EL LITIO EN EL REINO DE LAS ILUSIONES – LOS TIEMPOS Editorial – 2.2.2011
Los japoneses nos han recordado que Bolivia no puede darse el lujo de seguir perdiendo el tiempo mientras Chile y Argentina avanzan a grandes pasos
Durante la anterior semana, como una muestra más de lo interesado que está en participar de alguna manera en la explotación del litio del Salar de Uyuni, el Gobierno japonés auspició un seminario denominado “Desarrollo de Sectores Estratégicos en Bolivia”. En él participaron más de 50 personas entre representantes diplomáticos, autoridades gubernamentales y empresarios del país asiático.
El objetivo del encuentro era que representantes del sector público y privado de ambos países intercambien información, expongan sus respectivas maneras de abordar uno de los negocios más promisorios de las próximas décadas y exploren las posibilidades de que sus respectivos países lleguen a un acuerdo de mutuo beneficio.
Durante el encuentro, y en declaraciones hechas después del mismo, los representantes japoneses hicieron gala de la proverbial paciencia que los caracteriza. Tanto el embajador de Japón en Bolivia, Toshio Watanabe, como el viceministro de Economía, Comercio e Industria, Kaname Tajima, expusieron con mucha serenidad las razones por las que su país tiene un especial interés en llegar a algún acuerdo con el Gobierno boliviano y explicaron también, en términos muy pedagógicos, por qué a Bolivia no le conviene seguir perdiendo el tiempo.
Recordaron que, como es obvio –aunque para las autoridades gubernamentales bolivianas no parece serlo– Bolivia no es el único país interesado en proveer litio al mercado mundial; que Argentina y Chile también están en carrera y que nuestro país no puede darse el lujo de dejar que el tiempo siga transcurriendo sin tomar decisiones prácticas si no quiere quedarse al margen de la competencia.
En contraste con el sereno y muy realista pragmatismo japonés, la posición boliviana fue, como ocurre con excesiva frecuencia en éste y en otros temas, absoluta y totalmente alejada de la realidad. No fue expuesta por ningún profesional boliviano experto en la materia, como habría sido de desear, sino por el presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, quien dejó pasmados a sus oyentes al exponer, con la franqueza que lo caracteriza, las condiciones que Bolivia pretende imponer a los potenciales inversionistas interesados en participar en la explotación del litio. La condición indispensable es, nada menos, que monten en las orillas del Salar de Uyuni una fábrica de automóviles. Y si no están dispuestos a hacerlo, tendrán que olvidarse del litio boliviano porque “Bolivia ya no será un país exportador de materias primas”.
Ante tan contundentes afirmaciones, los japoneses sólo atinaron a explicar que fabricar autos no es algo tan sencillo como parece creer el presidente boliviano. Mucho menos en un lugar, como Uyuni, donde no existen ni remotamente las más mínimas condiciones para cualquier actividad industrial, por precaria que ésta sea.
Como lo han hecho notar los representantes japoneses, pese a los años transcurridos desde que el tema del litio fue puesto en la mesa de negociaciones, el Gobierno boliviano no ha recibido ni una sola propuesta concreta. Y mientras Chile y Argentina avanzan a grandes pasos, el Gobierno boliviano insiste en su afán de construir castillos en el aire.
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LA RAZÓN 2.2.2011
Días atrás, se realizó en La Paz un seminario internacional sobre “Desarrollo de sectores estratégicos”, que se concentró fundamentalmente en el desarrollo de la industria del litio y sirvió, sobre todo, para que Japón se plantee como un serio contendiente en la competencia mundial por las reservas bolivianas del mineral no metálico.