A los mártires del 15 de enero y a Gloria – Susana Seleme Antelo – 16.1.2011
Fue hace 30 años. “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos”, canta y se lamenta Pablo Milanés, pues “el amor ya no se refleja como ayer”. Pero los miristas de toda la vida, sí seguimos reflejando el amor a nuestros ocho compañeros asesinados y a Gloria Ardaya, la única sobreviviente, como ayer: con convicción y espíritu de lucha por la democracia, sin ambiciones personales.
(con una versión ampliada)
Fue hace 30 años cuando aquellos jóvenes -Arcil Menacho, Jorge Valdivieso, José ‘Pepe’ Reyes, Ramiro Velasco, Ricardo Navarro, Artemio Camargo, José Luis Suárez, Gonzalo Barrón y Gloria Ardaya- fueron sitiados por los esbirros de Luis García Meza y Luis Arce Gómez en una casa propia de tiempos clandestinos: libre de toda sospecha, en la calle Harrington de Sopocachi (La Paz). Hacía seis meses, desde el 17 de julio de 1980, Bolivia vivía oscuros tiempos de dictadura, que a principios de 1981 había decretado un ‘paquetazo’ económico, ‘gasolinazo’ incluido.
Era la tarde del 15 de enero de 1981, cuando nueve miembros de la dirección nacional clandestina del Movimiento de Izquierda Revolucionaria se reunían en aquella casa para estudiar medidas de resistencia y de defensa de la economía popular. A primeras hora de la tarde se produjo el asalto: ocho fueron acribillados uno a uno. Gloria vio toda la masacre: murió ocho veces. Sobrevivió porque se identificó como la hermana del capitán Rubén Ardaya y porque su destino no era morir, sino sobrevivir para contar el crimen y desmentir a los asesinos que -como siempre en estos casos- achacaron las muertes a un ‘enfrentamiento’.
Por diversas razones, recuerda Gloria, faltaron a esa cita Wálter Delgadillo, Juan del Granado, ‘Coco’ Pinelo y Pedro Mariobo, además de Ernesto Araníbar, que no llegó del exilio. Ellos también son sobrevivientes, afirma ella. Es cierto, son sobrevivientes, pero ninguno sobrevivió con la imagen de ocho asesinados ni con la ‘sospecha’ y ‘cuasi’ acusación que le hizo este Gobierno por ser la única sobreviviente. Malévolos, sí, y precisamente de este Gobierno del que, salvo Araníbar, los otros son ministros y funcionarios, y Del Granado, ex aliado.
Fue hace 30 años, pero nuestra memoria política y afectiva sigue viva y tiene más y mayor convicción de lucha por la democracia. Pero la memoria histórica, que suele ser malagradecida casi siempre, no les ha rendido el honor que se merecen. Otras veces, el honor se torna en deshonra, cuando se utiliza su memoria y en su nombre se apoya aventuras que a título del ‘cambio’ y de los pueblos indígenas -en los hechos ambición de dominación y de poder- deshonran la democracia, reniegan de la pluralidad democrática, envilecen los principios del Estado democrático y social de derecho, y burlan los ideales por los que murieron los hombres del 15 de enero, hace 30 años.
En esa época ya estábamos convencidas(os) de que no eran tiempos de ‘tirar tiros’, como hasta hoy. Que la democracia podía y puede ser socialista si la política se juega por el respeto a los derechos humanos, por la libertad individual de hombres y mujeres como personas; por la justicia y la diversidad económica, cultural, de género y étnica.
Por esos ideales nunca envejecidos, mi recuerdo a los siempre vivos-asesinados hace 30 años. Mi admiración a Gloria, siempre compañera, y mi solidaridad a las familias de los mártires.
