‘Cacareco’ y la elección de magistrados – Marcelo Ostria Trigo – 24.7.2011

 

MarceloOstriaTrigo_thumb1 El 16 de octubre próximo, los bolivianos hemos sido convocados a votar en la elección de magistrados de los altos tribunales de justicia, de acuerdo con una discutida modalidad establecida en la nueva constitución política del Estado. Será la primera vez –creo que en el mundo no hay parangón– que se ‘elegirá’ a unos importantes señores que deben proteger el Estado de Derecho y la institucionalidad de la Nación, así como la vida, la libertad, la honra y la propiedad de los ciudadanos.

Marcelo Ostria Trigo

 

Sobre esta modalidad, establecida para conformar uno de los poderes del Estado, hay objeciones atendibles. Pero esto debe ser motivo de otro debate serio y profundo. De lo que se trata ahora es que el procedimiento diseñado por el oficialismo –y la forma de ponerlo en práctica– para muchos no es aceptable, ya que esta es una elección en la que sólo pueden ser candidatos a magistrados los postulantes ‘seleccionados’ por el parlamento –la Asamblea Legislativa Plurinacional– que es un órgano esencialmente político en el que ahora predomina la mayoría circunstancial del oficialismo, lo que ha ocasionado que varios pretendientes a esas altas investiduras judiciales, sean señalados como afines al partido gobernante.

Para enrarecer aún más este singular proceso electoral, los observadores de la OEA –pese a que son enviados por su secretario general– acaban expresar su preocupación por algunos signos que hacen dudar de la pureza del acto eleccionario; entre ellos la falta de controles independientes el día de la votación. Esto coincide con la desconfianza de muchos. Pero, como ha sucedido en el pasado, parece que el oficialismo no se conmoverá y, de todas maneras, la elección se realizará con las reglas que ya fueron impuestas. En estas circunstancias, son muchos los que no encuentran otra opción que anular el voto para expresar su inconformidad.

Parece, pese a la obviedad, que es bueno recordar que el voto nulo es el que no se sujeta a las reglas establecidas. Juan Hernández Bravo, de la Universidad de La Laguna (Tenerife), dice que “el voto nulo es un voto no válido o no válidamente emitido de conformidad con el ordenamiento. Es un voto irregular, que supone una discrepancia formal con las reglas establecidas… pero también (es una forma) de discrepancia…”. Cuando alguien vota intencionalmente nulo, muestra una actitud política, y esta es, en este caso, la de una variopinta corriente ciudadana que discrepa tanto con la elección de magistrados, como con la forma de su selección, y teme que este sea el capítulo final de la marcha hacia la total dominación del poder judicial.

Hay precedentes en esto de promover el voto nulo; algunos muy ingeniosos y con mucho humor. En octubre de este año, hará 52 años que en unas elecciones para concejales de la ciudad brasileña de San Pablo un rinoceronte del zoológico local, llamado ‘Cacareco’, obtuvo cerca de cien mil votos, lo que constituyó el más famoso caso de voto de protesta, pues el candidato real más votado no llegó a los 95 mil votos. Se dice que la idea de promover al animal como candidato habría sido del periodista Itaboraí Martins “en protesta por el bajo nivel de los otros 450 competidores”.

Que se sepa, a nadie en el Brasil se le ocurrió amenazar con la cárcel al periodista de la iniciativa ni a quienes promovían ese voto, ciertamente nulo, como aquí lo acaban de hacer unos muy serios señores del Tribunal Supremo Electoral y algún otro sectario. Nadie, en efecto, expresó entonces que se “hará respetar la ley” y sanseacabó.

Es una lástima que en nuestros zoológicos no tengamos un famoso hipopótamo, como el ya legendario “Cacareco”.

 

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