EL CONOCIMIENTO INÚTIL – Carlos Herrera – 17.5.2010

Francois Revel, una de las mentes más lúcidas del siglo pasado, escribió un libro que presta su título a este artículo. En él se pregunta si a diferencia de las ciencias exactas o naturales -cuyo avance es incuestionablemente fruto de un conocimiento acumulativo y verdadero, esto es, comprobable mediante la experimentación reiterada- la historia política actual está determinada por el conocimiento verdadero, o si más bien la mentira, el cálculo egoísta y la alienación ideológica han desempeñado un papel más gravitante en esta historia. Veamos sino, a guisa de ejemplo, lo difícil que ha sido en este último tiempo para que las mejores ideas políticas (es decir, las que han mostrado ser las más eficaces para lograr una mejoría en la calidad de vida de los pueblos) sean de uso y conocimiento general, es decir,  propiedad de la inteligencia común. Nos referimos por supuesto a las ideas que han definido el perfil de los pueblos exitosos del mundo, las ideas democrático liberales.

¿Cómo se puede explicar esta dificultad para su avance entonces?

La primera razón podría ser que el conocimiento político es diferente al conocimiento científico, por lo que su demostración es más difícil de realizar, porque se trata más bien de ideas y abstracciones teóricas que difícilmente pueden comprobadas de forma inmediata, como en las ciencias exactas o naturales. La otra razón -ya según el punto de vista de Revel- se explica por la muralla de mentiras y elucubraciones distorsionadoras que la izquierda mundial ha levantado en torno a la verdad de aquellas ideas.

Digamos entonces que aunque el conocimiento político verdadero es un conocimiento abstracto y teórico, no es sin embargo algo diluido y sin sustancia concreta, sino más bien bastante preciso y perfectamente confirmable (si bien en un espacio de tiempo prolongado, de ahí su dificultad para ser aceptado con facilidad) ya que sólo basta mirar la realidad de algunos países para verificar su verdad.

Demos, para ilustrar mejor el asunto, un ejemplo de conocimiento político verdadero que se desecha en muchos países todavía. “Que los países con políticas económicas que restringen la intervención del Estado a lo esencial y que alientan las libertades económicas, como el respeto por la legalidad democrática y sus instituciones,  son los más exitosos a la hora de reducir la pobreza”.

¿Entonces por qué pasa esto? ¿Por qué si la verdad esta ahí para todo el que quiera verla hay aún una mayoría abrumadora de países que se niegan a aplicar y usar el conocimiento verdadero? ¿No es acaso natural la inclinación humana a la racionalidad y al deseo de mejorar la vida? ¿Por qué sólo un puñado de países  prosperan y el resto continúa en la miseria y la confusión?

Pues porque se lo impide la también natural tendencia humana a entender la vida social mediante la ideología, esto es, a entender la realidad no de acuerdo a los datos que ella misma proporciona, sino de acuerdo a un cúmulo de creencias y dogmas de fe en apariencia racionales y científicos, pero que a final no pasan de ser lucubraciones que solo sirven para justificar el rol político de sus creadores, esto es, de aquellos que han hecho de “los intereses populares” su medio de vida. ¿O acaso no es rigurosamente cierto que alentar y desarrollar una economía de mercado es un arma cierta para derrotar la pobreza y la exclusión social?  ¿No es acaso un dato de la realidad comprobado que donde se instalan las ideas de comercio abierto, donde se permite la competencia limpia entre productores, donde se respeta la propiedad privada como el fundamento del orden social y político, la generación de riqueza aumenta geométricamente? ¿Por qué entonces este empecinamiento y esta obcecación en la mentira y el error si los ejemplos de bienestar y acierto político son ya muchos?

Otra razón podría estar también en la propia esencia de la democracia, en el espíritu de libertad y tolerancia que la define. Tengo la impresión que las libertades democráticas, aquellas que le han permitido a los enemigos de la libertad hacer política y llegar al gobierno, como las ideas políticas que aquellos han elucubrado (con mas apego a la fe ciega que a la observación objetiva del fenómeno social) han posibilitado la formación, en el arco político universal, de una hermandad política que se ha constituido en la peor forma de impostura y en el obstáculo mas importante para el avance de las sociedades modernas. La izquierda populista está constituida hoy en día por un ejército de sacristanes que se resisten a aceptar la vacuidad de la teología de sus maestros, no porque no entiendan la naturaleza desajustada y equivocada de sus teorías y de sus dogmas de fe, sino porque con ello se juegan su propia subsistencia en la vida política.

A esta altura de la historia ya es claro que la izquierda populista ha hecho de la mentira, la propaganda y la elucubración simplista sus herramientas de subsistencia, porque incluso aquella “izquierda vegetal” que convive hipócritamente con el sistema democrático liberal, siempre que puede y apelando a los argumentos de “justicia social” o “redistribución de la riqueza” le pone una zancadilla a las libertades y al desarrollo sano de la economía de mercado, con medidas que para lo único que sirven es para sufragar la vida y los gastos de una burocracia improductiva y saqueadora del trabajo ajeno. ¿Y si esto no es cierto cómo se explica entonces que en la órbita latinoamericana (donde domina sin discusión la izquierda populista) se quiera exhumar el capitalismo de Estado, esto es, darle de nuevo el rol de empresario al Estado, no obstante lo que muestra el pasado inmediato, como el fracaso productivo de la economía venezolana, hoy trasladada casi en su mayoría a las manos del Estado?

La introducción del Estado como actor en la economía es casi siempre contraproducente desde el punto de vista de la mejor asignación de recursos públicos, porque éste tiende a fortalecer más el empleísmo subsidiado que la producción eficiente y sostenible. En otras palabras, esto puede servir más para darle pega a las huestes del propio gremio político que para alentar el verdadero desarrollo económico de los países. Lo dice la propia experiencia, que muestra cómo en un pasado inmediato las empresas estatales –debido a la injerencia política- no pudieron ser gestionadas con éxito y por eso tuvieron que aceptar socios capitalistas que invirtieran en ellas y dirigieran sus operaciones.

Además el empleo subsidiado, ya lo sabemos, es dejar a los más pobres sin recursos esenciales para su progreso (educación y salud) aunque hace quedar muy bien a los demagogos.

¿Y entonces, qué es lo que define la historia política de muchos pueblos del mundo, qué es lo que gravita más en la conducta política de estos pueblos, la verdad o la mentira?

Carlos Herrera, Abogado

Enviado por el autor carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]

1 comentario

  • By Maria, 3 Junio 2010 @ 20:35 pm

    Buscando información encontré tu estudio sobre este tema.Me parece muy interesante tu análisis.

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