Uranio: la conexión iraní – Marcelo Ostria Trigo – 4.9.2010 (actualizado 2.12.2010)

El populismo ha comenzado a caminar por sendas muy peligrosas. Venezuela, pese a su petróleo, no está en condiciones de jugar en las ligas mayores de la política mundial, y menos aun nosotros.

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Apenas el presidente Evo Morales volvió de Corea del Sur, a donde se dice que fue a gestionar inversiones en Bolivia para explotar los yacimientos de litio del Salar de Uyuni, se reunió en La Paz con el ministro iraní de industria y minas, Ali Akbar Mehravian. Coincidentemente, la ministra de planificación para el desarrollo, Viviana Caro, reveló que “hay intenciones de realizar trabajos de prospección” sobre el uranio y que para ello hace falta una “carta geológica” en la que colaborará Irán.

Irán tiene en el poder a una anacrónica eclesiocracia; es decir un gobierno conducido por clérigos –los ayatolas- que sólo tiene en común con los gobiernos populistas liderados por el presidente de Venezuela el odio a  Estados Unidos –el “imperio” según Hugo Chávez. En efecto, no hay ninguna coincidencia ideológica. El gobierno iraní busca la islamización de todos los aspectos de la vida de su país, es decir imponer el predominio religioso en los asuntos de Estado y en la vida de los ciudadanos. Eso es distinto a los planes de los “bolivarianos” y sus aliados, empeñados en construir el “socialismo del siglo XXI” en Venezuela, y el “socialismo comunitario” que propicia el gobierno del MAS.

Estados Unidos e Irán están seriamente enfrentados desde hace muchos años. Esto se remonta a la época del derrocamiento del Shá Mohammad Reza Palevi, allegado a Occidente. Un grave incidente se produjo en  abril de 1979 con la toma de la embajada estadounidense en Teherán y a los funcionarios diplomáticos como rehenes. Desde entonces, Estados Unidos e Irán tienen interrumpidas sus relaciones diplomáticas.

Hay preocupación en el gobierno de Washington por el financiamiento y apoyo que Teherán da a extremistas en Medio Oriente, particularmente a Hezbolá: el movimiento armado empeñado –como los ayatolas- en eliminar de la faz de la tierra al Estado de Israel. Pero lo más grave para los norteamericanos radica en los planes nucleares de Irán. Se teme que esto permita a los iraníes la fabricación de bombas atómicas rompiendo, con ello, el equilibrio en el Medio Oriente, lo que pondría en riesgo la paz mundial. Esta preocupación es compartida por muchos países, especialmente por los de la Unión Europea.

Por su parte, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del que son miembros permanentes con derecho a veto: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China, ha resuelto aplicar sanciones a Irán por dichos planes y por negarse a la inspección de sus instalaciones por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Al inicio del gobierno del presidente Barack Obama, la Secretaría de Estado Hilary Clinton, afirmó en el congreso de su país que Venezuela no constituía un peligro real para Estados Unidos; lo que, por supuesto, se aplica a Bolivia. Esto implicaba una política pasiva, es decir dejar que los populistas se agoten por sus acciones y errores esperando que, al final, se impongan nuevos regímenes democráticos. Pero con la conexión iraní y la perspectiva de aprovisionar de uranio a Irán que requiere para sus planes nucleares, la actitud de los norteamericanos –y también de los europeos– podría cambiar.

El populismo ha comenzado a caminar por sendas muy peligrosas. Venezuela, pese a su petróleo, no está en condiciones de jugar en las ligas mayores de la política mundial, y menos aun nosotros.

Enviado por el autor columna_mi_opinion@hotmail.com

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