MUERTA LA ILUSIÓN, ¡QUE VIVA LA ILUSIÓN! – LOS TIEMPOS (Editorial) – 25.10.2010
Mientras Bolivia sueña con vender litio “durante los próximos 5.000 años”, Chile se alista para copar el mercado mundial de los próximos 25
Dos temas han acaparado durante los últimos días la atención de quienes se preocupan por la estabilidad y firmeza de los dos pilares sobre los que se sostienen las esperanzas —o ilusiones— del futuro económico nacional. La dramática disminución de las reservas de gas natural fue la una, y el anuncio de que Bolivia será el primer país en sustituir su matriz energética, sustituyendo los hidrocarburos por el litio, la otra.
Ambas tienen muchos elementos en común. No es casual, por eso, que el presidente Morales haya desplegado sus mejores esfuerzos retóricos para presentar la “política de industrialización del litio” de su gobierno justo cuando todas las autoridades del sector hidrocarburífero ya no tienen cómo ni dónde seguir ocultando las cifras sobre una inminente catástrofe que se cierne sobre el futuro gasífero de nuestro país.
Sobre el primer aspecto del problema, la disminución de las reservas, las autoridades del sector han dejado pasar una semana más sin negar los datos publicados hace ya dos semanas en las páginas de este matutino sobre la absoluta y total falta de correspondencia entre la exigua cantidad de gas disponible en el subsuelo boliviano y los alucinantes proyectos de industrialización y exportación que durante los últimos años fueron alentando en la fantasía colectiva los autores intelectuales de la “nacionalización” de mayo de 2006.
Desgraciadamente, tal como con mucha anticipación lo vaticinaron quienes conocen del tema, que obviamente no son quienes tienen en sus manos la riqueza gasífera de nuestro país, ha quedado ya demostrado que los resultados de cuatro años de “nacionalización” sólo pueden ser calificados como “catastróficos” y los efectos negativos no podrán ser revertidos en mucho tiempo.
Pero eso no parece importar a las autoridades gubernamentales, pues con los mismos criterios fantasiosos con que ofrecieron un futuro venturoso sobre la base del gas, hoy anuncian que Bolivia podrá satisfacer la demanda del mercado internacional de litio nada menos que durante los próximos 5.000 años. Así, Evo Morales, en vez de darle al país la mala noticia que con tanto esmero se sigue escondiendo, ha preferido anunciar no sólo al pueblo boliviano, sino a la humanidad entera, que ni Bolivia ni el mundo deben preocuparse más por el gas porque con litio del Salar de Uyuni se podrá “cambiar la matriz energética del planeta entero”.
Tales frases, como era de suponer, han sido recibidas con sonrisas burlonas en unos casos, con expresiones de furia e indignación, en otros, y con mucho escepticismo en los demás. Es que quienes saben del tema –tal como ocurrió con los que saben sobre hidrocarburos– consideran que la “estrategia” gubernamental para inundar de litio los mercados mundiales es un desacierto, en el mejor de los casos, y un monumental disparate, en el peor.
Es tan evidente el despiste que parece reinar en las altas esferas gubernamentales, que como si de la tarea más fácil se tratara anuncian que Bolivia será el primer país en adoptar el litio como base de su nueva matriz energética. No parecen haberse enterado de que el litio no es en sí mismo una fuente de energía, sino sólo un medio para almacenarla.
En tanto, mientras el Gobierno boliviano sueña con vender litio “durante los próximos 5.000 años”, Chile, con sus insignificantes reservas, se prepara para copar el mercado de los próximos 25 años.
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