* Máster en Ciencias Políticas
http://www.eldeber.com.bo/2011/2011-01-16/vernotacolumnistas.php?id=110115203906
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Versión ampliada:
A los hombres del 15 de enero y a Gloria Ardaya
Susana Seleme Antelo
¡Como pasa el tiempo! Fue hace treinta años que Bolivia se estremeció con el crimen político de la calle Harrington! Y recuerdo a Pablo Milanés, cuado canta “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos” para lamentarse luego de que ““el amor ya no se refleja como ayer”.
Canto y recuerdo la canción porque es una bella canción de amor envejecido, pero los miristas de ayer y de toda la vida –aunque hoy ya no militemos en el MIR ni en otro partido- sí seguimos reflejando el amor a nuestros ocho compañeros asesinados y a Gloria Ardaya, la única sobreviviente. Reflejamos ese amor, pensando en ellos y en la patria como ayer con voluntad, entrega, convicción y espíritu de lucha a toda prueba. En ese entonces, la lucha era por la recuperación democrática, aplastada por 18 años de garras y dictaduras militares. Hoy por reencauzar el proceso democrático que a nombre ‘del cambio’ lo ha prostituido. Reitero, con el mismo espíritu de lucha, como ese ayer sin ambición personal alguna.
¡Fue Hace 30 años! Pero, nuestra memoria política sigue vida y no envejece, mientras la alimentemos con más convicción en esa lucha. Fue hace 30 años cuando aquellos jóvenes -Arcil Menacho, Jorge Valdivieso, José Pepe Reyes, Ramiro Velasco, Ricardo Navarro, Artemio Camargo, José Luis Suárez, Gonzalo Barrón y Gloria Ardaya fueron sitiados por los esbirros de Luís García Mesa y Luís Arce Gómez en una casa propia de tiempos clandestinos: libre de toda sospecha, en la calle Harrington del apacible barrio de Sopocachi en La Paz. Hacía seis meses, desde el 17 de julio del ’80, Bolivia vivía otros oscuros tiempos de dictadura, que a principios de 1981, había decretado un ‘paquetazo’ económico, ‘gasolinazo’ incluido y devaluación monetaria.
Era la tarde del 15 de enero de 1981, cuando 9 miembros de la dirección nacional clandestina del MIR se reunía en aquella casa para estudiar medidas de resistencia y de defensa de la economía popular. A primeras hora de la tarde se produjo el asalto: los 8 hombres fueron acribillados uno a uno, a mansalva. Gloria vio toda la masacre: la asesinaron 8 veces, murió ocho veces, pero sobrevivió. Hay quienes piensan que fue porque se identificó como la hermana del capitán Rubén Ardaya. Pero también hay quienes pensamos que, como el azar no da puntada sin hilván, Gloria sobrevivió porque su sino no era morir, sino sobrevivir para contar el crimen y desmentir a los asesinos que -como siempre en estos casos,- achacaron las muertes a un ‘enfrentamiento’. Las mismas mentiras políticas de todos los tiempos. Piensen…
Ese día, no recuerdo si eran la 15.00 horas o 15.30 cuando recibí una llamada de teléfono desde La Paz. La condiciones que imponía la dictadura obligaban a reforzar los cuidados y la seguridad, por eso aquella llamada fue transmitida en francés. Hasta hoy, me corre un frío por la espalda y recuerdo con nitidez las palabras, dichas en francés que traduzco: “No hables, escucha: los han matado” Solo pregunté “A todos… “ La respuesta fue un criminal rotundo SI.
Por diversas razones, recuerda Gloria en una reciente entrevista, faltaron a esa cita Walter Delgadillo, hoy ministro del MAS; Jorge ‘Coco’ Pinelo, ex embajador del MAS en Naciones Unidas y antes Encargado de Negocios en Chile; Pedro Mariobo ex vice ministro de trabajo o minería, da igual; Juan Del Granado, ex alcalde y ex aliado del MAS, además de Ernesto Araníbar, quien no llegó desde el exilio. Ellos también son sobrevivientes, afirma Gloria.
