El capitalismo de amigos NO es capitalismo – eldiarioexterior – 12.5.2010

Dominick Armentano

Está en boga acometer contra el “capitalismo”.

Con comentarios de Carlos Herrera y Willi Noack

Lectura recomendada.

Fue el codicioso mercado libre, supuestamente, el que generó tanto la burbuja inmobiliaria como la crisis de la vivienda y condujo, de modo inevitable, a la “gran recesión”. El capitalismo, según la mayor parte de los expertos de izquierdas (e incluso un malhumorado Alan Greenspan), es un sistema inherentemente riesgoso e inestable que precisa la regulación del gobierno a efectos de corregir sus defectos y moderar sus excesos.

Permítanme disentir de manera tajante con la posición convencional y replicar que aquello que los parlanchines están denominando “capitalismo” es en realidad “capitalismo de amigos” y que es el capitalismo de amigos el responsable de la mayoría de nuestras actuales dificultades económicas.

Una genuina economía capitalista supone que cada individuo adulto y empresa es libre de comprar y vender todo lo que posean y luego conservar las recompensas (o sufrir las pérdidas) del emprendimiento. La única función legítima del gobierno (el sistema político) es proteger los derechos de propiedad, es decir, hacer cumplir los contratos y prohibir el robo y el fraude.

Por lo tanto, bajo el capitalismo, no habría control de precios alguno sobre la leche ni disposiciones que obliguen a adquirir un seguro de salud; PERO quienes contaminen derramando petróleo crudo o los bandidos corporativos como Bernie Madoff que cometan fraudes flagrantes serán procesados con todo el rigor de la ley.

El capitalismo de amigos, por el contrario, supone un papel por lejos mucho mayor para el gobierno en la economía. En este sistema, el gobierno utiliza diferentes reglamentaciones, impuestos y subsidios para alentar o desalentar una actividad económica específica a la que el sistema político estima deseable. Por ejemplo, en el capitalismo de amigos, los precios agrícolas y la producción podrían estar regulados; empresas seleccionadas podría recibir dinero del TARP (sigla en inglés para el Programa de Alivio para Activos en Problemas), para proyectos de investigación comercial; los estados podrían regular la responsabilidad y a las compañías de seguro de salud; y Freddy Mac y Fannie Mae podrían ambas existir para subsidiar el mercado inmobiliario.

Y fundamentalmente, en el capitalismo de amigos las empresas privadas que sean consideradas “demasiado grandes para quebrar” podrán ser rescatadas financieramente por el gobierno; y un banco central (la Reserva Federal) existirá para “imprimir dinero” (sin guardar relación con reserva de oro alguna) y regular la oferta de crédito en la economía.

Es difícil argumentar que el malestar económico actual fue de alguna forma producido por algo que se parezca al capitalismo puro. Pero resulta bastante sencillo concluir que fue el intervencionismo, es decir, los mercados privados apuntalados por el fraude y el dinero ficticio, de hecho, el culpable.

Primero, la Reserva Federal mantuvo las tasas de interés demasiado bajas durante demasiado tiempo (2001-2006) e inyectó dinero y crédito en exceso en la economía. Segundo, numerosas agencias cuasi-gubernamentales (Freddie y Fanny) alentaron el excesivo otorgamiento de préstamos hipotecarios y la propiedad de viviendas fuera de toda relación con las sanas prácticas financieras.

Tercero, gran parte de la industria bancaria sub-capitalizada y sobre-apalancada colapsó cuando el crédito (federal) se secó y los precios de las viviendas se tornaron cuesta abajo. Y cuarto, el contribuyente del gobierno federal y los prestamistas internacionales (principalmente China) financiaron el plan de “estímulo” gubernamental de un billón de dólares (trillón en inglés) y el rescate financiero de organizaciones empresariales ineficientes (Chrysler, GM, AIG, etc.) a las que se debería haber permitido quebrar.

¿Es este el capitalismo de libre mercado? Poco probable.

No obstante, la clase política, absolviéndose siempre de toda culpa, desearía hacernos creer que la codicia capitalista provocó la recesión y que los reguladores políticos necesitan más poder. No es así. Lo que realmente necesitamos son limitaciones sobre el crecimiento monetario, mercados más competitivos, presupuestos equilibrados y menos regulaciones que restrinjan la producción. Pero por encima de todo, antes de gastar y regular más, precisamos de unos medios de comunicación informados y un público ilustrado que sea capaz de distinguir al verdadero capitalismo del capitalismo de amigos.

