Sobre la desigualdad de ingresos – Javier Paz García – 9.9.2010

La desigualdad es un hecho de la vida. El ser humano tiene diferencias de raza, género, estatura, inteligencia, fuerza, etc. Los seres humanos también difieren en sus preferencias, su educación, su creatividad, su perseverancia. Estas diferencias son las que crean todo tipo de desigualdades entre los seres humanos, incluida la desigualdad del ingreso.

(con un comentario de Carlos Herrera)


La desigualdad de ingresos no es un problema en sí, la pobreza o la corrupción son problemas que sí hay que combatir.
Una sociedad altamente desigual donde todos tienen un nivel adecuado de educación, acceso a la salud, trabajo y capacidad de ahorro, no es un problema, no importa cuánta desigualdad exista entre quienes ganan más y quienes ganan menos. En cambio, una sociedad con perfecta igualdad de ingresos, donde todos viven en la pobreza y la miseria, de ninguna manera puede ser un modelo a seguir. Entonces quienes hablan de desigualdad y luego citan problemas de salud o de falta de servicios básicos, en realidad se están refiriendo a un problema de pobreza y no de desigualdad de ingresos.
Un Estado donde sólo pueden enriquecerse quienes tienen acceso a cargos de gobierno o las conexiones para ganar las licitaciones de forma amañada, también genera desigualdad. Pero aquí los problemas son la corrupción y el tráfico de influencias. Combatir la desigualdad en este caso será una pérdida de tiempo y esfuerzo.
No hay razón para combatir la desigualdad cuando es generada por diferencias en la capacidad productiva o inventiva. Por ejemplo, Bill Gates tiene miles de millones de dólares gracias a programas como Windows u Office. Estos inventos han beneficiado a millones de personas en todo el mundo, que voluntariamente le han dado dinero a Bill Gates para tener el privilegio de usarlos. Esa increíble fortuna de Gates genera una gran desigualdad, pero nadie sugiere que su dinero debería ser confiscado para reducir la desigualdad de ingresos. No hay razón para que quien se levanta todos los días a trabajar, gane igual que quien se queda en su hamaca durmiendo. Por supuesto habrá quienes levanten la bandera de la lucha contra la desigualdad meramente por envidia de ver el progreso ajeno, pero la envidia no es una razón válida para que los gobiernos busquen reducir la desigualdad.
Es natural y es eficiente que quien produzca más gane más. Una sociedad que recompensa con mejores ingresos a sus mejores intelectos, a sus mejores industrialistas, a sus mejores trabajadores, a sus mejores ingenieros, es una sociedad que incentiva a que la gente quiera ser cada día mejor. Una sociedad así producirá más inventos, mejor salud, mejor educación, mejores trabajos y mejores salarios. Por el contrario, una sociedad que castiga a sus mejores mentes diciéndoles que por ser más capaces tienen que aportar más y recibir menos (el lema marxista), acaba con el deseo de superación y la creatividad de sus integrantes, y conduce a todos hacia el estancamiento económico y la pobreza.
La lucha contra la desigualdad de ingresos es una distracción de verdaderos problemas, como la pobreza y la corrupción, y, en muchos casos, genera políticas que buscan igualar para abajo a quienes tienen más, lo que ocasiona mayor pobreza.

* Máster en Economía

javierpaz01@yahoo.com

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1 comentario

  • By Willi Noack, 9 Septiembre 2010 @ 9:10 am

    Carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]mandó el siguiente comentario:

    “Sugiero respetuosamente leer con cuidado el artículo de Javier Paz, porque el mal entendimiento de este asunto es la razón de fondo de la vigencia y el poder que tienen aquellos políticos que viven y prosperan de la mentira que la desigualdad de ingresos es la gran injusticia que el capitalismo engendra, lo que les ha valido llegar al poder incontables veces con la promesa de poner las cosas en su lugar (alcanzar la igualdad social, algo que suena hermoso para los desvalidos y la mayoría pobre) porque como Javier muestra, la desigualdad no es más que una característica de la propia vida, algo absolutamente natural y la razón de fondo del desarrollo y la forma del mundo actual. Sin desigualdad de capacidades y de talentos, de necesidades y aspiraciones, el mundo colapsaría en el estancamiento más destructivo. No es por tanto la desigualdad el problema, porque aquella es más bien la fuente de la vida y el movimiento de las sociedades, sino la pobreza, la corrupción y la medianía general (la falta justamente de diferencias entre las personas). Ésta es también la razón por la que se ha endiosado el rol del Estado en las sociedades modernas, con la equivocada percepción de que un poder suprasocial tiene la capacidad mental y material de arreglar el asunto de la pobreza (que se relaciona equivocadamente con la desigualdad) sin pensar que la mejor forma de luchar contra la pobreza es dejar que las diferencias entre las personas hagan su tarea natural estimulando el trabajo productivo, pero en un marco de normas y leyes que protejan las libertades , el trabajo y la propiedad privada, que es más bien para lo que el Estado ha sido concebido originalmente.
    Esta idea errónea sobre el rol del Estado es tambien la razón de muchos de los líos económicos que las sociedades en desarrollo padecen. Nosotros somos un ejemplo de eso. La crisis del cemento no tiene su razón última en que falta gas para las cementeras o en la inescrupulosidad de los intermediarios que la ocultan, sino en la guerra retrógrada del gobierno contra la empresa y la propiedad privada, que impide en última instancia la inversión y la diversificación natural de la actividad productiva ( el trabajo en muchos rubros) lo que haría que muchos de los recursos que hoy se dirigen a la construcción se destinaran a otros rubros, evitando que se formen estas burbujas de los precios que tanto gustan a los especuladores. Lo que digo es que si nuestra economía funcionara de manera más natural, la gente no invertiría en la proporción actual en la construcción, porque habrían otras formas de ganar dinero y de preservar el valor de los ahorros. Ésa es la función que cumplen las bolsas de valores en las economía modernas precisamente. Esta antinatural y artificial asignación de recursos económicos al rubro de la construcción entonces, ha sido creada indirectamente por el gobierno con sus ataques contra la propiedad privada, comprimiendo el horizonte de trabajo e inversión a pocas áreas, lo que a su vez ha suscitado un desequilibrio entre la producción y la demanda, que va en detrimento de los que menos tienen, porque los precios ya se han disparado y es difícil que la importación los baje a sus niveles normales, también porque afuera el cemento es un poco más caro. Un saludo carlos.”

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