LA IGLESIA TIENE QUE DENUNCIAR – infodecom – 20.1.2011
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La corrupción en América Latina
Entrevista con el arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, presidente de Caritas Internationalis, realizada por el periodista Mark Riedemann para un programa semanal radiotelevisivo de la “Catholic Radio and Television Network”:
Recientemente hemos visto en América Latina un cambio hacia gobiernos más socialistas, como el de Chávez en Venezuela y Morales en Bolivia. ¿Se puede decir que estos gobiernos han llegado al poder por la frustración, más concretamente la frustración con la falta de justicia social y la pobreza? ¿Es eso lo que ha llevado a este cambio?
Sí, pero la principal razón, desde mi perspectiva, es la corrupción de los políticos. La enfermedad más grave de nuestros países en América Latina es que la mayoría de los políticos han perdido el verdadero concepto de la política y así ven el estado como un “botín para piratas”. Así que van a la política y, tras un periodo en el gobierno, pueden hacerse ricos para vivir el resto de sus vidas sin trabajar y sin miedo a consecuencias de la justicia. Este concepto de la nación como un negocio y de la política como negocio está mal, y por eso somos tan corruptos.
Querría mencionarle una contradicción: Vemos estos gobiernos socialistas que han sido elegidos basándose en su opción por los pobres. La Iglesia siempre ha tenido esta opción por los pobres y, aún así, estos gobiernos socialistas han comenzado a atacar cada vez más a la Iglesia en estos países. ¿Cómo se explica esto?
La contradicción es que, cuando comienzan este tipo de gobiernos, lo primero que desaparece es la libertad, la libertad de expresión, la libertad de información. Por ejemplo, en Venezuela todos los medios que no están con el gobierno han sido confiscados o se les ha hecho la vida imposible. Porque el gobierno sólo tiene una meta y no hay lugar para disentir. No hay lugar para libertad de movimiento y organización. Por eso, cuando la Iglesia ve estas cosas, tiene que denunciarlas. Así que esta clase de gobierno ve en la Iglesia a una enemiga porque la Iglesia no obedece a sus propósitos.
¿Se puede decir que hay una persecución contra la Iglesia católica en estos países?
Sí, y lo digo porque nos encontramos con frecuencia con estos obispos de diversas partes del mundo. Visité Ecuador para un congreso misionero y fui testigo de esta clase de persecuciones. Estuve en Perú y me encontré con algunos obispos de Bolivia que hablaban de ello. Incluso me encontré aquí, en Roma, con obispos de Venezuela y vimos que se da de hecho esta persecución.
¿Qué puede hacer la Iglesia como respuesta a esta situación actual, especialmente en un país en que la Iglesia es perseguida?
Lo que podemos hacer es ser solidarios con ellos y también denunciar a estos políticos. Yo lo he hecho a veces, y el presidente Chávez me ha atacado, pero no me importa porque es necesario decir la verdad. Y, por supuesto, este es otro aspecto de esta clase de gobiernos: no toleran la idea de que alguien pueda pensar de modo diferente a ellos. Creen que son los únicos que tienen el concepto exclusivo de la verdad, pero es todo mentira. Vea esa nación que es tan rica pero la pobreza y el hambre aumentan. Es una contradicción y es verdaderamente ridículo. Esto es una consecuencia de la falta de educación política de la mayoría de nuestro pueblo. En algunos sitios se compran los votos. En mi país, la gente, durante la mayor parte del año, no ve ni un penique hasta después de la cosecha. Algunos políticos vienen y les ofrecen digamos 50 dólares. Y ellos les votan y, desgraciadamente, esta es la situación.
Usted ha dicho que no vamos a tener paz mientras aumente la pobreza. ¿Tenemos delante un futuro difícil puesto que, como estamos hablando, la pobreza está aumentando en América Latina?
Cuando no tienes trabajo y no tienes para alimentar a tu familia, ¿qué haces? Emigrar. ¿Ir a la tierra prometida del norte para aumentar tu pobreza? Ahora tienen todos esos muros, barreras y toda esa legislación contra los emigrantes. Se ocultan y no pueden trabajar y quienes les emplean son multados con dureza si emplean a estos emigrantes. Así que no son capaces de enviar de vuelta remesas a sus países de origen. Una vez nuestra economía dependía de estas remeses, pero ya no. Han disminuido muy rápido. Así que la gente recurre a la violencia, entra en las bandas, el tráfico de drogas – que, desgraciadamente, está floreciendo en América Latina – y el secuestro es ahora una industria. No hay paz social. Esto es trágico, y hemos perdido esta paz debido a la injusticia, porque no hay modo de ganarse la vida honestamente.
América Latina no carece de desafíos. Usted mismo ha dicho que la “globalización” es la glotonería de unos pocos, que están dejando a la mayoría al margen de la historia. ¿Podemos decir que esto es algo que se ha acusado especialmente hoy, sobre todo con la crisis económica?
El Santo Padre ha indicado en repetidas ocasiones que es una crisis de ética la que ha dejado a la mayor parte de la población de nuestro mundo fuera. Al principio era como una marginación, no una exclusión. Hoy no hay ni siquiera un margen para ellos. Soy el presidente de Caritas Internationalis, por lo que sé que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha dicho que no hay dinero para aliviar la pobreza en el mundo. Siete mil millones de dólares habrían bastado y un mes más tarde dan 600 mil millones para salvar a algunos bancos del mundo, y no dejan de arrojar dinero al “saco” porque es un saco sin fondo. Todavía no han llegado al fondo y siguen arrojando y arrojando dinero en él. Si se dividen los 600 mil millones de dólares entre los 6.500 millones de habitantes del mundo… la pobreza desaparecería inmediatamente.- (Continuará)
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