Ingobernabilidad progresiva – José Gramunt de Moragas, S.J. / EJU – 5.7.2010

Si me pidieran definir la ingobernabilidad de un país, diría simplemente que ésta se produce cuando en una sociedad determinada “no hay rey ni ley”, donde el Gobierno no alcanza a cumplir ni hacer cumplir la ley, donde las instituciones del Estado sólo son mera apariencia en manos de un autócrata que actúa a su capricho y provecho. No es el caso actual de Bolivia. Sin embargo, existen indicios de haber entrado en ese camino.

Y que, si no se corrigen a tiempo los errores, ni se resuelven los conflictos, el país irá acercándose progresivamente a la indeseada meta. Aviso al lector que el presente comentario no pretende ser un análisis económico conspicuo sino una aproximación de lo que cualquier ciudadano puede conocer con sólo asomarse a los titulares de los medos de comunicación.

Empezaré por la ingobernabilidad del transporte público. Desde enero de este año hasta el 30 de junio, 146 personas perdieron la vida en accidentes carreteros, es decir, 22 por mes y más de 5 por semana. ¡Y no estamos en guerra! Entre las causas de este caos, cito las siguientes: No existe una red vial de ámbito nacional en buen estado, a pesar del dinero invertido y de la cooperación internacional recibida. Tampoco existe control efectivo de vehículos públicos ni de sus choferes ni de las empresas propietarias. El resto ya lo conocemos todos. El Gobierno se ha declarado incapaz de arreglar este problema.

Vamos siguiendo. La demagogia del gobierno ha permitido el aumento de los cultivos de la coca. Las cifras oficiales de erradicación son engañosas porque los cocaleros contabilizan la coca vieja. Arrancan las plantas que ya tenían que ser eliminadas por haber pasado su tiempo de buena fertilidad. Y siguen plantando coca nueva. Los narcotraficantes han echado raíces en Bolivia, aunque el Gobierno procura disimularlo. El aumento de la delincuencia tiene relación con la droga. He aquí una prueba más de ingobernabilidad así como de incumplimiento de los compromisos internacionales.

En los últimos años, la industria textil hizo pequeñas y grandes inversiones en instalar talleres y fábricas. Los mercados norteamericanos ofrecían buenas perspectivas. De pronto, el Gobierno denunció los tratados con los Estados Unidos y el país del norte dejó de comprar en los volúmenes y valores anteriores a la ruptura. El Gobierno de La Paz pretendió engañar a los tontos anunciando que Venezuela sería el comprador suplente. ¡Pueril y falso! A lo dicho se agrega la incapacidad para combatir el contrabando de ropa usada que perfora la débil economía de los textileros, trabajadores y empresarios. Así que ambos se suman a los descontentos que provocan la ingobernabilidad.

Los indígenas originarios reclaman una ley de autonomías a su gusto y complican todavía más la gobernabilidad del país. A los pueblos originarios se les prometió que podrían ejercer la libre determinación de las riquezas de sus territorios, entendiendo las agropecuarias y selvícolas, pero también los minerales y los hidrocarburos. Pues no señor: El Estado plurinacional es y será el amo y los originarios, los siervos de la gleba, mientras la Ley de Autonomías no lo aclare. Aquí también la gobernabilidad se ha hecho difícil. Quedó todavía mucho en el tintero. Pero este espacio periodístico no da para más.

http://www.ernestojustiniano.org/2010/07/ingobernabilidad-progresiva/


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