Contumacia en otro error – Jorge V. Ordenes L. – 7.3.2011

Entre las docenas de errores políticos de grueso calibre que ha cometido y sigue cometiendo Su Excelencia (S.E.) y sobre todo sus consejeros se distingue uno recientemente renovado aunque contumaz por lo trillado y afónico, y es el de enunciar repetidamente (como si la mayoría de los bolivianos fuésemos sordos) que cuando la oposición política o lo que queda de ella, incluyendo la prensa, dice algo que no está de acuerdo con el producto de la materia gris del séquito de S.E. , ese algo dizque es ¡una confabulación de la derecha política!… lo que despampana hasta lo risible porque al mismo tiempo ese séquito de empedernidos machaca que la democracia dizque prevalece en el Estado Plurinacional.

La pregunta es cómo es posible que la existencia de cualquier derecha política dizque atente contra la democracia cuando es precisamente la existencia y manifestaciones de todas las persuasiones o posiciones políticas habidas y por haber, organizadas o semiorganizadas, no solamente de derecha sino de centro, centro derecha, centro izquierda, izquierda o lo que sea, que hacen la democracia sana, representativa y pluralista. ¿Acaso en una democracia menos enfermiza que la boliviana no es la opinión pública, o sea el pueblo percatado y semipercatado, que decide libremente qué persuasión política organizada habrá de sobrevivir y no la que decida nadie del Gobierno?

La única razón que impulsa a los consejeros de S.E. a decir que los opositores políticos que no están de acuerdo con ellos están contra ellos (y contra “el cambio”) es la índole completamente dictatorial y totalitaria de su raciocinio, propósito y seudo comisión que nada tiene que ver con ninguna clase de democracia. Esto lo estamos viendo todos particularmente después del dictatorial y ridículo gasolinazo y del auge estigmatizante del narcotráfico desenmascarado en parte, para colmo de vergüenza, por policías extranjeros que arrestan fuera del país a policías bolivianos de rango con las manos en la masa, entre otros descalabros nacionales como las escaseces, la prohibición de exportar, los bloqueos, paros, huelgas, y varios más que nos están haciendo la vida imposible.

La creciente intensidad, la frecuencia y el descaro con que se vienen produciendo estos hechos, más los descendiente índices de popularidad tanto de S.E. como de este gobierno, constituyen una contumacia o persistencia en errores que hacen mucho mal e incluso maleficio a todos los bolivianos donde estén; también hace mal a los latinoamericanos y los perturba porque hay cada vez más opiniones americanas y de otras regiones del planeta que tildan a Bolivia de narcopaís. Los panegiristas de lo que queda se van apagando, y son cada vez menos los “izquierdistas” del Gobierno que defienden al país de lo indefendible: el narcotráfico que ha crecido desde 2005 y desde que se expulsó a la DEA. No aceptarlo con altivez y coraje políticos nutre el desencanto.

Se trata nada menos que de una serie de incongruencias político-sociales destructivas e incluso autodestructivas, desde luego vergonzosas y por lo tanto descabelladas, que urge empezar a corregir porque mientras más tiempo transcurra practicando contumacia, ésta crecerá con los problemas que en algún momento darán por tierra con tanto desatino. No hay mal que dure ni menos si es contumaz, sin autoridad que lo combata con ideas del siglo XXI y no ideología caduca del XIX.

Lo peor es que el Gobierno no se da cuenta del mal que está haciendo a todos los bolivianos incluyendo a varios movimientos sociales que por supuesta revancha y/o desquite atávico siguen apoyándolo. Desde luego que hacen mal a su propio socialismo de campanario que por ser solapadamente dictatorial lo entiende menos gente y si lo empieza a entender lo descarta. Ni ellos mismos lo pueden explicar cuando el narcotráfico, el contrabando, la informalidad, la inflación y el descontento en general crecen en el Plurinacional que al paso que va será un Estado Plurilamentable.

nuevo: Jorge Ordenes [jvordenes@yahoo.com]

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