Descubriendo el Socialismo Neoliberal – Dany Jimenez M. / hidrocarburosbolivia.com – 14.1.2011

Los días que transcurrieron entre el 25 y el 31 de diciembre del año pasado fueron los más críticos para la sociedad boliviana desde que la actual administración de gobierno tomara el poder hace ya cinco años.

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leer también: Socialismo neoliberal  LA RAZON.mx 14.1.2011

El famoso y fallecido Decreto 0748 denominado por la opinión pública boliviana como la medida del “gasolinazo” puso la prueba más difícil al gobierno del presidente Morales referido a su blindada popularidad. La semana que vivió el mencionado decreto sirvió para demostrar que no existen divinidades terrenales en Bolivia cuando se afecta duramente la economía de los más pobres.

Ahora todo ello ha pasado y el gobernante Movimiento al Socialismo aprendió que la receta para quedarse en el poder atribuye un precio a la silla presidencial.

Desde el principio de los tiempos la génesis del discurso del MÁS fue la idealización de un Socialismo heroico, conciencial, patriótico, humanitario, igualitario, reivindicativo y nacionalista capaz de enterrar el nefasto periodo neoliberal poniendo en su lugar una especie de paraíso social al que se llegaría bajo la dirección espiritual del señor presidente Evo Morales Aima. Tomar el poder democráticamente fue solo el primer paso. Luego vendrían una serie de transformaciones estructurales del Estado que imprimirían una nueva imagen de gobierno ante los propios bolivianos acompañada de una potente propaganda internacional del primer indígena en el mundo que llega a la máxima conducción de un país. Desde luego, los asesores de imagen de Morales se olvidaron de la emblemática figura de Benito Juárez en México durante el Siglo XIX cuando diseñaban este sugestivo slogan.

Si en un principio,- y parafraseando un discurso del presidente boliviano en 2007 que decía que habían tomado el gobierno pero faltaba el poder- se gano la administración central del Estado ahora debía tomarse el poder y concluir haciendo lo más difícil, mantenerse lo más posible en el.
Para este propósito los discretos estrategas del MÁS planearon cinco líneas de acción que se aplicaron casi religiosamente hasta el momento.
Primero era necesario cohesionar a las bases militantes del partido en torno a un objetivo común.

Para eso se invento un enemigo que resultaba oportuno para la ocasión. La pobreza, la corrupción, la pésima reputación internacional y la ineficiencia del Estado eran responsabilidad del Neoliberalismo diabólico y todos sus representantes hasta antes de la Era Evo Morales. Por tanto era deber del nuevo gobierno recuperar la soberanía nacional fortaleciendo al Estado con un halito de vida desde las cenizas del pasado. El ave fénix resucito acaparando todo el control posible del sistema social nacional.

Segundo; el nuevo Estado de gran musculatura necesitaba de potentes vitaminas para funcionar. Para ello se precisaba de muchos billetes que movieran la economía pública y el aparato centralista. Las nacionalizaciones de las empresas estratégicas cumplieron este cometido, emitiendo de manera simultánea intensos mensajes de autoridad incrementada reflejada por ejemplo en las grotescas imágenes de militares tomando campos petroleros en mayo del año 2006.

Tercero; la cohesión en torno a un enemigo debía ser complementada con políticas rentistas- clientelistas que llegaran a la dimensión material de las bases sociales. La respuesta fue la creación de un conjunto de bonos solidarios dirigidos a segmentos sociales vulnerables. Los elegidos fueron los adultos mayores beneficiados con la Renta Dignidad (una versión parecida a los bonos que le antecedieron en anteriores gobiernos; BONOSOL en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y BOLIVIDA en la administración del fallecido Hugo Banzer), las mujeres en estado de gestación con el Bono Juana Azurduy, y el Bono Juancito Pinto para niños en edad escolar hasta quinto de primaria. Estas transferencias públicas fueron demás de exitosas y extendidas en otros niveles. Estos niveles alcanzaron también a muchos municipios a través de una especie de “repartijas” populistas con recursos provenientes principalmente de la chequera del señor Hugo Chávez Frías.

