La nueva percepción ciudadana – Marcelo Ostria Trigo – 16.6.2011

MarceloOstriaTrigo_thumb1 La Guerra Fría, desatada luego de la Segunda Guerra Mundial, presagiaba una catástrofe nuclear. Por ello, los dos polos de poder –Estados Unidos y la URSS– aceptaron la ‘coexistencia pacífica’, aunque esta fue entendida por los soviéticos como “una forma peculiar de la lucha de clases, que se lleva a cabo por medios pacíficos, con la particularidad de que el principal campo de batalla entre socialismo y capitalismo radica en la emulación económica, en la cual el socialismo, gracias a las ventajas que le son inherentes, alcanzará la victoria” (Diccionario soviético de filosofía). Esa victoria no fue alcanzada y el sueño imperial comunista terminó en 1989, cuando cayó el Muro de Berlín.

Aún hay resabios del propósito de llegar a la patria común socialista. “De acuerdo con sus fundadores, el Foro (de San Pablo) fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe” (es.wikipedia.org/wiki). Y subyace el designio unificador, aun a costa de violar el principio universal de no intervención.

Son miembros del Foro todos los partidos comunistas de América Latina y, ahora, en 12 países, los gobiernos están en manos de agrupaciones políticas que lo conforman: Bolivia, Brasil, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Esta asociación es, sin embargo, variopinta: unos son mucho más radicales (Cuba y Venezuela) y otros moderados, como el Frente Amplio uruguayo, la Concertación chilena y el propio fundador del Foro: el Partido de los Trabajadores, de Brasil.

La agresiva política venezolana en el continente, compartida por los miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), ha sido puesta a prueba. Se trata del rechazo que provoca en los ciudadanos el carácter autoritario de los gobiernos inspirados en el ‘socialismo del siglo XXI’. Esto sucedió en las recientes elecciones en Perú. Afirman que Ollanta Humala, el candidato triunfante, no hubiera sido elegido presidente si persistía en seguir una política afín a la de los ‘bolivarianos’ de Chávez. El analista Jorge Castro considera que el “vuelco de (Ollanta) Humala hacia el consenso de los últimos 20 años (reformas estructurales, estabilidad macroeconómica, inserción internacional) es la causa fundamental de su victoria en la segunda vuelta” (Clarín. Buenos Aires, 12/06/2011).

Esto ya había pasado antes. El sindicalista Luiz Inácio Lula da Silva, pese a ser fundador del Foro de San Pablo, continuó, en esencia, con el modelo del presidente Fernando Henrique Cardoso, ciertamente diferente al que Hugo Chávez impuso en Venezuela y que se extendió, con el apoyo de la Cuba de los Castro, a varios países latinoamericanos. Esa diferencia se hizo notoria, pese a las aventuras internacionales de Lula que la presidente Dilma Rousseff muestra haber superado.

El ejemplo de Chávez y sus aliados, con una orientación a contrapelo de lo que el citado analista Castro llama “el consenso de los últimos 20 años”, ya no es una buena carta de presentación, especialmente cuando se trata de suceder a una exitosa gestión, como la peruana. Todo indica que Humala así lo entendió: solo tendrá éxito si sigue el camino de la moderación, cuida la estabilidad democrática y respeta las instituciones republicanas y los derechos de sus conciudadanos.

Sin Comentarios

Aún no hay comentarios.

Escribe tu comentario:

Editor: Willi Noack | Administración Técnica: Jose Carlos Choque Y. | Creatica Ltda.