‘El cambio’ y los conflictos – EL DIA (Editorial) – 9.5.2010

El Gobierno enfrenta un periodo de conflictos y no tiene herramientas nuevas para enfrentarlos. La torpeza es evidente.


La habilidad política desplegada por el Gobierno para acumular poder y destruir a la oposición, enfrenta en este momento el mayor desafío, el mismo que han tenido que enfrentar todos los gobiernos que han conducido el país desde la recuperación de la democracia. Desde el tristemente célebre proceso de la UDP, con más de 700 huelgas en menos de tres años, hasta el prolongado periodo de desestabilización que se vivió en los cinco años anteriores a la llegada al poder de Evo Morales.
En todo este tiempo, el Estado no logró el fortalecimiento que se requiere para encarar los grandes retos que colocan a Bolivia en los últimos lugares del ranking del desarrollo humano a nivel continental y obviamente tampoco se pudo solidificar una arquitectura institucional republicana capaz de mantener el principio de autoridad sobre fundamentos democráticos. Mientras tanto, la llamada “patria sindical”, los movimientos sociales y toda esa maraña variopinta que conforma la “democracia corporativa” consolidó un poder omnímodo que puso a Evo Morales en el Palacio Quemado el 18 de diciembre de 2005.
El 54 por ciento de apoyo popular conseguido el 2005 y las sucesivas victorias históricas obtenidas por el MAS posteriormente no parecen haberle servido para cambiar la historia del país como se lo había propuesto. Hoy estamos con el país movilizado, en las calles, planteando exactamente las mismas demandas de las últimas tres décadas y el Gobierno, lamentablemente, en la misma imposibilidad de atenderlas sin necesidad de apelar a la represión.
El periodo de la consolidación política del MAS en niveles inéditos desde 1982, con capacidad de conseguir una gobernabilidad que no la tuvo ningún gobernante en este periodo, ha coincidido con una época de bonanza económica nunca antes vista en Bolivia, sin embargo, como decíamos, la situación de hoy parece retrotraernos a los momentos más álgidos vividos durante los indeseables gobiernos “neoliberales”.
Quién iba a imaginar al vicepresidente García Linera, un gran promotor de la cooptación de las Fuerzas Armadas, a las se convocó a sumarse al proceso de cambio, a gritar “Patria o muerte” y a luchar contra el capitalismo, haciéndoles a los soldados y policías una exigencia que pertenece a la filosofía liberal, como lo es el impedimento de la deliberación. No sólo está tambaleando la consistencia ideológica a este Gobierno, sino que les está fallando la mesura para encarar un conflicto. Es infantil y torpe decirles a los huelguistas que se conformen con pan y café, como es absurdo y nada creíble a estas alturas afirmar que los conflictos son producto de la infiltración de la derecha y del imperio norteamericano. En esta categoría también se anota el haber recurrido a la nacionalización de las compañías eléctricas con el único propósito de bajar las tensiones.
Es obvio que a este Gobierno se le gastaron muy rápido las “uñas de guitarrero”. Gobernar un país no es como manejar un sindicato, una ONG o una cuadrilla de aprendices de guerrilleros. Ya se ha comprobado que haciendo gestión, el MAS está en pañales, veremos cómo se desenvuelve para capear los conflictos en los que los actuales conductores siempre estuvieron del otro lado.

El Gobierno enfrenta un periodo de conflictos y no tiene herramientas nuevas para enfrentarlos. La torpeza es evidente.

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