Es cierto, son sobrevivientes, pero ninguno sobrevivió con la imagen de los ocho compañeros asesinados, ni con posterior la tortura de que también fue víctima, ni con la ’sospecha’ y ‘cuasi’ acusación que le hizo este gobierno, por ser la única sobreviviente. Malévolos, sí, y precisamente de este gobierno del que salvo Aranibar, como ya vimos, los otros son ministros y funcionarios, y Del Granado, ex aliado. Ninguno desmintió públicamente ‘la sospecha’, sabiendo como sabemos quien fue el delator. Porque de eso se trató: un compañero que sabía el lugar de la reunión, fue tomado preso y bajo tortura –que debe haber sido feroz- habló. Y el MIR lo perdonó, como seguramente lo perdonaron Arcil, Jorge, Pepe, Ramiro, Ricardo, Artemio, José Luis, y Gonzalo Barrón y la propia Gloria. Esa actitud habla de una noble y buena condición humana.
Fue hace 30 años, pero nuestra memoria política y afectiva sigue viva y tiene más y mayor convicción de lucha por la democracia. Pero la memoria histórica que suele ser malagradecida casi siempre, no les ha rendido el honor que se merecen. Otras veces, el honor se torna en deshonra, cuando se utiliza su memoria y en su nombre se apoya aventuras que a nombre del ‘cambio’ y de los pueblos indígenas -en los hechos ambición de dominación y de poder- deshonran la democracia, reniegan de la pluralidad democrática, envilecen los principios del Estado Democrático y Social de Derecho, y burlan los ideales por los que murieron los hombres del 15 de enero, hace 30 años, ideales por que los Gloria sobrevive.
En esa época ya estábamos convencidas-os que no eran tiempos de ‘tirar tiros’, que la lucha política debía imponerse a cualquier otro método de lucha. Muchas y muchos, supimos y sabemos hasta hoy, que la democracia podía y puede ser socialista y que la izquierda democrática era y sigue siendo una opción, si la política se juega por el respeto a los Derechos Humanos, por la libertad individual de hombres y mujeres como personas, y de suyo por la libertad de expresión, de pensamiento y el derecho al pensamiento crítico.
Supimos entonces y sabemos hoy que la democracia podía y puede ser socialista y que la izquierda democrática era y sigue siendo una opción, si la política se juega por la justicia transparente y sin tutelas ideológicas importadas y anacrónicas. Si se juega por el respeto a la diversidad económica, cultural, de género y étnica, por la equidad –o lo más cercano a ella- social, política y económica, en la que la idea de progreso y bienestar sin exclusiones , no sea un slogan, sino el mejor estímulo para continuar la lucha por la democracia, como una hazaña más de la esperanza cuando teje la historia. Porque es una hazaña tejerla, pero tejerla bien: entre todas y todos. Y porque hasta ahora no está bien tejida, la esperanza sigue vida.
Por esos ideales y esperanzas nunca envejecidos, mi recuerdo a los siempre vivos-asesinados hace 30 años: Arcil Menacho, Jorge Valdivieso, José Pepe Reyes, Ramiro Velasco, Ricardo Navarro, Artemio Camargo, José Luis Suárez, Gonzalo Barrón.
Mi admiración a Gloria, siempre compañera, prudente y amable, política, socialista y feminista, madre, abuela, amada-amante.
Mi solidaridad a las familias de los mártires, a las viudas, a las hijas e hijos, tan dignas en la sobrevivencia de su dolor. MI ferviente y arrebatado deseo para nunca más haya mártires como los da la calle Harrington, o como los de Cochabamba, o los de la Calancha, o los del Porvenir, el Torno, el Chaco, Caranavi, ente otros, víctimas de la intolerancia civil y militar. ¡Ninguno más!
Comentario de la autora: “Me disculpan si lo enecuentyran muy emotivo, pero así vivi lo hechos y asi vivo el recuerdo. Saludos, Susana”