Los mitos profundos – Manuel Vargas / LA PRENSA – 14.11.2010

Hay un libro del ensayista boliviano Guillermo Francovich (1901–1990) llamado Los mitos profundos de Bolivia. Se lo conoce bastante, por haber sido el único que se ocupó, casi a tiempo completo, de tratar en sus ensayos el tema de la filosofía en Bolivia. Francovich es un ensayista un poco desmadejado en su escritura, pero igual vale la pena leerlo.

(con un link al libro en cuestión)

Este señor era de Sucre. Vivió muchos años en Brasil, donde murió. También escribió algunos cuentos, y su manera de reflexionar era, como los antiguos, a través de diálogos. No hay que olvidar, a propósito, su libro El monje de Potosí, un clásico del teatro boliviano, en el cual recrea una anécdota colonial de Arzans Orsúa y Vela.

Este libro de los mitos consta de varios capítulos con diversos temas bolivianos que se suceden a lo largo de nuestra Historia. Desde los mitos andinos, El mito primordial, donde la piedra era la dueña y señora, hasta uno muy actualísimo, llamado Retorno al Tawantinsuyo, es decir, al Imperio de los Incas.

En sencillas palabras, nos explica que el ser humano se mueve y actúa no sólo guiado por la razón, sino también por todo el resto que no es razón: el mito. De ahí se puede entender, por ejemplo, que eso del Retorno al Tawantinsuyo no sea una simple ocurrencia fuera de lugar, o mejor dicho fuera de tiempo, sino un mito a partir del cual la colectividad boliviana vive y se pelea, y hasta derrama sangre y lágrimas. Eso lo estamos viviendo ahora. Si bien no siempre se lo dice oficialmente, se actúa como si realmente quisiéramos volver a la edad dorada de los Incas. Este mito es una versión del mito universal llamado La edad de oro. Nunca existió como la dibujan nuestros deseos y nuestra imaginación. Pero las colectividades viven y mueren por esta mentira llamada mito.

El capítulo en cuestión es el comentario de un libro, Tawantinsuyo (1978), de Ramiro Reynaga Burgoa. ¿No les parece simpático el asunto? ¿No será bueno que veamos los acontecimientos del país, desde esta óptica, para primero comprender, y luego superar ciertos mitos? Y crear otros, claro, porque el ser humano dizque no puede vivir sin mitos. El mito de la revolución, el mito del eterno retorno, el mito del paraíso, el mito de la felicidad.

Más allá del mito, ¿cómo era el imperio de los incas? “El régimen incaico, con una estructura rigurosamente vertical, gobernaba desde la cumbre. Lo preveía todo. Lo ordenaba todo. Con la supresión de cualquier forma de libertad individual eliminaba no solamente toda posibilidad de desorden sino también cualquier irrupción de la aventura y del azar. El imperio incaico es uno de los más notables ejemplos de gobierno monolítico que han conocido los hombres en el mundo” (pág. 32). Señores, ¿no es cierto que estos tiempos se están entrecruzando?

Otra cosa simpática que nos cuenta Francovich es aquella de que, después de la Independencia de 1825, los libros de Historia de Bolivia hicieron casi desaparecer la época colonial (El mito de El espectro español), seguramente por considerar que todo lo español era malo y digno del olvido. Tuvimos que llegar a medio siglo XX para comenzar a recuperar ese hueco negro de un pasado que no queríamos aceptar. Ahí están las fechas y los títulos de los libros de historia, señalados por Francovich.

Y a propósito, el ensayista termina diciendo: “Nos privamos de nuestras raíces históricas. Huérfanos de nuestro pasado, mutilados espiritualmente, tratando de ser nuevos acabamos no sabiendo lo que somos” (Pág. 135).

Por si acaso, este libro fue publicado por primera vez el año 1980. Cualquier coincidencia con el presente debe ser simple y puro azar.

Escritor

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LOS MITOS PROFUNDOS DE BOLIVIA

http://www.bc.umsa.bo/img/upload/mdigi/mitosprofundos.pdf

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