El discurso del desvío – Guillermo Mariaca / LA RAZON – 14.5.2010
El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres. Evo Morales
Guillermo Mariaca |
Hay casualidades que son accidentes. Otras, en cambio, son revelaciones. Para el común de los mortales bolivianos, que no sigue los detalles o los matices de nuestra vida política, el discurso de los pollos del Presidente ha sido una revelación, no un accidente. Desde ese infausto día de abril el régimen ha revelado plenamente su lógica autoritaria.
Obviamente, el discurso del desvío no es la única revelación. Hay otras de igual importancia: la glorificación de las lenguas indígenas para mentir su extinción; el romanticismo pachamámico que está sirviendo para enmascarar los crecientes usos narcotraficantes de la coca; el discurso industrialista que intenta disimular la intensa dependencia gasífera del Tesoro General de la Nación; el énfasis en la transparencia para esconder el prebendalismo generalizado; las reuniones a las cinco de la mañana para maquillar la inutilidad en la gestión. No hay duda de que las políticas de desarrollo humano —sobre todo la educativa— están profundizando la colonialidad habiendo entregado al sindicato magisteril la propiedad de un aparato que sólo sirve para perpetuar la ignorancia. No hay duda de que las políticas de desarrollo democrático —sobre todo el servilismo sindical— están bloqueando la participación ciudadana en la construcción de su propio destino. No hay duda de que las políticas de desarrollo económico nos engañan el empleo con bonos, mantienen la pobreza, agigantan la deuda interna, nos convierten en un país con una vocación económicamente primaria. Si no hay duda de esta estafa estatizada, ¿qué más da una revelación autoritaria?
Da, y muchísimo. Porque el discurso del desvío no tiene que ver con las contradicciones, las traiciones, las impotencias de las políticas públicas. Finalmente, asuntos de programa con consecuencias de país. Finalmente, asuntos objetivos. El discurso del desvío tiene que ver con las subjetividades: sensaciones, afectos, temores. Tiene que ver con ese aire de familia que comparten los regímenes autoritarios: con ese asco, ese odio, ese pavor, reprimidos por esos populistas mecanismos de defensa que impone la corrección hipócrita, pero que emergen en un acto fallido cuando se relajan esos mismos mecanismos. Eso le sucedió al Presidente; pudo más su autoritarismo ‘natural’ que su populismo electorero. Y es en ese momento que emergió su afinidad con todos los regímenes autoritarios para quienes cualquier desvío de su dogma es condenable porque ellos encarnan la verdad, la única autoridad moral.
Stalin, Hitler, Mao, Mussolini, Pol Pot, para citar únicamente a los lejanos, compartían el asco, el odio y el pavor ante la homosexualidad. Para ellos era inevitable asociar esa opción sexual con las calificaciones de “pervertido, vicioso, depravado, anormal, desviado o corrompido” (diccionario Herder, 2004) y, por consiguiente, condenar ese ejercicio, humillar a los homosexuales, enviarlos a los leprosarios. Entonces, aun si hoy ya no es posible extirpar ese derecho objetivo, sigue existiendo la posibilidad de que la máxima representación del país exprese una condición subjetiva, nos avergüence a todos, y haga de su intolerancia —no sólo de su ignorancia— una cualidad nacional.
No es primera vez, claro; ya trató de traidores y corruptos a sus mejores aliados durante la campaña municipal, de revolucionarios y conscientes durante la campaña nacional a sus oportunistas aliados fascistoides cambas que ayer nomás eran, según él, terroristas. Su conducta autoritaria tiene historia. Él sí puede tildar de racista a cualquiera que se atreva a mirarlo feo y entonces es alabado por los cultores de su personalidad, pero nadie puede describirlo como fascista sexual sin ser objeto de agresión de sus capangas. Ahora, además de historia nacional, ese autoritarismo tiene exposición internacional.
Qué desgracia que lo que fue una extraordinaria oportunidad democrática se haya degradado a un ordinario ejercicio autoritario. Y que, encima, nos ensucie a todos.
OPINIONES:
Total de opiniones: 1 |
Mónica Sahonero
2010-05-10 10:02:47 Excelente artículo El artículo de G. Mariaca es lo mejor que leí sobre el tema. Trascendiendo lo anecdótico del discurso de Tiquipaya, pasa al plano del análisis respetuoso y correcto, pero al mismo tiempo implacable, del actual régimen. Muchas gracias, a G. Mariaca, por reflejar la opinión de quienes, sin ser racistas y/o defensores del statuquo y del orden neoliberal previo a esta gestión, vemos ir cayéndose a pedacitos la mejor oportunidad que tuvimos de profundizar la democracia, interculturalizando la sociedad boliviana. http://www.la-razon.com/version.php?ArticleId=1376&EditionId=69&a=1
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By Adriana Herrera, 5 Junio 2013 @ 11:21 am
Guillermo Mariaca es un investigador profundo y este articulo como otros mas, reflejan su concepción realista de la problematica en Bolivia.
Ya leimos algo como “de cómo el colonialismo terminó con la oralidad” Debemos comprender que el entorno del actual gobierno no deja de ser colonialista a su modo y que ya está perdiendo la oportunidad de superar resentimientos y odios que es una forma de descolonizarse.