Socialismo y el empresariado – Javier Paz García – 12.2.2011

“Lenin dijo que los capitalistas eran capaces de vender la soga con la cual serían ahorcados… y tenía razón. Podría parecer paradójico que empresarios apoyen regímenes socialistas cuyas políticas van en contra de la libre empresa. Esta aparente paradoja se explica por varios motivos.


Mencionaré primeramente que el empresario en general no es político ni economista, ni historiador ni mucho menos liberal. No necesariamente sabe de las barbaridades del socialismo a lo largo de la historia, no necesariamente sabe del efecto empobrecedor de las políticas socialistas sobre la producción y el crecimiento económico, probablemente ni siquiera entiende a cabalidad qué es liberalismo o qué es socialismo. Además, el empresario busca maximizar las ganancias y minimizar las pérdidas. Su estrategia de negocios rara vez está influida por consideraciones políticas, ideológicas o filantrópicas.
El empresario busca cómo hacer dinero en tiempos buenos y cómo no perderlo en tiempos difíciles. Y así como un empleado puede estar dispuesto a trabajar con un jefe abusivo y tacaño en épocas de crisis, pero a la primera oportunidad se cambia a una pega mejor, también el empresario trabajará con el gobierno que le toque y en las condiciones que tenga hasta que la soga lo ahorque. El empresario en general actúa con un instinto de supervivencia y si tiene que asociarse con el enemigo, la mayoría de las veces lo hará. Es complicado criticar esta actitud, ya que es la misma que, bajo condiciones favorables, hace del empresario un agente de innovación y creatividad, tomador de riesgos, proveedor de fuentes de empleo e impulsor del desarrollo económico de una región o país.
Por otro lado, aunque el socialismo genera pobreza, atraso y decrecimiento, no es malo para todos los empresarios. La consecuencia del socialismo es la estatización de la economía, el férreo control estatal sobre el sector privado y la creación de una burocracia encargada de dar o quitar permisos de producción, de exportación, fijación de precios, etc.
Bajo estas condiciones puede ser fácil enriquecerse si se conoce a las personas adecuadas dentro del régimen, y siempre habrá quienes conozcan a las personas indicadas para conseguir adjudicaciones, monopolios, subvenciones, tasas preferenciales de interés, concesiones y otras bondades del socialismo. La diferencia entre un régimen liberal donde existe la libre competencia y el régimen socialista-estatista es que, en el primero, los empresarios que triunfan y adquieren fortunas son aquellos que logran ofrecer a la población el mejor producto al menor precio, es decir, los que logran ser mejores que la competencia, mientras que en el segundo es la burocracia socialista la que de antemano elige con el dedo a los nuevos ricos, que siempre son los parientes, los amigos y los allegados al régimen, que además pueden ofertar productos caros y de mala calidad, porque el Estado los protege de la competencia.

Máster en Economía, http://javierpaz01.blogspot.com

http://www.eldeber.com.bo/2011/2011-02-08/vernotacolumnistas.php?id=110207235946

1 comentario

  • By Willi Noack, 12 Febrero 2011 @ 9:30 am

    Carlos Herrera escribió el siguiente comentario:

    “Sí, es verdad; los empresarios en general saben muy poco del curso de la historia y de las ideas políticas exitosas. Por eso mismo son importantes los partidos políticos………y los políticos que tienen cultura política, es decir, una idea cabal sobre cuales las ideas políticas exitosas en la historia. …. . Porque en adelante, para combatir con éxito al populismo, cuya mayor virtud es que son excelentes mentirosos, es preciso el político que comunique verdades que tengan un sentido claro y que ayuden a la gente a comprender mejor y más profundamente la complejidad de la vida en sociedad. Lo que ahora se requiere en Bolivia (para salir del oscurantismo) es gente capaz de comunicarle a la gente común en qué consisten las virtudes del mundo libre (economía de mercado, constitucionalismo, derechos básicos, responsabilidad individual, propiedad privada, institucionalidad democrática, etc. etc.) y adonde pueden llegar los pueblos que aprehenden con inteligencia estos conceptos. En otras palabras, con la oposición que ahora tenemos, ya podemos sentarnos a esperar la vuelta de la democracia y la república un par de siglos. Esto también porque en el mar de ignorancia en el que vivimos los bolivianos, los verdaderos tiburones son los populistas, no los demócratas! Un saludo Carlos.”

    carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

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