Cuarto; el nuevo Estado reconstruido y poderoso debía responder a un mando único vertical para asegurarse homogeneidad en su funcionamiento. Aquello que la Democracia moderna divide al Estado en tres poderes independientes no era viable en el nuevo contexto. Sendas leyes “revolucionarias” se encargaron de dibujar una nueva estructura estatal a la cual no podían pertenecer la gran mayoría de las cabezas de los poderes públicos debido a que eran vivo legado de un periodo neoliberal que estaba terminando de morir. La Asamblea Legislativa Plurinacional actuó de partera de cinco criaturas que compartían el mismo corazón; La Ley Marco de Autonomías y Descentralización, La Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, la Ley del Órgano Judicial, La Ley del Órgano Electoral Plurinacional y la Ley del Régimen Electoral. Y para completar la tarea se anuncio que un paquete de 100 leyes debían implementarse para terminar la obra fina del nuevo diseño plurinacional del Estado.
Y finalmente el quinto paso se dio en dirección de anular cualquier amenaza presente y futura de su permanencia en el poder. Un ejército de operadores de justicia se dispuso a acusar y condenar a cuanta oposición política o cívica se cruzara por delante.

La receta de cinco ingredientes básicos fue sazonada con una alta dosis de mediatización discursiva del Jefe de Estado en su rol natural de caudillo complementada con matices formales y academicistas del Vicepresidente matemático y una elite reducida de intelectuales de “izquierda” que se subieron al carro ganador.

Entonces el precio de la silla presidencial había sido pagado con creces. La receta fue minuciosamente preparada para millones de comensales que eran capaces de votar tanto como apoyar en la ciudad y el campo a un líder carismático y un partido que instrumentalizaba sus ideas. Pero de pronto una decisión gubernamental cambio el panorama modificando el esquema de sostenibilidad del poder que se tenía hasta entonces. El “gasolinazo”, que teóricamente cerraría la herida del desangramiento financiero del gobierno central a través de la subvención a un grupo de carburantes no fue entendido por la población boliviana porque la gente no suele razonar técnica ni académicamente, lo hace a través del cuidado de sus intereses básicos. Las explicaciones esforzadas del presidente y el Vicepresidente en torno a la necesidad de nivelar a precio internacional ciertos carburantes para anular el perverso contrabando que le cuesta al gobierno nacional unos 150 millones de $us de los 380 que actualmente eroga el Estado central por concepto de subvención no servía de argumento válido para relajar la moral callejera de los violentos movilizados, que en el mismo corazón del poder por primera vez pedían abiertamente la cabeza de Evo Morales sin ningún reparo. Las masas hambrientas pasaron de la crítica al gobierno a la crítica al presidente; a aquel hombre blindado de los errores de sus propios colaboradores. Los estribillos groseros derivados del paroxismo generalizado concluían en un temerario pedido al señor presidente:”…que renuncie”.

En el plano de lo coyuntural la receta inicial quedo obsoleta y ya no había un enemigo externo a quien confrontar para cohesionar las masas movilizadas. La necesidad del enemigo externo y el conflicto como instrumento de gestión gubernamental no encontraban resonancia en ninguna parte de la población boliviana.

En tal situación el primer mandatario comprendió que el precio de la silla presidencial era diferente. Una medida tan neoliberal como su derogación era el secreto para mantenerse sentado un tiempo más en el Palacio Quemado. Morales y sus ministros entendieron también que la receta antes señalada era una mera cereza en el gran pastel de hacer gestión gubernamental. Consultado el prestigioso analista boliviano Jorge Landivar al respecto, este señala: “Evo Morales aprendió que la mejor forma de gobernar es no interrumpir el curso natural de las leyes del mercado. La oferta y la demanda representan el corazón de la economía, por tanto el Estado no debe fijar un sistema de precios arbitrariamente sin tomar en cuenta a los que producen, a los que comercializan y a los que compran”. Esta opinión refleja con mucha precisión el trasfondo de lo sucedido entre el 25 y el 31de diciembre del año pasado. El gobierno central intento nivelar los precios de importantes carburantes como el diesel y la gasolina de acuerdo a su cotización en el mercado internacional, sin embargo se olvido de considerar el origen de los ingresos de más del 80% de la PEA (Población Económicamente Activa) que no es asalariada. El decreto de un aumento salarial del 20% para cuatro sectores laborales y del Salario Mínimo Nacional de 679 a 800 bolivianos solo llega a poco más del 15% de la PEA boliviana. La mayoría de la gente en Bolivia hace economía en los rincones de la informalidad por lo que debieron pagar un costo altísimo por la avezada medida del presidente.

Ahora, la comprensión de que las leyes naturales del mercado son inevitables en un sistema capitalista obliga a cualquier gobierno a afinar su noción del rol del Estado frente al Mercado.

