La prudencia: la gran ausente – Marcelo Ostria Trigo – 25.9.2010

Es ya recurrente que en las reuniones internacionales los representantes del gobierno den la nota discordante y, muy frecuentemente, insólita.

Unas veces son las rabietas, como la que produjo la demora al llegar a  Nueva York el avión en el que viajaba el presidente de Bolivia para participar en la LXII Asamblea General de la ONU. Entonces Evo Morales anunció que desarrollará una campaña internacional para cambiar la sede de la Organización de las Naciones Unidas, lo que, por supuesto nadie secundó. Otras, como en la Cumbre de América Latina y el Caribe celebrada en Costa de Sauipe, Brasil, cuando “Evo Morales, propuso emplazar al futuro gobierno de Barack Obama para que cese el embargo contra Cuba o, de lo contrario, retirar a los embajadores norteamericanos en la región” (AFP. 17.XII.2008).  La propuesta fue recibida con un expresivo silencio.

No parece que el poco interés de esas propuestas, ni la hilaridad por las reflexiones y advertencias del presidente sobre los pollos, los calvos y los homosexuales, hayan servido para enmendar esas ligerezas, porque ahora hay mucho más. El presidente ha llegado a proponer que el slogan que debe adoptar la Organización de las Naciones Unidas sea un muy curioso “Planeta o muerte, venceremos”.

Las  propuestas imposibles y la certeza de que éstas no serán aceptadas, resienten la seriedad de una política exterior. Esto es más preocupante, porque esas propuestas no son serias ni producto de un plan definido, sino que resultan del sectarismo.

Es sabido que en el ámbito nacional se desata fácilmente la lengua para atacar acerbamente a los “neoliberales” nativos, enemigos del “proceso de cambio”, a los empresarios, a la jerarquía católica, a los dirigentes cívicos, a los periodistas y propietarios de los medios de difusión, a los opositores que desempeñan funciones como resultado de elecciones, y un largo etc. Pero es más grave, cuando esa misma lengua acusa de un sinfín de culpas a países, gobiernos y presidentes extranjeros, siempre sin pruebas. Los cargos que se presentan son tan provocadores y espinosos que pueden causar tensiones  innecesarias y peligrosas.

No es sensato ni responsable lanzar la especie de que el gobierno de Estados Unidos –el presidente Obama ya fue objeto de una nueva mención desconsiderada: “¿Cómo un afroamericano discrimina a un indio boliviano?”–,  bajo “el pretexto del narcotráfico”, como ocurrió en  Panamá, podría invadir Bolivia, todo en consonancia con la otra acusación del presidente en Nueva York: “No es posible que ahora el Gobierno de Estados Unidos esté haciendo una especie de socialización. He visto en las calles de Nueva York algunos slogans sobre ese tema. (Están) preparando al pueblo norteamericano para una intervención militar a Irán” (Los Tiempos. 24.09.2010). ¿Habrá alguna evidencia de esto? ¿Es un pronóstico aventurado o un  temor poco disimulado?

Los representantes del oficialismo vienen reclamado respeto de Washington a las decisiones internas. Es más: el Canciller “insistió hoy (16,08.2010) en relaciones de respeto mutuo con Estados Unidos, como parte del proceso de redacción de un nuevo Acuerdo Marco sobre esos vínculos bilaterales”. La reclamación del Canciller, fue acompañada con las habituales acusaciones: “…en administraciones anteriores desde la embajada del norteño país en La Paz imponían a ministros y políticas económicas y sociales, así como planes de cooperación sin control del Estado”.

No es probable que se capte así la necesaria buena voluntad para encarrilar relaciones internacionales deterioradas. Por el contrario, al reclamo infantil poco justificado, sigue el desahogo y, al final, en inevitable reconocimiento de la imprudencia, las enmiendas vergonzantes.

Enviado por el autor columna_mi_opinion@hotmail.com

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