Y ahora… ¿la Corte Electoral? – Cayetano Llobet T. – 29.11.2009

El gobierno de Evo Morales es una máquina destructora de institucionalidad y de legalidad.


Es una suerte de topadora que sólo sabe derribar y cuyos conductores, lamentablemente, no tienen la más mínima idea de lo que quieren construir después. Lo que, obviamente, no les priva de su placer destructivo. Actúa con instinto depredador. Lo que cuenta, es la aplicación del slogan presidencial: “¡Le meto nomás!”

Hace unos meses, el gobierno era el portador de todas las intenciones fraudulentas  con  miras a las elecciones nacionales. El nombre propio de esa intención era el antiguo padrón que incorporaba a duplicados, muertos y desaparecidos. El instrumento de aplicación el propio Presidente de la Corte Nacional Electoral, José Luis Exeni, que nunca pudo ocultar ni disimular su calidad de sirviente del gobierno.

La ola de reclamos y protestas políticas, cívicas, mediáticas e institucionales, se centró en la descalificación del padrón antiguo y los personeros del gobierno, sin excepción, se concentraron en su defensa. Algunos miembros del paraoficialismo  alcahueteo gubernamental con disfraz de oposición presentaron su proyecto de “padrón mixto”, que era la misma chola con distinta pollera. El Presidente, en tono descalificador anticipado, afirmó que si el biométrico no llegaba a los cuatro millones, no era confiable y el Vicepresidente  —hombre piadoso y de gran formación religiosa— dijo que sólo un milagro haría posible el nuevo padrón.

Pero llegó la nueva Corte, nuevos integrantes, nuevo Presidente. Defendieron el biométrico, formaron una comisión de notables para evitar dudas y manejar con transparencia la licitación, presentaron a personalidades símbolo de la confiabilidad electoral y humana como Iván Guzmán de Rojas y se enfrentaron a la tarea casi imposible  de convencer a los ciudadanos para inscribirse. Faltaría espacio en una columna para repetir las loas, halagos, piropos, signos de admiración, calificativos elogiosos, felicitaciones a la Corte y a la conducta ciudadana por la respuesta y sus resultados. Una vez más apareció el Vicepresidente y, como si estuviera recién llegado de Lourdes o de Fátima, exclamó con aire beatífico: “¡Se ha producido el milagro!”.

Para el gobierno, finalmente, el problema no era tan grave. Además de una clara correlación de fuerza electoral a su favor, tenía un As bajo la manga: los cientos de miles de ciudadanos que había carnetizado sin ningún respaldo documental. Cuando la Corte  (o lo que se llame ahora), observa esa situación la pone de manifiesto. Naturalmente, los voceros gubernamentales reaccionan en batería y no tienen el menor inconveniente, prudencia o pudor, para amenazar a los miembros de la Corte con procesos posteriores  ¿Será que les están recordando la suerte de los magistrados del Tribunal Constitucional y de la Corte Suprema de Justicia?

Oportunamente, formulé mi manifestación de confianza personal en la Corte Electoral. Obviamente, ello incluye la admisión de errores, las dudas por los tiempos, la aparición de alguna mano venezolana —¡terribles son las manos venezolanas que en Bolivia se han metido  hasta el hombro!— y, desde luego, las infaltables y constantes presiones gubernamentales. A pesar de todo ello y si de algo sirve, ratifico mi confianza en esta Corte. En el escasísimo horizonte de institucionalidad que tenemos, es una de las cosas que hay que salvar, ¡así sea solamente por estar bajo amenaza del Gobierno!  Y no es fácil enfrentarse a los depredadores de institucionalidad…

Fuente: http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20091129/y-ahora-la-corte-electoral_47506_82567.html

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