Poder… ¡en serio! – Cayetano Llobet T. – 9.2.2010

“Primero, ha logrado un espectacular derrumbe institucional: ha desparecido por completo el referente de constitucionalidad (antes de la aprobación de la nueva Constitución), se puede declarar inexistente a la Corte Suprema de Justicia, está liquidada la independencia del Banco Central, la Contraloría General está ocupada por un ex-parlamentario de su partido, tiene el dominio absoluto del poder legislativo y nadie, absolutamente nadie, discute el mando único del Presidente, “guía espiritual” y “Jefazo”.”

“Pero hay un factor más importante: la ausencia absoluta de oposición.”

“Pero hay más elementos: si alguien asiste a un escenario en el que el teórico, el filósofo del régimen, proclama como meta del nuevo Estado la instauración del “socialismo comunitario”, lo menos que podía esperarse era una reacción empresarial, una protesta de aquellos que tienen en el culto del capital su base de existencia y su razón de ser, un grito de preocupación o descontento, si no directamente un “sálvese quien pueda”. Créase o no, lo que el gobierno ha encontrado ha sido un empresariado más que complaciente,…..”

Publicado en: El Día, Los Tiempos, Correo del Sur e Internet

Lectura recomendada.

Desde 1952 –en circunstancias y con antecedentes diferentes-, no recuerdo un gobierno con la fuerza del que hoy encabeza Evo Morales. Para comenzar, porque nadie le puede discutir una base plebiscitaria que puede poner a prueba las veces que quiera y que, seguramente, va a ratificar en las próximas elecciones departamentales y municipales. Es difícil no ceder a la tentación de analizar semejante fenómeno.

Primero, ha logrado un espectacular derrumbe institucional: ha desparecido por completo el referente de constitucionalidad (antes de la aprobación de la nueva Constitución), se puede declarar inexistente a la Corte Suprema de Justicia, está liquidada la independencia del Banco Central, la Contraloría General está ocupada por un ex-parlamentario de su partido, tiene el dominio absoluto del poder legislativo y nadie, absolutamente nadie, discute el mando único del Presidente, “guía espiritual” y “Jefazo”.

Es obvio que una autoridad de ese calibre no podría darse en el marco de referentes institucionales. La presencia del caudillo con mando efectivo, obediencia inmediata y última instancia judicial y legislativa es, por definición, la negación de instituciones. Desde luego, ningún oficialista negaría este cuadro, salvo en alguna declaración de prensa for export.

Pero hay un factor más importante: la ausencia absoluta de oposición. No es que todos estén de acuerdo con Evo, pero el desacuerdo político, la posibilidad de lucha del contrario, no ha encontrado ningún canal, mecanismo o medio de organización y expresión que contenga un mínimo de eficacia. Cierto, eso no es culpa de Evo Morales. En un lapso aproximado de dos años, hemos visto desfilar una suerte de impostura parlamentaria con fachada de oposición pero con complacencia a los requerimientos gubernamentales, encabezada por el hoy políticamente desaparecido Jorge Tuto Quiroga. Y la oposición regional -la única que logró estructurar un peligro para el gobierno- capituló estruendosamente cuando Rubén Costas, sin explicación y sin consulta, aceptó el referendo revocatorio en Santa Cruz. Que hoy se mantenga como opción para la gobernación cruceña, sólo es un indicador de que no se aprendió con la experiencia. En China, en Cuba, desde luego en Venezuela, hay manifestaciones de disidencia fuertes. Aquí, desaparecieron.

Pero hay más elementos: si alguien asiste a un escenario en el que el teórico, el filósofo del régimen, proclama como meta del nuevo Estado la instauración del “socialismo comunitario”, lo menos que podía esperarse era una reacción empresarial, una protesta de aquellos que tienen en el culto del capital su base de existencia y su razón de ser, un grito de preocupación o descontento, si no directamente un “sálvese quien pueda”. Créase o no, lo que el gobierno ha encontrado ha sido un empresariado más que complaciente, casi en concurso por ver quién queda mejor con él, ahorrándole la tarea de imponer sanciones o regulaciones excesivas, porque se limitan solos… especialmente algunos dueños de medios de comunicación. El miedo es un actor, el cálculo también, pero sobre todo, business are business.

No sé cuánto puede permanecer un panorama así. Sé que la eternidad no es parte de la historia y, muy probablemente, en otros tiempos esto se verá como un simple episodio que pasó. Pero, hoy, como ferviente seguidor de valores republicanos y democráticos, tengo que confesar que no me gusta. Opinión que, por lo demás, al gobierno le debe importar un rábano… ¡y tiene razón!

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