¿Defensa de la democracia o ley del embudo? – Marcelo Ostria Trigo – 4.10.2010

Los recientes sucesos del Ecuador han puesto en movimiento los mecanismos de defensa en favor de gobiernos nacidos de elecciones que son víctimas de golpes de estado.


Al amparo de la Carta Democrática Interamericana, el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos y UNASUR, pese a que este último aún no tiene existencia legal, fueron contundentes en la condena del motín policial ecuatoriano, dando por cierto que se trató de un intento de derrocar a presidente Rafael Correa.

Habrá que esperar a que se aclaren las denuncias de golpe, porque hay otras versiones creíbles: “No hubo intentona golpista alguna en Ecuador. Lo que hubo fue una torpe y violenta protesta policial contra una ley que reduce algunos beneficios” (Álvaro Vargas Llosa). El rector de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO),  Adrián Bonilla, ha negado que existiera un intento de golpe, ya que “nadie intentó deponer al presidente ni sustituirlo por otra autoridad”. Para el Consejo Nacional Indígena del Ecuador (CONAIE), los sucesos fueron parte de una “crisis social” desatada por el autoritarismo del presidente (Fuente: EJU, 02.10.2010).

Por supuesto que esta “rebelión” fue ilegal y violenta. Se retuvo a la fuerza al presidente Correa en un hospital. Pero también es cierto que en la OEA y UNASUR, en este caso estuvo ausente la moderación, la prudencia y la verdad. Resulta aventurado –esto ya es recurrente– afirmar sin pruebas que el “imperio” (Estados Unidos) habría respaldado una aventura golpista en la forma de un amotinamiento policial. El presidente venezolano Hugo Chávez dijo que “Los gobiernos populares, que levantamos las banderas del socialismo, somos los que estamos en la mira, y la organización de eso está en Washington”, mientras Rafael Correa “culpó anoche (30.09.2010) al ex mandatario Lucio Gutiérrez por la sublevación de policías y militares que lo mantuvo cautivo en un hospital policial durante 10 horas, dejó dos muertos y más de 80 heridos, en una jornada que conmovió al país y a la comunidad internacional”. Gutiérrez, por su parte, desmintió los cargos levantados en su contra: “Mis primeras palabras son para rechazar las cobardes, las falsas, las temerarias acusaciones del presidente Correa”.

Debe quedar claro: la rebelión armada, cualquiera sea el pretexto,  es tan censurable como el desconocimiento de la libertad, la negación de la justicia y el abuso de poder. Pero también merecen ser condenadas unas bandas armadas, como las FARC que, en nombre de una revolución para establecer una dictadura como la de los Castro, procuran desde hace décadas derrocar por la fuerza a los gobiernos democráticos de Colombia.

Es más: sería coherente si en el continente, con igual contundencia, también se condenara a varios gobiernos empeñados en desconocer los “elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos” (Artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana).

Ya es corriente que quienes han conculcado dichos elementos de la democracia, pretendan ser los voceros de la legalidad que no practican. Acallar a la prensa, perseguir a los adversarios, obtener más parlamentarios, pese a perder en votos, como en Venezuela, son inmoralidades políticas. Con estas prácticas, los autócratas aún procuran infiltrarse entre los que, auténticamente, luchan por preservar la vigencia de las libertades democráticas.

Ojalá que el presidente Correa vea en el apoyo recibido un llamado a gobernar respetando las libertades democráticas, lo que hasta ahora no ha hecho.

De otra forma, se caerá en la “ley del embudo”: angosta para muchos, y ancha para algunos, los “elegidos…”

Enviado por el autor columna_mi_opinion@hotmail.com

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