De mal en peor – Marcelo Rivero – EL DEBER EDITORIAL – 28.3.2011

Creo que el país nunca tuvo la fortuna de que le soplen vientos de bonanza porque la historia nos muestra un pasado turbulento: golpes de Estado -a veces dos, tres y más por año-, escasos períodos constitucionales con una democracia a medias, guerras con las naciones vecinas que redujeron a la mitad el territorio patrio y que lo dejó sin salida marítima, administraciones gubernamentales desastrosas que sólo sirvieron para que los privilegiados se enriquezcan. Todo eso para que el pueblo continúe arrastrando las cadenas de la pobreza, de la ignorancia y de la explotación.

En las últimas décadas, tras elecciones tolerablemente imparciales, asistimos esperanzados al surgimiento de nuevos regímenes que juraron cumplir las leyes y que prometieron ejercer el mando con idoneidad y prudencia, para lograr las reivindicaciones populares y para que ‘la hija predilecta del libertador’ salga de su atraso que la tiene en el último lugar en el concierto sudamericano. Nada o casi nada de lo ofrecido se cumplió y así llegamos a la asunción del masismo a principios de 2006 que, como no podía ser de otra manera, asimismo se llenaba la boca con promesas de todo corte.
No fui de los que decían que ‘todos’ estábamos ilusionados con una gestión provechosa, que ‘todos’ creíamos en la palabra de los nuevos gobernantes y que ‘todos’ aguardábamos expectantes la recolección de frutos vivificantes en tiempo prudente. Al contrario, desde el primer minuto opiné que Bolivia iba de mal en peor, que el arte de gobernar se traducía en politiquería, en demagogia, en el más dañino revanchismo -con racismo de por medio-, con odios gratuitos y negación de derechos y libertades, con el manejo equivocado de los negocios del Estado y con un continuismo que pareciera que no acabará mientras el último ciudadano no se precipite al fondo del abismo.
¿O no bajó la producción de petróleo y no cayeron las reservas de gas (las segundas más importantes de América del Sur, alardeábamos), al punto de que hay que importar combustibles por casi 400 millones de dólares al año, y para colmo de males distribuirlo subvencionado? ¿No cayó la producción agrícola y por eso falta azúcar, maíz y otros artículos imprescindibles en el hogar? ¿Se le saca el jugo a los buenos precios en el exterior triplicando las exportaciones de minerales y ya se vende una tonelada del hierro de Mutún? ¿Y esa fuente de ingresos multimillonarios que en todas partes es el turismo no se fue al tacho en Bolivia porque falta de todo, en especial seguridad y caminos? ¿No es la inseguridad en todos los aspectos lo que ahuyenta a los inversores nacionales y extranjeros, por eso tampoco hay empleos y los trabajadores se ven obligados a caer en la informalidad aunque sea vendiendo chicles y pastillas? ¿Y la delincuencia, el narcotráfico, la corrupción no están a sus anchas como nunca antes?
¿Y qué pasa en otros campos? Ahí están las autonomías burladas, los poderes (judicial, legislativo, electoral) avasallados, las libertades ciudadanas pisoteadas y los mandones haciendo gala de su poder.
Por eso la hija predilecta del libertador está en su puesto fijo: el último, y superada por países asiáticos y africanos con los que antes Bolivia al menos se trataba de tú y vos.

http://www.eldeber.com.bo/2011/2011-03-28/editorial.php

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