Cómo ese alimenta el futuro – Dante N. Pino Archondo – 10.9.2010


Este hacerse profesor, en el tiempo que me ha tocado y esta nueva experiencia de estar en contacto con la juventud, de guiarlos por el camino de la libertad, de las opciones, de las decisiones inteligentes y de prepararlos para enfrentar un mundo descarnado donde el que es lento no tiene alternativa frente al rápido, me obliga a plantear el cómo esta Bolivia ahora prepara su futuro.


Transmitir conocimientos, y lograr que esos conocimientos se conviertan en capacidades que desemboquen en “el saber hacer”, tiene como requisito la vocación, la entrega, para hacer de cada sesión de clase un momento sagrado, en el que se descubre de a poco la ciencia en su plenitud y se abren las luces del entendimiento en una comunión permanente de enseñanza y aprendizaje.

Para que esto suceda hay que tener profesores que miren el futuro antes que el pasado y que respeten ese futuro que están formando procurando inculcar el sentido de la pro- actividad, de la responsabilidad personal y social. ¿Qué podemos esperar de profesores que salen a marchar, que salen a apedrear y que gritan y adoptan la conducta de vulgares delincuentes?

El magisterio con algunas excepciones ha dejado de ser un instrumento del conocer, del saber y del saber hacer, es hoy en Bolivia un sindicato donde en nombre de la revolución se inculca y se practica la actitud pedigüeña al Estado. Bolivia es un ejemplo para el mundo, que muestra sin rubor a la ignorancia repleta de Poder haciendo gala de lo que es. Y nos miran con conmiseración, disculpándonos por las estupideces que se dicen y se aplauden en esas “asambleas cocaleras” o en esos recintos universitarios donde se le entrega la toga doctoral al déspota satisfecho de lo que hace y de lo que dice.

Poco futuro entonces nos queda. Lo que debería, al menos, movernos a plantarle cara al desparpajo con el que los ignorantes quieren enseñar a que los niños masquen coca antes que tomen leche, a  convencernos de que la “universidad de la vida” es tan importante como aquella del saber, y a buscar en el imperialismo toda la causa de nuestros males.

El ejemplo de la vida fácil, del discurso simplón, de los gestos grandilocuentes como señales de un mesianismo enano, invita a los estudiantes a ser así, antes que ser reflexivos. Esto es lo que necesita una verdadera revolución. Y claro requiere de hombres y mujeres dispuestos a no dejar que se avasalle lo único que nos queda, el futuro de nuestros hijos.

http://www.hoybolivia.com/Noticia.php?IdEdicion=854&IdSeccion=7&IdNoticia=38972

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