La salida por el absurdo – EL DIA Editorial – 4.2.2011

Cuando parecía que el Gobierno comenzaba a recapacitar y a encarar con seriedad la amenaza de la crisis alimentaria, surge nuevamente la bellaquería, la trivialidad y chambonada con las que las autoridades del MAS, empezando por el presidente Morales, han encarado la conducción del país.

La colección de incoherencias y desatinos parece no tener límites y en todo caso, refleja la impotencia (originada en su incapacidad) que sienten los gobernantes para resolver problemas que ellos mismos han ocasionado con sus locas aventuras políticas y económicas. Ahora resulta que a Evo Morales le molesta que la gente acuda a las tiendas de Emapa en busca del tan mentado “precio justo” y manda a la población a que convierta sus casas en gallineros, a que busque colmenas de abejas en los árboles, a que siembre yuca y a que se alimente con sopa de hueso. Tienen razón aquellos que creen  que el verdadero “cambio” en Bolivia consistirá en retroceder a la era del trueque, a los tiempos de las tribus recolectoras o en el mejor de los casos, a la época de la agricultura primitiva del buey y el espantapájaros.

Y como el Presidente es el que toma la iniciativa, las bellacadas se multiplican. Ejemplos sobran como la del vocero gubernamental, quien al tratar de eludir ante los periodistas el grave problema de la escasez de azúcar, afirma que él siempre se ha inclinado por la miel, producto que obtiene como obsequio de sus amistades. Menos mal que mencionó este detalle, porque la siguiente pregunta hubiera tenido que apuntar al costo de semejante lujo burgués, más o menos parecido al que propuso otro de los pícaros ministros, para quien el cuñapé es un sustituto natural del pan de trigo. Qué se podría decir las clásicas patanerías de aquel rollizo senador oficialista, quien afirma que el abastecimiento no es problema suyo porque él compra azúcar por quintales y para todo el año. A renglón seguido, el desvergonzado se queja del agio y del ocultamiento.

Hay bellacadas que se dicen al paso, para salir de un brete y otras que están comenzando a institucionalizarse. La Autoridad de Fiscalización y Control Social de Empresas (AEMP) ha accedido a la elevación de los precios de aquellos productos que dependen del azúcar, pero ha aclarado que el reajuste sólo será permitido en aquellas compañías que hayan comprado los insumos a precios nuevos. Otro de los requisitos para el incremento será la situación financiera de las empresas. “Si a una fábrica de gaseosas le va bien, no tiene por qué aumentar”, es más o menos la ridícula consigna.

La falta de alimentos es muy seria en el país. El precio del pollo está por llegar a los 20 bolivianos, la carne vacuna también comienza a escasear, las granjas que producen huevos están al borde de la quiebra, los lecheros ya no aguantan y el maíz sigue subiendo. Para colmo los transportistas presionan con el incremento de tarifas y no sabemos qué alternativa va a proponer este Gobierno. ¿Mulas? ¿carretones? Posiblemente el Gobierno ya dijo todo lo que había que decir sobre estos problemas y la gente no ha entendido el mensaje subliminal: “Sálvese quien pueda”.

La colección de incoherencias y desatinos parece no tener límites y en todo caso, refleja la impotencia (originada en su incapacidad) que sienten los gobernantes para resolver problemas que ellos mismos han ocasionado con sus locas aventuras políticas y económicas. Y como el presidente es el que toma la iniciativa, las bellacadas se multiplican.

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