Del poder dual al ilegal – Lupe Cajías – 12.6.2011

En algún momento, no hace mucho, aquel vigor del poder dual ha pasado al ‘poder ilegal’. Igual que en la Colonia se dictan leyes, decretos, normas y reglamentos para que nadie los cumpla o solo un puñado de ciudadanos que, al final, resultan los perdedores.

Hace décadas, René Zavaleta Mercado enfatizaba el desarrollo del ‘poder dual’ como complemento, casi orgánico, al poder establecido. Aunque él daba referencias a épocas recientes, el control obrero con derecho a veto o la Asamblea Popular, la visión puede ampliarse a los inicios de la Colonia española en este territorio.

La Corona hispana dictaba leyes, normas y reglamentos allende el mar que no siempre eran practicados o practicables en estas selvas y montañas, con sus propios colectivos humanos, sus acumulaciones culturales, su originaria organización social, sus costumbres y creencias.

Virreyes y gobernadores, intendentes y directores, hacían como un guiño a las formas que se daban los pueblos para continuar con su vida cotidiana, los castigos a las adúlteras o los cocimientos de las hechiceras para calmar los dolores de los partos.

Sea el proceso local en Charazani contra un ladrón de ganado o la fuerza de la Central Obrera Boliviana para decidir en 1979 qué avión tenía permiso para decolar, ese poder dual tenía un ordenamiento interno, unas reglas propias, una democracia participativa y el cumplimiento del compromiso. Todo aquello tenía muchas veces más sabiduría y sentido común que la letra muerta de la ley.

En algún momento, no hace mucho, aquel vigor del poder dual ha pasado al ‘poder ilegal’. Igual que en la Colonia se dictan leyes, decretos, normas y reglamentos para que nadie los cumpla o solo un puñado de ciudadanos que, al final, resultan los perdedores.

El avance del circuito coca-cocaína es uno de los ejemplos más patéticos y que tendrá incidencias negativas en el futuro cercano y en el largo plazo. ¿Por qué sembrar mandarina si puedo sembrar coca? ¿Por qué quedarme en mi chaco si puedo entrar al Parque Isiboro Sécure? ¿Por qué vender hojitas si puedo ganar más cuando la ‘blanqueo’? La normativa simplemente no se cumple, muchísimo menos el castigo previsto.

¿Quién dice que no puedo vender ropa usada? ¿Acaso no puedo construir mis cuartitos en este terreno tan vacío? ¿Qué importa que sea parte del aeropuerto Viru Viru? ¿Qué fuerza se atreve a sacarme? ¿Por qué no voy a construir en esta colina deleznable? ¿Acaso me van a sacar y si se atreven voy a exigir indemnización?

La cereza de esta torta del poder ilegal la probamos estos días. No es casual que sean dos personalidades como Fidel Surco e Isaac Ávalos las que propongan una ley que, en realidad, es solo un disfraz para premiar a los que contrabandean con autos, así sean usados o robados. Lo que extraña es el apoyo que lograron de otros voceros como la inteligente senadora Gabriela Montaño.

¿A quién quieren convencer con los argumentos que declaran? ¿Realmente piensan que los ciudadanos aplauden como ganancia para las arcas nacionales? ¿Realmente creen que será la “última vez”? ¿Realmente creen que su medida favorece al bien común? ¿Realmente creen que les creemos?

Recorran el país, qué triste comprobar que donde hay más vehículos sin placa es en las zonas cocaleras de La Paz y de Cochabamba y en los pueblos fronterizos, en comunidades que ya aparecen sospechosas en su alianza con los narcos.

De esa metamorfosis del poder dual al poder ilegal estamos en vísperas del paso de este al ‘poder establecido’ como una serpiente venenosa. Los vehículos con placas clonadas en manos de custodios del orden o de funcionarios públicos son una pista.

 

* Periodista e historiadora

http://www.eldeber.com.bo/2011/2011-06-12/vernotacolumnistas.php?id=110611192740

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