A falta de pan, buenas son las tortas – EL DIARIO – 22.1.2011
Como es sabido de la historia de la Revolución Francesa, cuando al rey Luis XVI le informaron que el pueblo estaba convulsionado por falta de pan, el monarca respondió que no había problema y que “a falta de pan, buenas son las tortas”. Días después la monarquía se desplomaba. La fórmula no había dado resultado.
Al presente en Bolivia se produce una situación parecida.
En efecto, el Gobierno anuncia proyectos faraónicos, inversiones, gastos por doquier, planes de desarrollo, mientras, por otro lado, no hay pan y la escasez hace subir los precios hasta la estratosfera, mientras el horizonte amenaza con nubarrones que presagian tempestad.
Efectivamente, desde los sucesos de diciembre y la reunión cumbre de Huajchilla, las autoridades ofrecen grandes inversiones, construcción de diez aeropuertos internacionales, cinco corredores interoceánicos, cientos de kilómetros de caminos, puentes de increíble longitud y otros. Así mismo, anuncian la adquisición de un satélite por unos 300 millones de dólares, compra de armamento, aviones supersónicos, crecimiento de la Reservas del Banco Central a niveles nunca conocidos, fábricas de papel, cartón y plantas para elaboración de jugos de fruta y en general “el gran salto industrial”. Por si fuera poco, entre esos anuncios de esas obras poco menos que faraónicas, con 800 millones de dólares, se difunde una costosa publicidad que habla de la fundición del Mutún, la explotación del litio del Salar de Uyuni, centros hidroeléctricos, abundancia de petróleo y gas, compra de oro y otras maravillas, por citar sólo las más notables.
Pero, mientras los ofrecimientos oficiales construyen castillos al aire, el panorama en las calles es poco menos que lamentable. Así, no hay producción agropecuaria y estamos importando alimentos como harina, aceite, trigo, maíz y otros con precios altos para venderlos barato, mientras los mercados de consumo citadinos principalmente venden papas, hortalizas, verduras, etc., llegados vía contrabando masivo de todos los países que nos rodean. Se ha llegado al extremo de que el 70 por ciento de la fruta que se consume en La Paz es de origen extranjero.
Tan notable situación se acentúa con la subida del precio del pan, arroz, carne de res y de pollo, café, azúcar, gaseosas, cerveza, cigarrillos y todos los alimentos de la canasta familiar. Es más, el mismo Gobierno ha autorizado a su dependencia EMAPA a subir el precio del azúcar y otros productos que se importa sin pago de aranceles. A todo eso se agrega el aumento clandestino de pasajes en el transporte, bares, cantinas y hoteles y en el comercio en general. El Gobierno autorizó también el alza de las pensiones en colegios privados. Ha desaparecido el pan nuestro de cada día. En efecto, “a falta de pan, buenos son los satélites”, o como dice un grafitti de la zona de San Pedro: “El pueblo no come juicios”.
Sin embargo, esa realidad queda disminuida con profusa publicidad, “técnica que impide al público tomar conciencia de los conocimientos… y con ello se logra mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales y ocupada sin tiempo para pensar…”, como ironiza el artículo de un abogado bajo el título: “Estrategias políticas cínicas”.
Fuente: http://www.eldiario.net/noticias/2011/2011_01/nt110122/0_01edt.php
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