La mejor forma de gobierno – Alberto Zelada Castedo / EL DEBER – 20.6.2011

El ideal de una ‘ciudad’, subraya Aristóteles, es que conste, lo más posible, de “personas iguales”. Esta ‘semejanza’ se halla, sobre todo, en las clases medias. Cuando estas son numerosas y más fuertes que los ricos y los pobres, se alcanza un sano equilibrio entre estos extremos.

La teoría política de Aristóteles, igual que la de muchos pensadores sociales, contiene una parte descriptiva y explicativa y una parte normativa. El filósofo griego ofrece una vívida interpretación de las prácticas e instituciones políticas de su tiempo y, asimismo, un conjunto de sugestiones sobre las que podrían ser las mejores. “¿Cuál es la mejor constitución -se pregunta- y cuál es el mejor modo de vida para la mayoría de las ciudades?”. (Política, 1982)
A este último interrogante responde señalando que la vida feliz es aquella que se vive de “conformidad con la virtud”. Añade, luego, que la virtud es un “término medio”, de donde se desprende que el “término medio en la vida es lo mejor”. Este criterio se aplica, de igual manera, a la ‘polis’ y, sobre todo, a su constitución o gobierno.
Al cabo de innúmeras consideraciones, encuadradas en su conocida tipología de los gobiernos, el filósofo se inclina por la ‘politeia’ o ‘gobierno constitucional’ como el mejor. Aclara que, en la práctica, se trata de una forma de gobierno mixta que combina elementos tanto de la ‘oligarquía’ como de la ‘democracia’.
Advierte que existen varias formas de constitución debido, sobre todo, a que toda ciudad consta de un número considerable de ‘partes’ o de sectores de la población que se agrupan según diversos criterios. Uno de los más significativos es aquel que agrupa a los habitantes de la ciudad en tres grandes segmentos, según su mayor o menor riqueza: los “muy ricos”, los “muy pobres” y los que están entre estos dos. Estos últimos integran la “clase media”.
De acuerdo con Aristóteles, un grado de riqueza ‘intermedio’ o ‘moderado’, que corresponde a los miembros de la clase media, es el “más apto para obedecer a la razón”. A una persona que es excesivamente rica o, en el otro extremo, extremadamente pobre, “le es difícil seguir el mandato de la razón”. Por otra parte, los integrantes de la clase media son los menos inclinados a rechazar o a codiciar los cargos de gobierno. Los que tienen “un exceso de bienes de fortuna” no “quieren ni saben ser gobernados”. A su vez, los que “viven en excesiva necesidad” son “demasiado serviles” y, en consecuencia, no saben gobernar. Los ricos no se someten a ningún gobierno, mientras que los pobres se someten a gobiernos despóticos.
El ideal de una ‘ciudad’, subraya Aristóteles, es que conste, lo más posible, de “personas iguales”. Esta ‘semejanza’ se halla, sobre todo, en las clases medias. Cuando estas son numerosas y más fuertes que los ricos y los pobres, se alcanza un sano equilibrio entre estos extremos.
En consecuencia, para el filósofo griego, la “comunidad política gobernada por la clase media es la mejor”. Cuando quienes detentan el poder político poseen una riqueza moderada se refuerza el “gobierno constitucional”. En cambio, cuando gobiernan los ricos o los pobres, se establecen una oligarquía o una democracia “sin límites” que, en su momento, pueden desembocar en una ‘tiranía’.

* Miembro del Observatorio Político de la Universidad Gabriel René Moreno

Alberto Zelada Castedo [azeladacastedo@hotmail.com]

 

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