindicaciones ciudadanas, a su entender, es un progreso para las libertades democráticas.
Molina pone como ejemplo el estallido de las redes sociales la noche del 25 de septiembre, cuando la Policía reprimió, maniató y secuestró a los indígenas que marchan hacia La Paz pidiendo que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos no parta en dos el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis).
La información llegó de inmediato en forma de notas de prensa, fotografías y videos. Y el repudio de miles de usuarios bolivianos de redes sociales no se hizo esperar.
‘Ciudadanía radical virtual’ es el concepto que usa Molina para englobar el ejercicio de interpelación a los poderes, ahora vía web 2.0.
La web permitió la organización de las protestas en las ciudades y esa ha sido una experiencia nueva para la democracia boliviana. Sin embargo, en el mundo ya se ha visto movilizaciones políticas de ciudadanos, como en la campaña electoral de Barack Obama o en la rebelión egipcia contra Mubarak.

Midiendo la democracia

Baja el índice de democracia en bolivia
Según el informe anual sobre Índice de Desarrollo Democrático (IDD) de la fundación Konrad Adenauer, para el 2011, la democracia boliviana registra una baja en el índice registrado en la última década, de 4,150 puntos en 2002 a 3,326 este año. La medición se hace en base a indicadores políticos, sociales y económicos, pero los datos arrojados no siempre coinciden con la percepción ciudadana.

Puesto doce entre  dieciocho democracias
El régimen democrático boliviano este año está en la segunda mitad de la tabla del ranking de 18 democracias de América Latina que hace la fundación Konrad Adenauer. Su puesto es el número doce, con un índice de 3,326. Abajo de Bolivia están Honduras, República Dominicana, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Guatemala. Chile con 10 puntos de IDD y Uruguay con 8,9 encabezan este ranking.

De regular a buena  la nota en derechos civiles
Bolivia figura en el puesto siete, entre las 18 democracias latinoamericanas que Konrad Adenauer evaluó este año sobre respeto a derechos políticos y libertades ciudadanas. La calificación pone al país un poco arriba de la mitad de la tabla del ranking del Índice de Desarrollo Democrático (IDD) con una puntuación de 5,1, sobre la base del marco jurídico de cada democracia y el cumplimiento de los gobiernos.

De regular a mal en la calidad de las instituciones
Sobre la calidad de las instituciones de la democracia boliviana, según el informe de 2011 de Konrad Adenauer, el país se ubica en el puesto 11 entre las 18 democracias de Latinoamérica con 3,8 puntos. Chile (8,6), Costa Rica (7,9) y Uruguay (7,7) van en la punta, mientras que Ecuador (1,5) y Venezuela (1,2) disputan los últimos lugares. Esta medición se apróxima a la percepción de analistas.

En media tabla del ranking de bienestar social
Bolivia ocupa el puesto nueve entre las 18 democracias evaluadas por el Índice de Desarrollo Democrático respecto a la capacidad del país para generar políticas que aseguren bienestar. La puntuación es de -0,2. Uruguay (2,0) y Argentina (1,9) están en la punta, mientras que Guatemala (-1,6) y República Dominicana (-1,8) están en el fondo. Se ha considerado en Bolivia el impacto de los bonos y subsidios.

En último lugar en eficiencia económica
De acuerdo al ranking de Índice de Desarrollo Democrático (IDD) de Konrad Adenauer, Bolivia tiene la peor calificación entre las 18 democracias latinoamericanas que miden  la capacidad para generar políticas que aseguren eficiencia económica, con -2,1 de puntaje. Cabe aclarar que la referencia se remite a condiciones y capacidades para generar eficiencia y no a la gestión económica en general.

http://www.eldeber.com.bo/2011/2011-10-10/vernotanacional.php?id=111009223029

1 comentario

  • By Jorge Gamarra, 11 Octubre 2011 @ 17:01 pm

    Una vez escribí que el neopopulismo degenera en totalitarismo; así sucedió en Cuba con el castrismo y está sucediendo en Venezuela con el chavismo. ¿Es el masismo una corriente neopopulista que degenerará en totalitarismo? La causa de esta corriente dominante habría que buscarla en las ideas que comparten individuos sin educación democrática, sin ideales altruístas y sin voluntad de superación personal.

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