3 de octubre: elecciones en el Brasil – Marcelo Ostria Trigo – 29.9.2010
El 3 de octubre habrá elecciones presidenciales en Brasil.
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El oficialista Partido de los Trabajadores (PT) va a gobernar al gigante sudamericano, por lo menos cuatro años más, es decir, 12 años continuos. Luego de la inicial ventaja que tenía el candidato opositor José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), las encuestas muestran que habrá una clara victoria de la candidata oficial brasileña, Dilma Rousseff, para suceder a su mentor, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Por supuesto que los resultados electorales en el país vecino serán muy significativos en la región. No ha sido olvidada la antigua predicción de Henry Kissinger: “Hacia donde se incline Brasil, se inclinará el resto de América Latina”.
Hay algo que está claro: aunque la izquierdista candidata brasileña imponga su sello personal en el nuevo gobierno, no es probable que se aleje sustancialmente de la política de su popular guía político. Tampoco, por sus declaraciones, se advierte que habrá cambios en la política exterior de Brasilia, pese a las duras críticas a las imprudentes andanzas del presidente Lula, como el constante respaldo a Hugo Chávez y a sus aliados; el ‘asilo’ fuera de toda norma internacional concedido a Manuel Zelaya en la embajada brasileña en Tegucigalpa; el ofrecimiento de mediar en el conflicto palestino-israelí, que no fue aceptado por las partes, y la frustrada gestión conjunta con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, sobre el programa nuclear de Irán, que puede desarrollar armas atómicas y que, conocida la amenaza del presidente iraní, Mahmoud Ahmadineyad, de eliminar a Israel de la faz de la Tierra, se trata de algo muy peligroso para la paz. Por eso, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó mayores sanciones al régimen de los ayatolás. Hay que añadir algo penoso: la indiferencia del Presidente por la muerte del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo. Es más, llamó delincuentes a los presos del castrismo.
En verdad, el modelo brasileño de desarrollo que se inició en la gestión del presidente Fernando Henrique Cardoso fue exitoso, y los frutos, que resultan de la continuidad que impuso el presidente Lula da Silva, están a la vista: crecimiento sostenido y reducción de la pobreza, todo en un marco de legalidad democrática.
Parece que no influirán en la nueva gestión los antecedentes de la candidata Dilma Rousseff. Ella, que había formado parte de Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares, ya “en 2005 declaró que no puede ocultar lo que fue… pero que en la actualidad las cosas son diferentes y también piensa de otra forma” (El Comercio, Quito, 19/09/2010). En efecto, la candidata muestra su pragmatismo al reiterar que no sigue las mismas vías que favorecía cuando fue guerrillera. Al ser proclamada, afirmó: “Dar continuidad al actual Gobierno significa avanzar”. Y todo indica que así será: una vez elegida continuará con el modelo de Lula.
Por supuesto que Dilma Rousseff tendrá dificultades con los “duros” del PT. Hay quienes aguardan para radicalizarse: “Primeramente tenemos que dar la impresión de que somos demócratas. En el inicio tenemos que aceptar ciertas cosas. Pero esto no durará mucho tiempo”, fue la amenaza de Marco Antonio García, asesor del presidente Lula da Silva (Brasil asima de tudo, 05/05/2010).
Con todo, la democracia en Brasil goza de buena salud.
Enviado por el autor Columna Mi opinion [columna_mi_opinion@hotmail.com]___________