Una ley absurda – EL DIA (Editorial) – 13.10.2010

El Gobierno pidió a la prensa que coordinen con el Ejecutivo la reglamentación de una ley. Eso, además de ilegal, es patético.


Las generaciones venideras se preguntarán cómo fue que a alguien se le ocurrió una ley tan ridícula como la que acaba de promulgar el presidente Morales, quien trata de convencer al mundo de que el racismo es el problema más grave que agobia el país.
Tan absurdo ha sido el planteo del problema de la discriminación que se ha hecho en la ley, que las discusiones más importantes  giran en torno a temas muy alejados de los hechos a los que se refiere constantemente el presidente Morales, pertenecientes en su mayoría al ámbito de las leyendas y habladurías que han repetido los cuentacuentos de aquí y de allá. Uno de ellos fue justamente el canciller Choquehuanca, quien alguna vez comentó que los vecinos de la zona sur de La Paz lo escupían cuando éste acudía con su madre a vender sus productos.
Evo Morales y David Choquehuanca seguramente han sufrido discriminación, nadie lo duda; en Bolivia existe racismo, pero nunca se han producido casos ni siquiera semejantes a los que ocurren en Argentina y ni qué decir lo que sucede en España o Alemania, donde turcos, latinoamericanos y afroamericanos son constantemente víctimas de violencia racial. Paradójicamente, el caso más grave registrado en Bolivia ocurrió en La Paz hace unos años contra el ciudadano peruano Freddy Cano López, quien fue quemado vivo en las celdas de la Interpol por motivos estrictamente xenófobos. En el Chapare, un joven afroboliviano que hablaba con acento del oriente boliviano también halló la muerte a manos de cocaleros, que lo castigaron hasta matarlo simplemente porque no les agradaba su origen.  De cualquier forma son hechos aislados, tanto como algunos casos de racismo que se han dado en los medios de comunicación y que merecen castigo.
La ridiculez de la norma firmada por el Presidente hace unos días no sólo se presta a comentarios extraídos de la mitología urbana, sino también para planteamientos absurdos que han comenzado a registrarse en los medios. La Cidob, por ejemplo, ha pedido que las instituciones públicas ya no incurran en discriminación y dejen de pedir antecedentes académicos a los postulantes para ocupar cargos. Otro sector ha sugerido que la Policía ya no establezca límites mínimos de estatura para los postulantes y lo mismo podría ocurrir en las Fuerzas Armadas. Los concursos de belleza ya no podrán exigir ciertos estándares porque estarían incurriendo en delito y lo mismo podría pasar en instituciones educativas. ¿Podrán los maestros aplicar calificaciones? ¿Ya no habrá aplazados? ¿Será todo como el tango Siglo XX cambalache?
Ayer mismo el presidente Morales era invocado por grupos opositores para que deje de discriminar entre los niños de colegios fiscales y particulares y que les entregue el bono Juancito Pinto a todos por igual, como sucede con el Bono Dignidad, heredero del neoliberal Bonosol, que estableció como regla básica la universalidad del beneficio.
El Gobierno no para de hacer el ridículo. Ha pedido a las organizaciones de prensa que sean ellas las que coordinen con el Órgano Ejecutivo la reglamentación de una ley. Eso además de ilegal, porque está usurpando funciones, es patético. Es como pedirles a los condenados a muerte que sean ellos mismos los que caven sus tumbas o que le hagan el nudo a la horca. Si Evo Morales quiere asesinar la democracia, que lo haga solo.

El Gobierno pidió a la prensa que coordinen con el Ejecutivo la reglamentación de una ley. Eso, además de ilegal, es patético.

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