¿Es imposible la concertación en Bolivia? – Julio César Caballero M. *®® Caballero pregunta – 17.5.2011

Cuando la oposición está perseguida, cuando las acciones hegemónicas del partido gobernante afectan a la administración de justicia, cuando los periodistas tienen que ampararse en la Constitución Política del Estado para rechazar leyes que actúan como mordaza descarada frente al derecho de libre expresión, ¿es imposible concertar para salvar la democracia en Bolivia?

Hace poco tiempo, un conocido abogado se jugó su prestigio profesional y propuso públicamente al Gobierno una amnistía general a favor de los perseguidos y asilados políticos, y planteó una gran concertación basada en acuerdos básicos, primero, y luego la profundización de consensos a pesar de las diferencias ideológicas marcadas.

A las arbitrariedades cometidas desde el poder central se suma la desorientación de la oposición que, dividida como está, no logra articular un plan de negociación en un escenario hostil. ¿Quién gana frente a la ausencia de diálogo abierto? Los fundamentalistas y radicales de ambas partes. Los hay en el Gobierno que parecieran buscar a toda costa el fracaso de los acuerdos elementales a los que se pueda llegar, usando su dogmatismo étnico-populista, que les ha dado buenos resultados en la manipulación de las decisiones que no permiten estructurar una política de Estado que responda no solo a la mayoría electoral circunstancial que lo eligió, sino también al conjunto de la sociedad civil boliviana que se expresa con otros planteamientos que son ignorados sistemáticamente.

Empero, existen también radicales del otro lado, incapaces de generar unidad en la oposición y peor aún abrir ventanas de oportunidad para iniciar el diálogo que construya. Lamentablemente, las agendas por el momento son incompatibles, no existen líneas de comunicación básica entre el poder central y la oposición, nadie ha desarrollado una estrategia de acercamiento entre ambas partes que generen lo mínimo posible para la supervivencia del sistema democrático. Mientras los satinadores de uno y otro lado demuestran el lado duro de la confrontación en las calles, o en las aplanadoras por consigna en la Asamblea Legislativa Plurinacional, no existe una estrategia ‘diplomática’ que atenúe lo que parece inminente, la cooptación total de los poderes. En lo personal confío en la nueva dirigencia política cruceña y en los liderazgos cívicos emergentes, que aun con su inexperiencia o su inmadurez pueden construir puentes que, aunque sean destruidos una y otra vez por los radicales, podrían ser reconstruidos las veces que sea necesario para impedir que los violentos y abusivos sigan sembrando miedo y desmontando lo poco que queda de la democracia plural y participativa.

Ocurrió en los escenarios más difíciles en las confrontaciones bélicas en la historia: mientras los generales combaten en las trincheras, la diplomacia debe buscar el camino a la pacificación. En este caso, en la realidad coyuntural por la que atraviesa el país, no puede olvidarse, ni aun sea con el último esfuerzo, la por ahora lejana concertación para avanzar sobre bases elementales de convivencia, lo demás será seguir el juego a los intolerantes que consolidarán la agenda de la confrontación y la destrucción del país.

 

* Periodista y cientista jurídico

http://www.eldeber.com.bo/2011/2011-05-17/vernotacolumnistas.php?id=110516192557

 

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