El basurero de la historia – Susana Seleme Antelo – 4.8.2011

Algunos  de ellos, como el ‘Vice’, se dan el lujo de usar frases de  Carlos Marx  sin citarlo, para asombrar a los que no saben que fue Marx quien dijo que “al lumpen hay que arrojarlo al basurero de la historia”. Escribió la frase en su estudio sobre ‘La lucha de clases en Francia’: 1848-1850. Se refería al lumpen como grupo de personas económica y socialmente marginado, sin empleo, pobre e inculto, que adquiere protagonismo político en tiempos de agitación social o al calor de las urgencias del poder. Son las masas hambrientas y  necesitadas, manipuladas en un proceso perverso que las envilece y convierte en rehenes del poder político,  como ocurre hoy en Bolivia: la prebenda a cambio del voto.

Hace días, durante mi necesario descanso, oí y leí que el ‘Vice’  mandaba a la derecha al basurero de la historia.  En esta Bolivia actual de triste suerte, pensé y pienso que no es la derecha, sino los hombres del MAS en el ejercicio de gobernantes, quienes irán a dar a ese basurero.

Se dicen de izquierda, sí , pero son de aquella izquierda anclada en un pasado violento y resentido, sectaria e intolerante frente a los diferentes. Son de  una izquierda que hace del conflicto con los opuestos el arma ideológica para matar la pluralidad política, la concertación y los acuerdos en democracia, amén de atacar el pensamiento crítico y la libertad de expresión e información. Dicen defender la igualdad, la inclusión y otros derechos postergados de las mayorías, pero terminan eliminándolos a todos para imponer su pensamiento único y sus desvaríos económico-estatistas

Algunos  de ellos, como el ‘Vice’, se dan el lujo de usar frases de  Carlos Marx  sin citarlo, para asombrar a los que no saben que fue Marx quien dijo que “al lumpen hay que arrojarlo al basurero de la historia”. Escribió la frase en su estudio sobre ‘La lucha de clases en Francia’: 1848-1850. Se refería al lumpen como grupo de personas económica y socialmente marginado, sin empleo, pobre e inculto, que adquiere protagonismo político en tiempos de agitación social o al calor de las urgencias del poder. Son las masas hambrientas y  necesitadas, manipuladas en un proceso perverso que las envilece y convierte en rehenes del poder político,  como ocurre hoy en Bolivia: la prebenda a cambio del voto.

En el basurero de la historia estarán los del MAS por impostores ideológicos, demagogos y populacheros, más que populistas. Allá irán a dar, entre otras razones,  porque el presidente, autoidentificado ‘indio’ -para seducir a propios y extraños-  y autodeclarado defensor a ultranza del medio ambiente, rechazó la demanda de los verdaderos indígenas ‘originarios’ del parque Isiboro-Secure, y les negó el derecho a la ‘consulta previa’ aprobada en la Constitución. Los indígenas rechazan la construcción de una carretera que dividirá en dos su territorio, el TIPNIS, arrasará el bosque, su hábitat y su medio de vida. ¡Que impostura!

Otro ejemplo: los indígenas-originarios-campesinos solo han recibido la promesa de “vivir bien”, en tanto no han salido ni de la pobreza, ni de la triste sobrevivencia rural y urbana. Siguen viviendo en su miseria de siglos, con el agravante de que a los del indígenas del Oriente les niegan derechos concedidos a aymaras y quechuas de occidente.

Al basurero de la historia irá quien permite que los cocaleros –mimados clientes del poder- incrementen sin control el cultivo de hoja de coca, convirtiendo a la ‘Pachamama’ en tierra infértil de por vida. Así trata a  ‘la madre tierra’ que dice defender y con la que se hace autocampaña internacional. La hoja de coca, materia prima de la ‘mercancía cocaína’, da lugar a la ilegal economía política de la cocaína, actividad de las más rentables y millonarias de la acumulación capitalista globalizada. En esa cadena de producción,  el campesino que cultiva la hoja de coca es el eslabón más explotado, como lo era el presidente en su época de cocalero enfrentado al poder político. ¿Acaso el presidente no se declara anticapitalista radical? Otra impostura.

Quienes irán a dar al ‘basurero de la historia’ no son quienes se oponen a la dominación absoluta del MAS y a la judialización de la política para acosar-aplastar a la oposición con infundios terroristas-separatistas y otras sospechosas elucubraciones. Tampoco irán  al basurero de la historia la sociedad política y sociedad civil que rechazan la estafa de la pseudoelección de magistrados -ya fueron elegidos por los hombres del MAS en la Asamblea- en abierta violación a las bases de las democracias sujetas al Estado de Derecho, que exige la independecia de poderes. En ellas, la admnistración de justicia actua al margen de la política, no está al servicio del poder y es un freno a veleidades autoritarias y prorroguistas, como las de los mandamases del MAS.

Para expertos y analistas políticos, allí donde Parlamento -aquí Asamblea- y justicia se encuentran subordinados al ejecutivo, hay dictadura. De ahí que el asalto al poder judicial en Bolivia es un golpe de estado a la democracia, como toda la gestión política del oficialismo, que subordina sociedad y ciudadanía al poder del gobierno,  que se pretende al mismo tiempo Estado y Nación. Ni más ni menos que los totalitarismos estalinistas, fascistas, comunistas o las edulcoradas versiones del socialismo del siglo XXI, Hugo Chávez mediante.

Con esta nueva fanfarria electorera –y van siete en seis años-  al gobierno del MAS le sobran rasgos de las ya hoy llamadas ‘democracias no democráticas’ por las sistemáticas violaciones al Estado de Derecho. Y que, además,  convoca a elecciones para hacer del voto popular un grosero y reiterado método-instrumento para  legitimarse y usufructuar del poder sin frenos ni tiempos en el calendario.

Van a dar con sus huesos al basurero del historia los hombres y mujeres del MAS por la ley de telecomunicaciones, entre otras leyes centralistas de corte fascista, que da luz verde al ‘pinchazo-espionaje’ de teléfonos, aunque lo hayan negado, eso sí, sin hacer mucho esfuerzo. Su proyecto de poder total no conjuga con la descentralización y menos con las  autonomías que,  ya impresas en la Constitución, son solo la etiqueta para la propaganda ‘for export’.   Les apura el control total del poder, de la libertad de opinión, prensa e información y, al mismo tiempo, los lleva a querer intervenir el derecho de privacidad de la ciudadanía, para ‘espiar’ mejor.  Será un nuevo instrumento de persecución política,  amén de la ya conocida y sistemática politización de la justicia –las guillotinas judiciales- ejercida con ahínco contra sus adversarios políticos.

La izquierda que los del MAS dicen ser, bajo el título de socialismo comunitario, o socialismo del siglo del siglo XXI,  no es socialista ni de izquierda,  sino una burda impostura que los coloca al fondo,  a la derecha de la derecha. Por eso,  el 16 de octubre votaré NULO.

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