Autonomías, camino por recorrer – Richard Eddy Cardozo Daza – 31.5.2010
Sin embargo, no está de más recordar y poner de manifiesto que a la vista del diseño constitucional autonómico y la cualidad -que no la cantidad- de competencias asignadas a los gobiernos autonómicos, lo que se viene, lo que lleguen a ser las autonomías en Bolivia, depende y dependerá, en gran medida, no tanto de los gobiernos departamentales –que también- sino y ante todo del gobierno central. En otras palabras, dado que el gobierno central tiene aun “la sartén por el mango”, el éxito o el fracaso del modelo autonómico boliviano, es y será responsabilidad, en muy buena medida, de lo que haga o deje de hacer el MAS, desde el Ejecutivo y con sus 2/3 desde la Asamblea Legislativa Plurinacional.
El proceso autonómico sigue en marcha. Los últimos acontecimientos político-institucionales, sin duda, son una muestra de ello: que la Autonomía definitivamente es un proceso. En tanto que es un proceso, huelga decir que no es algo que se dé un día para otro, no es algo que se agota con un acto eleccionario ni con la toma de posesión de los flamantes gobernadores.
Se trata de un proceso bastante largo y nada sencillo. Un proceso que tiene un comienzo, pero a diferencia de otros procesos, el proceso autonómico no tiene un final o al menos no está dicho cual es ese final. Para constatar ello, basta mirar el proceso autonómico español que después de más de treinta años aun sigue en debate, aun sigue avanzando.
Ahora bien, con la posesión –de tinte nada autonómica- de los gobiernos autónomos en la Casa de la Libertad, evidentemente, se ha dado un paso. No un paso cualquiera, es verdad, sino un paso importante, un paso trascendental; pero en ningún caso el paso definitivo. Queda o hay todavía mucho camino por recorrer.
En ese caminar construyendo autonomías, hay mucho por hacer y otro tanto por cambiar, desde lo normativo e institucional (lo sustantivo) hasta lo organizativo y funcional (lo formal). De inicio, en lo formal, toca ir cambiando de vocabulario, así por ejemplo, aquello de Prefectos y Prefecturas ya son parte de nuestra historia, ahora toca hablar de Gobernadores y Gobernaciones; lo de Consejos Departamentales y Consejeros es también cosa del pasado, ahora son Asambleas Departamentales y Asambleístas, respectivamente.
En lo sustantivo, además del cambio de mentalidad y de actitud consecuente (unos más que otros, del centralismo hacia lo autonómico), la primera tarea es dotarse de unos Estatutos Autonómicos que son y serán, después de la Constitución, la norma superior, fundante y fundamental de los gobiernos autónomos departamentales. Esta tarea corresponde a las Asambleas Legislativas Autonómicas, quienes se erigen a tales efectos, en auténticos constituyentes departamentales.
Sin embargo, no está de más recordar y poner de manifiesto que a la vista del diseño constitucional autonómico y la cualidad -que no la cantidad- de competencias asignadas a los gobiernos autonómicos, lo que se viene, lo que lleguen a ser las autonomías en Bolivia, depende y dependerá, en gran medida, no tanto de los gobiernos departamentales –que también- sino y ante todo del gobierno central. En otras palabras, dado que el gobierno central tiene aun “la sartén por el mango”, el éxito o el fracaso del modelo autonómico boliviano, es y será responsabilidad, en muy buena medida, de lo que haga o deje de hacer el MAS, desde el Ejecutivo y con sus 2/3 desde la Asamblea Legislativa Plurinacional.
El autor RICHARD EDDY CARDOZO DAZA [eddydaza27@hotmail.com] es constitucionalista, Doctor en Derecho
By gaby, 30 Enero 2013 @ 15:32 pm
en cuanto en tanto haya autonomia siempre habra esperanza de continuar con el proceso para algun dia no muy lejano de sir esto es autonomia