El peligroso “hoy por ti, mañana por mí” – Marcelo Ostria Trigo – 16.7.2011

Marcelo Ostria Trigo

Hay sabios refranes populares que surgen de las experiencias de los pueblos. Uno de ellos muestra lo perverso que es hacer el mal que no se quiere recibir. Esto se acrecienta en el juego de la política, la que crea símbolos y hasta dioses –los caudillos frecuentemente son objeto del culto a la personalidad–, exaltando dudosas virtudes y poderes que supuestamente dan impunidad.

 

Los excesos y atropellos de quienes detentan el poder se cometen frecuentemente porque los autócratas no reparan en su temporalidad, en que son accidentes de la historia. Y menos advierten que ellos también podrían estar sujetos a la venganza de otros, lo que haría que continúe una ominosa cadena que parece interminable.

 

Naturalmente hubo –y aún hay– intentos de poner freno a ese estilo recurrente de maldades; intentos como el respeto a la ley, que debe disuadir atropellos, venganzas y revanchas, y castigar a los que los cometan. Pero los autócratas advertidos de esto se han dado a la tarea de crear leyes, con la esperanza de escapar de la rendición de cuentas a la que deben estar obligados los que ejercen el poder.

 

Esto de cambiar leyes y órganos judiciales se viene dando en los países de la ALBA, exceptuando a Cuba, que ya tiene una maquinaria eficiente de represión. En todos ellos, los intentos de perpetuación en el poder se han iniciado con reformas constitucionales para que los caudillos puedan ser reelegidos, en algunos casos, como en Venezuela, indefinidamente.

 

No obstante, parecería que en la formulación de algunas constituciones no se pudo llegar al extremo de desconocer ciertos preceptos jurídicos universalmente consagrados. No hubiera sido aceptable, en el caso de la nueva Constitución de Bolivia, ignorar, por ejemplo, el principio de la separación de los poderes públicos, la presunción de inocencia o la libertad de difusión del pensamiento y de las informaciones. Que hay en la Constitución establecidas garantías, es verdad, pero ¿para qué?

 

Es que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Seguramente, esto del respeto a las libertades y derechos ciudadanos está pensado para después, para cuando, en otras circunstancias, los que ahora son mandamases busquen amparo para evitar feas venganzas que se han dado con tanta frecuencia en nuestra historia. Mientras tanto, estas lindezas quedan solo en ‘papel mojado’.

 

Esto mismo ha venido sucediendo en el centro del populismo, que no se quedó en una reforma constitucional, sino que se pretendía asegurar la continuidad de los ‘bolivarianos’ y la eternización de su caudillo Hugo Chávez. Quizá, ahora que los populistas de ese país están llegando al final de su camino político, esas garantías sean invocadas por ellos para pedir un trato justo, el que nunca dieron a sus oponentes. En el final de su camino se les presentará la disyuntiva: ajustarse a la ley –incluso a las normas constitucionales que los populistas impusieron y que, siendo suyas, no las respetaron– o proseguir en una eterna vorágine de venganzas. Porque lo seguro es que se mostrará al final que “los hombres temen a los mismos dioses que han inventado” (Marco Anneo Lucano – 39 dC – 65 dC). Esos endiosados son los encumbrados en el poder.

 

¿Habrá, entonces, nobleza para desterrar el encono cerril? ¿Se dejará que la justicia ciega, la que no repara en diferencias entre los sujetos a ella, sea la que juzgue con el mismo rasero, con la imparcialidad que estuvo ausente? Si es así, se frenará la intención de causar males y, luego, de vengarse por ellos.

 

El Deber – Santa Cruz

http://eju.tv/2011/07/el-peligroso-hoy-por-ti-maana-por-m/

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