Dominick T. Armentano es Profesor Emérito en Economía en la University of Hartford (Connecticut) e Investigador Asociado en The Independent Institute en Oakland, California.

http://www.eldiarioexterior.com/articulo.asp?idarticulo=38080&accion=

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COMENTARIO de Carlos Herrera:

Es cada vez mas evidente que el mayor mal de nuestro tiempo es la ignorancia de nuestras élites sobre cuál el camino para combatir certeramente la pobreza, que es la madre de todas nuestras desventuras sociales. Una ignorancia promovida también casi deliberadamente por el sempiterno enemigo de la sociedad libre (los gobiernos de instinto autoritario y anticapitalista) ) con su reiterada interferencia en el buen funcionamiento de la economía y los mercados, bajo el argumento de que aquellos son imperfectos y necesitan de la mano sabia y sensible de los gobiernos para resolver sus desequilibrios, que, dicen, son los responsables de una injusta distribución de la riqueza, y por lo tanto de la pobreza mundial. Si el mal del pasado fue el totalitarismo, el actual es el del Estado que concede privilegios mediante leyes políticas a las corporaciones de mayor fuerza. ¿Qué se dice con esto? Que el Estado o los gobiernos nunca fueron ni serán protagonistas imparciales en la lucha política democrática, sino que son más bien parte interesada y con intereses propios, que juegan a representar a las mayorías pero que en el fondo buscan primordialmente su propio beneficio y subsistencia.
¿Hay que liquidar por eso el Estado o los gobiernos? No, hay que hacer lo que hacen las auténticas democracias representativas, tejer una red de instituciones de control (esto es, diseminar las competencias de gobierno en la propia sociedad lo más que se pueda para repartir el poder de una forma verdaderamente democrática) al mismo tiempo que asentar bien esta red institucional en la cultura de las clases medias, como la única forma de limarle las uñas al monstruo fagocitador de las rentas publicas (los gobiernos) además de recordarle también insistentemente a la gente lo que el autor del artículo que les mando dice: que el verdadero capitalismo (verdadero responsable del progreso humano actual) no admite el juego de los privilegios forzados, sino que se basa en la competencia libre y sin interferencias interesadas, y que el riesgo que unos toman en la producción, sólo debe ser arbitrado por los propios mercados, esto es, los consumidores, que serán los que dirán quiénes ganan y quiénes pierden, nunca un grupo de burócratas subjetivos e interesados. Un saludo Carlos.

carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

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Capitalismo contra Capitalismo

Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 26.6.2002

Este artículo se inspiró en una charla con las mujeres universitarias profesionales. Y el título me presté del libro de Michel Albert, año 1991. Se trata de explicar dos formas de capitalismo: “el egoísta“ y el “socialista“, unidos por el principio del libre mercado pero diferentes filosóficamente.

En Latinoamérica, y en Bolivia, prevalece el modelo de “capitalismo egoísta”, tipo yanqui, con preeminencia del egoísmo individual, grupal y nacional, conocido como “capitalismo salvaje”. Un ejemplo: el doble discurso sobre el proteccionismo y “libre” mercado. Este favorece a los ya competitivos contra los “competidores” inferiores.

El “capitalismo egoísta” dominó las últimas décadas y fue rebautizado “globalización”, mundializando información y conocimientos, los productos y servicios, culturas y subculturas. El neoliberalismo es su sinónimo, por eso la “antiglobalización” no va, pues incluiría la no-mundialización de la información y el conocimiento.

El “capitalismo socialista” también se vale del libre mercado y se ha implementado en la UE como “economía social de mercado”. Gerhard Schröder, jefe del gobierno federal alemán caracterizó así este capitalismo: “Europa se distingue por su poderío económico y capacidad de rendimiento, su espíritu innovador y dedicación al trabajo. Europa, nunca definida en términos geográficos, sino políticos, es sinónimo de una cultura y un modo de vida específicos, basado en las ideas de la Ilustración europea y que apuesta por la participación social como motor del desarrollo.

“Esta ética social se diferencia mucho del modelo americano o asiático del sureste. Europa es sinónimo de equilibrio económico, social, cultural y ecológico. La idea de la participación en el bienestar y decisiones que la sociedad debe tomar, es genuinamente europea. La combinación de calidad de vida, participación democrática, seguridad social y de oportunidades de educación como condición para el desarrollo personal se puede encontrar, en esta forma, únicamente en Europa”. Fuente: BPA. Artículo: Ensayo del canciller Schröder. pág. 7.

Schröder dice que el capitalismo socialista exige duros cambios en el neoliberalismo. Critica la relación comercial desigual, la falta de control de mercados financieros y la injusta distribución de las oportunidades que abren la brecha ricos/pobres. Dice No a las políticas que dejan al libre juego del mercado el destino de los pueblos.

Bolivia precisa un “capitalismo socialista” y no “egoísta”, Pero hay que estudiar e implementar el concepto (exitoso) del “capitalismo socialista”, modificado y acorde con la idiosincrasia nacional.

Hay que crear las condiciones básicas para que el “capitalismo socialista” funcione: reducir la corrupción y la evasión impositiva, incrementar la competitividad, reformar la educación, sobre todo la universidad pública, para contar con capital humano competitivo, condicionar la ayuda del Estado al cumplimiento de actitudes y comportamientos del ciudadano beneficiado, garantizar la seguridad jurídica, transparencia obligatoria y otras medidas ineludibles.

El pueblo debe reconocer que el “capitalismo socialista” merece apoyo porque responde a las demandas manifestadas en el Diálogo Nacional 2000 y similares. Incentivar la participación en los conocimientos disponibles en la Internet, pues Bolivia debe evitar que se abra más la nueva brecha informática. Este artículo ampliado y él de Gerhard Schröder en www.eforobolivia.org, sección “nuevo en el sitio”.

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