Paraty – Marcelo Ostria Trigo – 12.8.2010

Paraty es una antigua ciudad brasileña en el occidente del estado de Río de Janeiro que ofrece el encanto de su bien conservada arquitectura colonial. Además de su atractivo turístico, con más de 300 playas y 60 islas a su alrededor, tiene una importante actividad cultural.

COMENTARIO:

Visité Paraty y anexo fotos tomadas en aquella oportunidad. WN


La Feria Literaria Internacional de Paraty (FLIP) reúne a escritores brasileños y de otros países para “promocionar y divulgar nuevas publicaciones, reeditar grandes éxitos y presentar charlas y debates”.

Sucede que los escritores y artistas que asisten a la reunión de Paraty -como es usual- no se limitan a hablar sobre las obras y sus autores. Como agudos observadores y críticos de la política nacional e internacional, se refieren a temas controvertidos, con observaciones cáusticas -casi siempre acertadas-, ya que la mayoría de ellos preserva su derecho a disentir y a mostrar errores y desaciertos de políticos y gobernantes.

En la última edición de la feria, aparte de lo literario, el tema que predominó fue la especial relación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva con el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad. Los escritores, en Paraty, denunciaron vehementemente las terribles violaciones de los derechos humanos del régimen de los ayatolás. “Las críticas más fuertes partieron de la escritora iraní Azar Nafisi, autora del best seller Leyendo a Lolita en Teherán (2004)” (AFP: Lula y Ahmadineyad en la picota en Feria de Literaria de Paraty, 07/08/2010).

Naturalmente que salió a relucir la pena de muerte por lapidación dictada por los tribunales iraníes contra Sakineh Mohammadi-Ashtiani, que había enviudado y que, luego, tuvo otra relación, la que fue tomada como adulterio. Sakineh está presa desde 2005.

La pena de lapidación es una de las más crueles formas de ejecución. Es un resabio del oscurantismo: se utilizan piedras “no tan grandes como para matar a la persona de uno o dos golpes ni tan pequeñas como para no poder considerarlas piedras”. Se trata de una muerte horrible.
Lula da Silva tiene una especial cercanía con el régimen iraní. Se recuerda su extraño pedido de que no se sancione a Teherán por sus porfiados planes de fabricación de armas nucleares y por su fallida gestión conjunta, a mediados de mayo pasado, con el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, para evitar dichas sanciones de las Naciones Unidas.

Ahora, a Lula no le sirve -se dijo-, como atenuante de esa relación, la oferta de que Sakineh Mohammadi-Astiani, una vez perdonada -si lo es-, sea enviada como refugiada a Brasil, porque se trata de algo más trascendente. En Brasil hay democracia.
El derecho a disentir está garantizado. Los poderes Legislativo y Judicial gozan de independencia. Las violaciones de los derechos individuales están penadas por la ley. El régimen de los ayatolás, en cambio, es ejemplo de una constante de atentados contra la dignidad, la integridad, la libertad y la vida de sus ciudadanos. No existe libertad política ni de cultos. En el ámbito internacional, Ahmadineyad amenaza constantemente con hacer desaparecer de la faz de la tierra a un Estado miembro de la comunidad internacional: Israel.

Complicada e incongruente la cercanía de Lula da Silva con la “eclesiocracia” iraní.
No sorprende, en cambio, la amistad de Chávez y sus aliados populistas con los ayatolás. Al fin y al cabo, están unidos a ellos por el odio común a EEUU; nada más. El “bolivariano” se dice socialista del siglo XXI- y los ayatolás, en el lenguaje de los izquierdistas, están en el pináculo de los reaccionarios.

Mi opinión

Columna independiente

Sábado 31 de julio de 2010

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