El mensaje… – Cayetano Llobet T. – 4.9.2010

TANO La gran ventaja, cuando se trata de Evo Morales, es que no usa claves. Es directo. En sus definiciones no hay especulaciones teóricas -cuando pretende hacerlas es lamentable-, es rudo y contundente. En su momento, y para evitar sorpresas posteriores, explicó claramente la base doctrinal de su gobierno: “a mí no me importa si es legal o es ilegal… ¡yo le meto nomás!”.

Y, la verdad, es que le mete nomás. La expropiación, reversión nacionalización -aquí la semántica importa un bledo- de la parte de SOBOCE, la empresa de Samuel Doria Medina, en la fábrica de cemento en Sucre, es una demostración y es un mensaje. Primero, por el modo: basta un decreto y se termina el rollo. En Evo Morales, la afirmación de su poder personal es una constante y un disfrute. Hacer saber que él es el que manda y que nadie le discute, ser él mismo el portador de sus medidas y el heraldo de sus propias noticias, es un placer aparte que los caudillos disfrutan con especial deleite.

Segundo, es la reiteración de la demagogia en su sentido más burdo: hacer creer que la medida de expropiación está pensada para beneficiar al pueblo. Es cierto que habrá beneficiarios: los militantes del partido de gobierno que ya deben estar disputando a codazos la posibilidad de entrar a las planillas -que aumentarán, sin duda- en la parte de la fábrica convertida en nueva agencia gubernamental de empleo. De ahí a que “el pueblo” sea el beneficiario, hay trecho y largo.

Tercero: explicar la acción gubernamental como una acción política de castigo contra Samuel Doria Medina es sencillamente un acto de simplificación. De hecho, Doria Medina no ha sido un opositor a Evo Morales y menos un competidor: es impopular y su desempeño en la última elección presidencial fue, por lo menos, deplorable.

La explicación va por otros rumbos: el mensaje que acaba de enviar Evo Morales es el aviso de la ausencia de límites. “Pacman”, el bichito devorador, acaba de avisar que tiene otros antojos. Todos los discursos pretendidamente tranquilizadores sobre el “respeto a la propiedad privada” se acaban de ir al divino carajo. Y para demostrarlo, se elige una empresa eficiente, bien gestionada, en constante crecimiento, con socios internacionales y con permanente inversión dentro del país. Porque, a diferencia de la política, a nadie se le ocurre cuestionar la capacidad emprendedora de Doria Medina y su posición como uno de los símbolos de éxito empresarial. Se elige a su empresa porque el mensaje no es personal: va a todos los empresarios. A partir de ahora, con pretextos o sin ellos, con justificaciones legales o no -“para eso están los abogados”, como dijo Evo-, todos están la mira. Mala cosa para todos aquellos empresarios que creían que calculando sus pasos, coqueteando con el gobierno, ofreciendo reuniones y recepciones a sus personeros, limpiando sus medios de comunicación de personajes problemáticos, habían resuelto el futuro de sus negocios.

Y es que cuando el proyecto político es el del poder total, no hay cálculo que valga. Todo está hecho para que las leyes, las investigaciones y las sentencias sirvan a ese proyecto. Se puede gritar y patalear -aunque cada vez sean menos los que gritan y patalean-, pero no se puede discutir la voluntad del poderoso. Y menos si el poder se sintetiza en la voluntad del caudillo. Él es único que abre y cierra puertas. La que acaba de abrir, la posibilidad de atacar la propiedad privada, es grande pero es terrible. Conduce al precipicio: ¡que le pregunte a su amigo Fidel!

http://eju.tv/2010/09/el-mensaje/


Sin Comentarios

Aún no hay comentarios.

Escribe tu comentario:

Editor: Willi Noack | Administración Técnica: Jose Carlos Choque Y. | Creatica Ltda.