La reforma cubana – Marcelo Ostria Trigo – 12.1.2011
“El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él”, dice un conocido refrán chino. Esto ya se aplica a los dirigentes de la ‘nomenklatura’ comunista de Cuba que han malgastado los últimos años, quedándose sentados contemplando la crisis terminal de su sistema socialista.
COMENTARIO:
En este blog hay varios artículos sobre el particular, invito buscarlos.
Hace ya tiempo que el presidente de Cuba, Raúl Castro, anunció cambios en su política económica. Fue la ratificación y la secuela de una indiscreción, en septiembre de 2010, de su hermano Fidel: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros (los cubanos)”.
El nuevo plan económico del castrismo está constituido por un paquete de reformas que –se apresuran en advertir los dirigentes de la isla– no se apartarán de la ortodoxia marxista-leninista que se impusiera en 1959. Insisten, en efecto, en que “no se puede hablar de reformas…”, sino de una “…actualización del modelo económico cubano, donde van a primar las categorías económicas del socialismo y no el mercado. Seguirá rigiendo la planificación centralizada. No vamos a entregar la propiedad”. Todo esto tras un nuevo reconocimiento del fracaso, esta vez de Raúl Castro: “Se está jugando la vida de la Revolución”, dicho a sabiendas de que éste puede ser el camino sin retorno hacia el fin de este largo experimento socialista. Pero si la intención es seguir en el bando de los socialistas –ya muy mermados–, habrá pocas esperanzas de que se pueda evitar su total desmoronamiento.
La ‘actualización socialista’ –el eufemismo castrista de la reforma– no será fácil. Habrá mayores peligros si no funcionan las medidas propuestas, especialmente la que acaba de iniciarse con el proceso de despidos de medio millón de empleados públicos, confiando en que éstos sean acogidos por un neonato sector privado. En efecto, “las esperanzas que permiten concebir el hecho de que, por fin, algo importante se empiece a mover en Cuba no puede ocultar el drama humano al que se asoma la isla. El raquítico sector privado no podrá absorber en lo inmediato la mano de obra despedida del sector público, con lo que estaría cerniéndose sobre la población un nuevo y más grave deterioro de las condiciones de vida”. Más aún, “al renunciar por inviable a la economía dirigida por el Estado, el régimen cubano no podrá sostener por tiempo indefinido la falta de libertades individuales que hasta ahora presentaba como un requisito imprescindible del sueño igualitario que aseguraba retóricamente perseguir”. (Editorial de El País, Madrid, 06/01/2011).
La resistencia castrista a la apertura no podrá durar más allá de la vigencia de su actual dirigencia, incluyendo al anciano dictador retirado. Mientras tanto, sería la resistencia la que sólo prolongaría la crisis terminal del socialismo de la isla; crisis a la que escaparon los países de Europa Oriental y la propia Unión Soviética, ya desaparecida, abandonando los dogmas del comunismo.
El camino sensato para los cubanos será también dejar atrás la mala historia del retórico art. 5 de la Constitución castrista: “El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
La alternativa para la dirigencia cubana es, ahora, cambiar sustancialmente o seguir sentada en un hormiguero.
Enviado por el autor Columna Mi opinion [columna_mi_opinion@hotmail.com]