El extenso reino del tiempo que nunca pasó – Aitor Iraegui / Aula Libre – 22.10.2010

En Bolivia se está generalizando una sorprendente metodología para
establecer la adscripción política, alejada de criterios ideológicos y
basada, sobre todo, en parámetros etológicos. En otras palabras, que para
ser considerado de izquierda o de derecha ya nada tiene que ver cómo piensas
o qué ideología defiendes, porque lo realmente importante ha pasado a ser
cómo te comportas y hacia donde diriges tus lealtades.

Así, la adscripción política se establece a partir de un principio sencillo:
el grado de derechización del ciudadano es directamente proporcional a su
discrepancia (pública) con las ideas oficiales. Por lo tanto, ser
considerado de derecha o de izquierda ya nada tiene que ver con la
trayectoria política, las opiniones, las lecturas o el currículo y todo se
reduce a si estás manifiestamente de acuerdo (o no) con el gobierno. Dos
ejemplos muy conocidos: 1) Chichi Pérez, al que un acuerdo con el ahora
senador Ávalos lo transformó automáticamente de protofascista a izquierdista
de bien; 2) Juan del Granado, al que su alejamiento respecto al oficialismo
le ha llevado de ser un histórico de la izquierda a convertirse,
fuminantemente, en un supuesto líder de la derecha.

Es fácil suponer que esta desideologización populista de los conceptos de
izquierda y de derecha tiene sus riesgos. El más evidente es que estemos
avanzando hacia la consolidación de una izquierda que, desde el punto de
vista ideológico, carece de izquierdistas. Escuché un ejemplo de esta
situación hace unos sábados en el Debate de Radio Panamericana: Mientras se
discutía la Ley contra el Racismo, uno de los periodistas-moderadores hizo
una observación elemental (desde el punto de vista marxista) sobre la
superestructura ideológica y su dependencia respecto a la base económica:
puro marxismo para principiantes. Sin embargo, la diputada Marianela Paco,
masista y Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, dijo que no estaba
de acuerdo y afirmó (palabra más, palabra menos) que suponer que las ideas
dependen de la economía era un principio neoliberal y que todos sabemos a
donde nos ha llevado el neoliberalismo ¡¡una de las bases de la economía
política marxista había resultado ser neoliberal!! Por supuesto que no todos
los diputados masistas están obligados a conocer los fundamentos del
marxismo, pero tampoco les viene mal, digo yo, si uno va de radio en radio y
de canal en canal reivindicando la revolución socialista y acusando de
derechistas y reaccionarios a todos los que se oponen.

Por lo tanto, si hay una “izquierda sin izquierdistas”, es comprensible
también, desde esa lógica, que haya una “izquierda de derechistas” y ahí es
quizás donde se asienta la (reprochable) posición de la Ministra (ver
http://bit.ly/bdN40C) y su enojo con Roberto Rosa, porque el oficialismo
entiende que existe una izquierda virtuosa (que por supuesto es la oficial)
y luego están, aunque no los nombren así, los de la “izquierda derechista”:
izquierda ideológica pero derecha etológica. Desde el razonamiento
predominante estos seguramente deben ser los más peligrosos, a los que hay
que combatir con más firmeza y ese combate se logra fundamentalmente
“neoliberalizándolos”, identificándolos con el pasado, con la derecha,
haciendo tabla rasa entre todos los opositories al grado de que sea
imposible diferenciar entre un militante de la izquierda democrática y un
opositor verdaderamente derechista (y que conste que en democracia ser de
derecha es una opción legítima, no un pecado, ni una actitud antipatriótica,
ni una tara de la que se deba estar avergonzado) .

Por supuesto Beto Rosas no es el único ” izquierdista de derecha”. El otro
día escuché a un señor decir en la radio que Susana Seleme es de extrema
derecha. Es un buen ejemplo, porque Susana ahora mismo es quizás un
personaje más público que el Dr. Rosa y, en consecuencia su discrepancia con
el gobierno es más notoria. Ciertamente nada importa que Susana haya sido de
izquierda toda su vida o que todos sus análisis (buenos o malos) los haga
con Carlos Marx como guía espiritual, porque por supuesto eso no es
suficiente. El “comportamiento” de Susana es de derecha y ahora mismo eso es
lo único que importa.

Hay muchos otros izquierdistas estigmatizados. Ciudadanos progresistas,
militantes de la izquierda democrática a los que el pensamiento oficial ha
excomulgado. Algunos de ellos son, en el contexto actual, verdaderos
apestados. Pero a los que les han quitado el saludo o a los que los increpan
en los aeropuertos, recordarles que aunque haya un punto crítico donde lo
efímero parece permanente, en realidad es puro espejismo.

iraegui@hotmail.com

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