Liberalismo y crecimiento económico – Javier Paz García – 15.12.2010

Sólo basta ver cualquier índice de desarrollo económico para constatar que los países donde existen democracias liberales, donde hay respeto y protección a la propiedad privada, donde se permite funcionar a los mercados, donde las leyes se cumplen y donde el Estado tiene un rol limitado en la economía, son los países con mayor desarrollo económico.

(con un comentario de Carlos Herrera)

Por el contrario, los países cuyos gobiernos pretenden manejar la economía, ‘planificar’ el crecimiento económico, controlar los precios, intervenir los mercados o crear Estados de bienestar son precisamente los países más pobres, con niveles inferiores de crecimiento económico y donde gran parte de la población pasa hambre y penurias.

Esta constatación empírica se ha producido a lo largo del tiempo, con diferentes culturas, razas o condiciones geográficas. Hay algunos casos que se asemejan a experimentos de laboratorio. Por ejemplo, Alemania, luego de la Segunda Guerra Mundial, fue dividida en dos. Antes de la división en ambas partes existían condiciones similares en cuanto a raza, cultura, nivel de educación, recursos naturales, ingreso per cápita, etc. Sin embargo, para 1989, cuando las dos Alemanias se unificaron, la parte oriental, que había adoptado el comunismo, estaba mucho menos desarrollada que la parte occidental, mucho más pobre.

Corea es otro caso de laboratorio, un solo país con la misma cultura, mismo nivel de educación y similares recursos naturales, luego de una guerra se dividió en dos. Hoy, Corea del Norte (comunista) es uno de los países más pobres del mundo, su Gobierno prefiere invertir en armas que en educación o salud y su gente se muere de hambre. Por el contrario, Corea del Sur, que abrazó el capitalismo, tiene ingresos per cápita similares a los europeos, produce y exporta de todo, ha sido sede de los Juegos Olímpicos y de un Mundial de fútbol y ha sacado de la pobreza a millones de sus habitantes.

Un ejemplo de cambios a través del tiempo es Argentina, donde en el siglo XIX, bajo un régimen liberal, era un país de Primer Mundo, más avanzado que Europa, tanto así que atraía emigrantes del Viejo Continente. El siglo XX le trajo a esta nación peronismo, populismo y demagogia, con lo cual decayó hasta ser una más de las mediocres naciones sudamericanas; hoy continúa orgullosamente por ese camino.

Andrés Oppenheimer, en su libro Cuentos chinos, nos presenta ejemplos de lo contrario, con países como China, Irlanda o los ‘tigres asiáticos’, que siendo pobres adoptaron medidas de apertura de sus economías junto con políticas públicas responsables y consecuentemente experimentaron niveles de crecimiento económico que parecerían imposibles de alcanzar. Esto va más allá de ideologías, dogmatismos o teorías; son hechos empíricos verificados innumerables veces y que muestran con bastante certeza que existen recetas que favorecen el crecimiento económico y otras que lo retardan. Los gobiernos inteligentes y verdaderamente preocupados por su gente deberían seguir los ejemplos de los países exitosos. Hacer lo contrario demuestra ignorancia o desinterés por el bienestar del pueblo.

* Máster en Economía, http://javierpaz01.blogspot.com/

http://www.eldeber.com.bo/2010/2010-12-14/vernotacolumnistas.php?id=101213215757

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El comentario de Carlos Herrera:

El diccionario dice que “intelectual” es una palabra relativa al entendimiento. Un intelectual, por lo tanto, es una persona dedicada al entendimiento de las cosas. Pero ¿cómo se sabe cuando alguien habla con un entendimiento verdadero?. O lo que es lo mismo ¿Cómo distinguir entre un intelectual y un mero palabrero? No es muy difícil, aunque en los hechos pareciera que sí, porque aquí en Bolivia (y tambien en el mundo) cualquier tontín (si es un buen vendedor de su imagen) puede pasar por un intelectual. Lo problemático del asunto (reconocer o no a un intelectual) radica en que para saber quien es quien, hace falta que el que juzga tenga dos cosas: criterio e información. Criterio, porque para discernir el trigo entre la paja, se requiere de una inteligencia mínimamente cultivada, es decir, capaz de hacer la distinción; e información, porque para saber si alguien nos está vendiendo gato por liebre, hay que saber cómo es un gato y cómo es una liebre, es decir, estar informado sobre las características esenciales de las cosas. De lo contrario es fácil que un bribón cualquiera nos meta gato por liebre. O dictadura por democracia representativa. O persecución política por justicia. O populismo por progreso, o pachamamismo (como dice Eduardo Bowles, un auténtico intelectual) por ecología.
En todo caso Javier Paz (un cruceño que apenas pasa los treinta años ) muestra que también es un intelectual, porque lo que dice enseña que posee esas dos cualidades: sabe lo que es esencial a la hora de opinar sobre la política (es decir, entiende cuando hay progreso y cuando estancamiento) y tiene la información necesaria para juzgar sobre el devenir histórico, esto es, sobre la forma que unos y otros países han alcanzado, algo vital para entender las cosas con un mínimo de seriedad. Tiene además otra cualidad esencial, se expresa de una forma que permite aprehender las ideas de una forma clara e inmediata, nada se queda en el limbo del subjetivismo, como es característico en muchos “intelectuales” bolivianos o latinoamericanos. Que quede claro que no estoy hablando mal de los bolivianos como tales (empresarios, profesionales, periodistas, obreros, etc.) sino de aquellos impostores que han hecho carrera fingiendo lo que no son. Para hacerlo mas claro, estoy hablando de tipos como Carlos Mesa (no digamos ya nada de los idiotas latinoamericanos, una especie común por estas tierras) que cuando escriben, a lo más elaboran una sopa de ideas que no deja ninguna conclusión efectiva (ni constructiva) en la mente de las personas, sólo el sentimiento de que uno es un perfecto huevón porque no entiende a estos gurús de la palabra, cuando en realidad es imposible entender a quien no dice nada. En nuestro país, señores, lo que se llama tradición intelectual (es decir, la sabiduría acumulada sobre la ciencia y la filosofía por parte de los intelectuales) es algo en ciernes todavía, lo cual no quiere decir ausencia de hombres inteligentes en nuestra historia, sino que nuestro avance en tal sentido (de formación de un pensamiento general propio) es todavía mínimo. No olvidemos que el rol del intelectual es orientar a la sociedad, y por eso cuando una sociedad (como en nuestro caso) vuelve feliz y contenta a meterse en la prehistoria hasta el cuello, quiere decir que nuestros intelectuales han fallado gravemente. Por eso entonces leamos más a los que sí ayudan a entender las cosas con objetividad y seriedad, porque de ello (de la comprensión verdadera y no del palabrerío hueco) devienen las mejores decisiones políticas y económicas para los países . Aquí hay uno de esos buenos….Un saludo carlos.

Enviado por carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

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