Chapare, ¿zona roja? – P. Miguel Manzanera, SJ – 6.12.2010

Iglesia Viva 6.12.10. Ha sorprendido la airada y totalmente injustificada reacción de algunos dirigentes cocaleros chapareños y autoridades gubernamentales a las comedidas reflexiones pastorales del Arzobispo de Cochabamba, Mons. Tito Solari, conminándole a retractarse en el plazo de 48 horas y en caso contrario, amenazándole con la expulsión de Bolivia. A última hora en la asamblea de cocaleros en Lauca Ñ ya no se habló de expulsión, pero sí de declaración de persona no grata.

Estas amenazas son completamente inicuas, ya no tienen ninguna base ni ética ni jurídica. Las reflexiones de Mons. Tito, tal como él mismo aclara, no quieren acusar a nadie, menos estigmatizar, sino que pretenden alertar a la población sobre el involucramiento de menores de edad en el microtráfico. El buen pastor se hace eco de la angustia de los padres de familia, de los agentes pastorales y de los educadores, incapaces de frenar esa utilización artera de niños y adolescentes, iniciándoles en la delincuencia.

En vez de recibir con agradecimiento esta alarma, hecha con toda delicadeza y sin dar datos que pudiesen identificar a los menores involucrados, los dirigentes han estallado en improperios y acusaciones gratuitas, que no hacen sino poner de manifiesto, con un fanatismo digno de mejor causa, la crítica situación en la que está cayendo esa otrora idílica región tropical. Ese exceso de susceptibilidad tal vez pretende ocultar lo que realmente sucede en el Chapare. Más allá de peroratas histéricas se impone la inmediata investigación seria y objetiva sobre la magnitud del narcotráfico y de sus previsibles consecuencias futuras para el futuro no sólo de esa región, sino también de Bolivia y de los países limítrofes.

La utilización de menores muestra que el narcotráfico ha echado raíces en la población y que se está extendiendo como una mancha de aceite. Investigaciones imparciales hablan de porcentajes considerables, mínimamente entre un 30 o 40 %, de derivación de la coca hacia el circuito de la elaboración de la pasta base y posteriormente del clorhidrato. Recién en octubre de este año, el Presidente del Bolivia, Evo Morales, también Presidente de las Confederaciones de Productores de Coca en el Chapare, reconoció que no se había percatado de la magnitud de ese fenómeno social y público.

Para evitar juicios globales hay que distinguir entre los campesinos honrados que trabajan duramente para ganarse el pan sin cometer actos ilegales, lo cuales merecen todo muestro mayor respeto, y aquellos otros que, atraídos por la tentación de mayores ingresos, comienzan a extender sus cultivos más allá del cato autorizado y a vender la coca a intermediarios de los narcotraficantes. Incluso algunos incursionan en la producción de la pasta base, aprovechándose de la tecnología colombiana más sencilla y eficiente que la antigua en pozas de maceración. De aquí a la vinculación, activa o pasiva, con los cárteles de la droga no hay más que un paso que algunos más inescrupulosos han comenzado a dar.

La utilización de adolescentes es otra tentación casi inevitable para los narcotraficantes y para los mismos menores, atraídos por el señuelo del dinero fácil, ya que el Código Penal de Bolivia sólo es aplicable a los mayores de 16 años. Por debajo de esa edad no se les puede enjuiciar y ni siquiera dar a conocer públicamente sus nombres. Únicamente se les aplican las medidas de protección social establecidas en el Código Niño, Niña y Adolescente.

Valoramos la valentía de Mons. Tito frente a la pasividad de muchas personas que por temor o para evitar problemas, callan estos hechos o solamente los comentan a media voz y en privado. Todo ciudadano tiene el derecho y el deber de expresar en público su opinión sobre temas que conciernen al interés público, particularmente cuando se refieren a la violación de derechos humanos.

La reflexión de Mons. Tito no sólo está justificada dentro de la misión eclesial de evangelización, sino que puede ser providencial, si, calmadas las pasiones políticas y sindicales, mueve a que todos los gobernantes y los gobernados nos unamos en la erradicación de la droga, una de las amenazas más terribles contra la humanidad. En nuestro país este flagelo ya está cobrando víctimas humanas y corrompiendo las conciencias de muchas personas, además del tremendo deterioro ecológico que provoca. Pidamos a Jesucristo, el Príncipe de la Paz, para que ayude a su pueblo a no sucumbir ante esta peste destructora, similar a la descrita en el libro de la Revelación (Ap 6, 7).

Fuente: http://www.iglesiaviva.net/-an%C3%A1lisis—opini%C3%B3n/6386-chapare-izona-roja.html

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