Evo distante, ¿Evo distinto? – Gary A. Rodríguez A. – 9.8.2010
Mi esposa sabe que pocas veces suelo reflejar a viva voz mis emociones. Por eso su sorpresa al escucharme exclamar “¡Albricias!”, cuando leí algo que de veras me impactó. “Albricias”, según la Real Academia Española, es una expresión de júbilo. ¿Qué motivó mi asombro?, pues una nota de la Agencia Boliviana de Información (ABI, 30/jul/2010) en la que me solacé leyendo lo siguiente:
“Si hay coordinación, si hay acuerdos y si hay una alianza desde los municipios, desde los gobiernos departamentales y el Gobierno nacional con nuestras fuerzas sociales, pequeños, medianos y grandes productores, con seguridad Bolivia de acá a poco tiempo exportará productos agropecuarios“.
Confieso que si lo hubiera dicho algún ministro, también le hubiera agradecido el favor a Dios. Pero, la sentencia la hizo el mismísimo Presidente del “Estado Plurinacional de Bolivia” Evo Morales Ayma. ¿La ocasión?, el “Día Nacional del Trigo” (30/jul/2010). ¿El lugar?, la Colonia Okinawa, en Santa Cruz.
¿Qué de extraordinario tiene eso?, dirá alguien. Muchísimo, porque además indicó: “No solamente se debe pensar en la seguridad y soberanía alimentaria de los bolivianos, sino proyectar al país a mediano y largo plazo para brindar seguridad alimentaria a otros países que tienen muchos problemas de alimentos, de productos agropecuarios (…) Entonces, ¿cómo nosotros no podemos pensar en exportar nuestros productos, con tanta tierra?”
¡Albricias!, de nuevo. Leer aquello me recordó a David Morawetz, consultor del Banco Mundial que vino a Bolivia en 1986 luego de la hiperinflación que destruyera su economía por el mal manejo estatal. La idea era identificar opciones de producción para un país altamente dependiente y rentista de los recursos naturales no renovables.
Una vez analizadas las diversas vocaciones productivas, presentó el estudio “Luego del estaño y del gas ¿qué?” (After Tin and Natural Gas, What?), dando cuenta de que si bien cada región tenía buenas opciones de desarrollo, pocas podían garantizar generosos ingresos de divisas y vastos efectos multiplicadores de forma sostenible. Fue entonces que recomendó apostar por la agricultura, con los ojos puestos en el mercado mundial.
Rápidamente se activó en Santa Cruz el Proyecto Lowlands (Tierras Bajas del Este) y con ello la agro-exportación, con las oleaginosas como punta de lanza. ¿El resultado? Desde 1987 el sector oleaginoso exportó más de 20 millones de toneladas de alimentos, por un valor superior a los 6.000 millones de dólares.
De ello puede dar fe don Demetrio Pérez Flores, un migrante potosino y exitoso agricultor en Santa Cruz, y actual Presidente de la poderosa Anapo (Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas), que representa a 14.000 productores que aseguran la soberanía alimentaria del país en cuanto a aceites y proteína vegetal, además de aportar con cultivos de rotación como trigo, girasol, maíz, sorgo, etc. Así como su padre, él empezó cultivando arroz para el mercado interno, pero luego comprendió —como muchos otros— que producir soya para exportar era bueno.
¡Escrito está que el mundo tendrá cada vez más hambre! Morawetz lo dijo hace 25 años, y muchos “Demetrios Pérez” lo rentabilizan por décadas. De ahí la importancia de lo expresado por el Presidente de Bolivia, añadiendo además otra reflexión suya, merecedora del más sincero aplauso: “Imagínense, hermanas y hermanos, si desde el 2006 hubiéramos trabajado de manera conjunta, sin estar peleándonos, cuestionándonos…”. ¡Albricias, albricias, albricias!
Gary Rodríguez
es economista y gerente general del IBCE.
Enviado por el autor Gerencia General IBCE [gerencia@ibce.org.bo]