Contrastes entre los países ricos y pobres – EL DIARIO (Editorial) – 17.1.2011
“Para los pobres, estos sistemas que permitan compartir los bienes del capital y la tecnología implicarían respeto a su dignidad, sus derechos y sus valores culturales,…”
COMENTARIO:
Este tema es multifacético. He aquí una óptica namás….
Se ha cumplido la primera década del tercer milenio y la división entre los países del mundo se acentúa cada vez más por las condiciones de riqueza de unos frente a la pobreza de otros que son los más. Un 30% de la humanidad está conformado por naciones que poseen todo lo que podría implicar la tranquilidad y felicidad del ser humano. En cambio, un 70% está integrado por naciones que aún se debaten en la pobreza que se torna más peligrosa.
Pero los contrastes no sólo están en la cantidad de bienes materiales, científicos, tecnológicos, económico-financieros y hasta culturales de pocos, sino en que esas diferencias determinan conductas de conmiseración hacia los pobres que reciben “ayudas y comprensión” que surgen de las demasías que poseen los ricos.
Para los pobres, si bien esas “ayudas” implican paliar en algo la pobreza, son heridas que se infiere a la dignidad de sus habitantes (un 70% de la población) que buscan comprensión a la urgencia de compartir esfuerzos y riquezas no con las ayudas sino con inversiones de capitales financieros, tecnológicos y humanos que los ricos podrían hacer en las naciones pobres con miras a crear riqueza, cambiar las condiciones de vida y, además, acrecentar sus propios ingresos con el logro de mayores dividendos.
Para los pobres, estos sistemas que permitan compartir los bienes del capital y la tecnología implicarían respeto a su dignidad, sus derechos y sus valores culturales, acrecentarían sus conocimientos científicos y tecnológicos para conformar valores humanos que permitan prescindir del concurso foráneo para crear mejores condiciones para el desarrollo y progreso de los pueblos que ayuden no sólo a superar los grados extremos de pobreza sino lograr formas de vida que no sean dependientes sino que compartan los resultados de sus propios aportes.
Contradiciendo a esta situación -que sería una forma de unificar al mundo creando las condiciones para una integración cierta- el mundo rico está inmerso en la fabricación y perfeccionamiento de armas que sólo pueden tener una finalidad: destruir al ser humano. Lo más grave de estas políticas es que parte de los pobres ha resultado ser agencias o sucursales de esa industria armamentista y, con ello, se convierten en cómplices de la criminal finalidad de combatir a la propia humanidad.
La diferencia entre ricos y pobres es abismal; es, sobre todo, contraria a principios elementales de solidaridad, caridad, armonía y entendimiento que harían posible el reinado de la paz y la concordia entre todos. Aparte de todo ello, es la fabricación de armas la que sostiene a aliados como las guerrillas, las guerras, el contrabando, el narcotráfico y la corrupción, males que acrecientan la división de la humanidad y no dan paso al reinado de valores y condiciones dignas de ser vividas.
El mundo, al empezar cada año, está a pocos días de haber formulado los mejores deseos de paz, unidad y felicidad; sin embargo, inicia nuevos períodos para el desentendimiento, las contraposiciones y la ausencia de valores que permitan eliminar los males que siembran por el mundo los “cuatro caballos del Apocalipsis”, una acción que no tiene freno y que, por desgracia, divide más a los hombres y los hace indignos de vivir la vida y la naturaleza creadas por Dios que, es de esperar, muestra Su poder y misericordia, haciendo que el mundo reaccione a sus propias realidades y destierre lo que puede determinar su destrucción.
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