Una excesiva intervención en este distorsiona las relaciones económicas forzando comportamientos que pueden ser muy perjudiciales para todos los componentes de la cadena productiva. En algún momento la población boliviana deberá comprender la necesidad de nivelar los precios de los carburantes, pero lo hará cuando sienta que se ha elevado considerablemente el poder adquisitivo de sus ingresos en el momento de otro eventual gasolinazo.

Después de todo lo expresado en el presente documento resta preguntarse cuanto queda del socialismo proclamado por la actual administración gubernamental y el grado de comprensión que pudieran haber tenido los más fanáticos seguidores de esta doctrina en torno a la inevitable realidad de un país tan capitalista como cualquier otro.

Si el precio de la silla presidencial es ser neoliberal cuando las fuerzas sociales rebasan todo control, entonces quedara cada vez menos espacio de credibilidad para un discurso socialista que no llena estómagos ni constituye una gerenciamiento espiritual e ideológico para millones de ciudadanos que sin saber aun siguen siendo hijos del histórico Decreto 21060 de 1985. “Bolivia se nos muere” dijo en su oportunidad el presidente Víctor Paz Estenssoro. Ahora, más de 25 años después Evo Morales rifa su silla presidencial a un costo que ya pago Paz en la década de los 80 cuando dejo de ser estatista para mutar a un instrumento útil del neoliberalismo y el capitalismo como expresión de una realidad que está por encima de experimentos ideológicos y fanatismos políticos.

*Sociólogo
Fuente: http://www.hidrocarburosbolivia.com/nuestro-contenido/noticias/39411-descubriendo-el-socialismo-neoliberal.html

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Bertrand de la Grange
EL ANÁLISIS

Socialismo neoliberal

La Razón
México D.F., 8 de enero de 2011

“En su desesperación por conservar el poder, los hermanos Castro han creado un esperpento, llámese socialismo neoliberal o estalinismo capitalista, que se nutre de lo peor de cada casa. Consiste en despedir a cientos de miles de empleados estatales sin reconocerles los derechos sociales vigentes en las democracias capitalistas. Los cubanos pierden así los beneficios del sistema socialista —salario garantizado, libreta de abastecimiento— y no consiguen, a cambio, las ventajas de la economía de mercado, como la libertad de ejercer su profesión o de abrir un comercio. Por menos que esto han caído varios gobiernos.

En Cuba, es cierto, ya existía ese lamentable capitalismo de Estado que controla el poder sindical y explota a los trabajadores mucho más que en cualquier país genuinamente capitalista. Durante medio siglo, el régimen se ha dedicado a destruir la empresa privada para entregar al Estado el monopolio de la producción en casi todos los sectores de actividad. Con resultados tan desastrosos que la isla se ha visto obligada a importar el 80% de los alimentos que consume. Y ahora, cuando está de rodillas y no dispone de los recursos para pagar los salarios de una plantilla abultada y poco productiva, el Gobierno echa a la calle sin contemplaciones a todos los que sobran. Según la terminología oficial, tan proclive al eufemismo, no se trata de “despidos”, sino de “reordenamiento laboral” o de “actualización del modelo socialista”.

Los primeros despidos han coincidido con el 52 aniversario de la revolución, el 1 de enero. Medio millón de trabajadores perderán sus empleos en 2011 y otros 800 mil en los próximos tres años. Es decir, casi el 30% de la población activa. No conozco otro caso de la misma proporción en la historia. Ni la Gran Depresión, que en su peor momento (1933) disparó la tasa de desempleo en EU al 24.9%. Un verdadero terremoto social se aproxima a la isla, y no parece que las autoridades tengan algún plan de contingencia ni los recursos para paliar los efectos desastrosos de su propia política.

Los cubanos lo aguantan todo, creen sus dirigentes. En los años noventa, vivieron momentos extremadamente duros —el “periodo especial”— cuando el derrumbe de la URSS provocó la suspensión de la ayuda, generosa e interesada, de la gran potencia comunista. A partir de 2000, volvió una bonanza muy relativa gracias al petróleo de Hugo Chávez y a los dólares del exilio cubano. Chávez y Miami proveerán, piensan en La Habana.

…Los Castro y sus acólitos no podrán, sin embargo, mantener cerradas todas las puertas si quieren bajar la presión social creada por los despidos masivos. Y cualquier rendija será aprovechada para ganar espacios de libertad en detrimento de un Estado que ya no es capaz de proporcionar un mínimo de bienestar a la población…”.

Extracto del artículo publicado por el diario La Razón de México

http://www.infolatam.com/2011/01/09/socialismo-neoliberal/

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