Mayoría circunstancial y libre expresión – Marcelo Ostria Trigo – 20.10.2010
Se ha esparcido una idea que contribuye a la deformación de la democracia: la mayoría de votos otorga derechos ilimitados para gobernar y aun para dominar a la otra parte de la ciudadanía no alineada con los circunstanciales vencedores en elecciones. No es extraño, entonces, escuchar que los más votados tienen un imaginario mandato para cambiarlo todo,…..
……..incluso el ordenamiento institucional para conseguir sus propósitos que, según los que alcanzaron el poder, son los de toda la sociedad.
En el trasfondo de esta torcida interpretación de cómo ejercer el poder público está el afán de establecer regímenes autoritarios. Esto corresponde, ahora, a la concepción de los ‘socialistas del siglo XXI’, o sea, a los que toman ventaja de su mayoría temporal para crear nuevas reglas destinadas a predominar y eternizarse en el poder.
En el pasado, la manera común de las tiranías para dominar consistía simplemente en negar los derechos de los grupos opuestos al déspota y destruirlos. Hitler, con el enorme apoyo inicial de las masas enfervorizadas, se propuso erigir, sin ninguna contemplación, el Tercer Reich que duraría mil años. No apeló al disimulo; eliminó brutalmente a la oposición y a cualquier grupo adverso, negando todas las libertades democráticas, entre ellas la de opinión. Inflamó, para ello, el odio –concebido como motor de su acción–, principalmente contra judíos y gitanos. Se exacerbó así el racismo. Historias similares son las de Mussolini y Stalin, y luego de los Castro. Libre expresión, ni pensarlo…
La actual corriente del populismo latinoamericano también se orienta a transformar el Estado. “Todo tiempo pasado fue peor”, parece ser la justificación del cambio. Es más, la idea de los fanáticos es que todo lo que existe y que, por tanto, no fue creado por ellos, es perverso. Con esta particular concepción negadora de los valores de la democracia se van restringiendo los derechos ciudadanos, como el de opinar, de informar y de ser informado.
En efecto, se ha cambiado de estrategia. Se la ha adaptado a los tiempos del mundo globalizado en el que siempre trasciende la información. Es que una dictadura en ciernes, que frecuentemente tropieza con la labor fiscalizadora de los medios de difusión, es recelosa de su imagen en el exterior. Por ello, sigue ahora caminos más sutiles para acallar a la prensa libre, ya considerada enemiga del régimen. Además de la cancelación de permisos de circulación –como lo hace Chávez e intentan los Kirchner– invocando reglamentos, se aprueban leyes que esconden el afán de acabar con la libre expresión, que es un obstáculo para el logro de sus propósitos.
Como el mandato para gobernar supuestamente incluye la facultad irrestricta de cambiarlo todo, se intenta destruir las instituciones republicanas y se crea un ‘nuevo orden’ consagrado en una Constitución orientada a la dominación de todos los espacios de la sociedad.
Por supuesto que no se puede esperar unanimidad de criterios. Pero hay que reconocer que una sociedad tolerante y, por tanto, regida por principios democráticos, se funda en el “respeto, mutuo y convergente, entre la mayoría y las minorías” y en el reconocimiento del derecho al disenso. Por ello, dejar resquicios en una ley para legalizar restricciones a la libertad de expresión, es coherente con la índole autoritaria de un régimen que intenta eliminar las libertades democráticas.
* Abogado y diplomático
http://www.eldeber.com.bo/2010/2010-10-20/vernotacolumnistas.php?id=101020004127