La realidad obliga que la estrategia económica del país tenga que ser resuelta en términos más claros. Las actuales ambigüedades en la que cae Bolivia, por momentos con hostilidad al capital internacional, y por otra con gestiones para solicitar inversiones, representan dañinas contradicciones que al final pasarán una factura muy fuerte al futuro del país, que otra vez dejará pasar la oportunidad de subirse al tren de la recuperación y el desarrollo.
La inversión extranjera directa (IED) en América Latina podría superar este año los cien mil millones de dólares, según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que estima que para 2010 la IED aumentará un 50%. Ese organismo, estima un alza en los flujos de inversión basado en las mejores perspectivas de crecimiento para la región, las tendencias de largo plazo de flujos de inversión extranjera y las previsiones de algunos de los mayores países receptores. Sin embargo, la Cepal considera también que estas proyecciones pueden verse afectadas por factores externos, como la posibilidad de que la complicada situación financiera de Grecia contagie a otras economías de Europa, o la incertidumbre que prevalece en algunos países.
Lo lamentable es que estos cien mil millones, no llegarán a todos los países, debido a condiciones internas que desalientan la inversión y representan riesgos para los capitales extranjeros. Bolivia necesita inversiones sin demora, es la única vía para salir del estancamiento. El gobierno ha previsto inversiones por 32 mil millones de dólares en los próximos siete años, según el ministro de Hacienda, Luís Arce Catacora, quien intentó convencer a empresarios norteamericanos y de otros países a volcar su mirada a las posibilidades que existen en el país. Evidentemente, el hierro del Mutún, el Litio y otros doce de minerales y metaloides altamente cotizados del salar de Uyuni, así como los hidrocarburos, minerales y la agroindustria, ofrecen enormes posibilidades e interés para los capitales tanto nacionales como foráneos. Sin embargo, las inversiones no llegan, y a cuenta gotas, las transnacionales que operan en el país realizan gastos controlados solo para mantener sus operaciones actuales, sin perspectivas de largo plazo. Por ejemplo, la Cepal anota que en Bolivia, las inversiones están disminuyendo. En 2009 la presencia de capitales extranjeros respecto a 2008 fue menor en $us 90 millones. Es decir, la gestión pasada captó $us 418 millones de IED y en 2008 logró $us 508 millones. Estas sumas no representan ni el 1% de los capitales que llegan a la región. La realidad obliga que la estrategia económica del país tenga que ser resuelta en términos más claros. Las actuales ambigüedades en la que cae Bolivia, por momentos con hostilidad al capital internacional, y por otra con gestiones para solicitar inversiones, representan dañinas contradicciones que al final pasarán una factura muy fuerte al futuro del país, que otra vez dejará pasar la oportunidad de subirse al tren de la recuperación y el desarrollo. Nuestro país está todavía a tiempo de definirse si realmente desea ser parte activa del desarrollo y la potenciación regional. Esto significa que en este momento el país se encuentra ante una disyuntiva de cara o cruz, entre perder las oportunidades de la coyuntura, o enfrentar sin demora la tarea de presentar un escenario más estable, seguro, confiable para tentar a los inversionistas a desarrollar las riquezas naturales bolivianas, esta vez con reglas claras que permitan la industrialización y no simplemente la explotación de las materias primas, y de esta manera lograr captar un porcentaje importante de los cien mil millones de dólares previstos para ser invertidos en la región. De lo contrario, como ha ocurrido en los últimos años, las inversiones seguirán fluyendo hacia los países considerados de primera línea en Latinoamérica, como Brasil, México, Argentina y Chile; a los que ahora se ha incorporado Perú, cuya economía ha dado muestras de solidez. Efectivamente, Perú lanzará el próximo 14 de mayo el proceso de licitación internacional para la exploración de 24 lotes con potencial de contener gas y petróleo. La mayoría de los lotes que serán ofertados se ubican en la selva norte y selva central. Asimismo, Perú ya ha desplazado a Bolivia en la exportación de minerales. De esta manera, Bolivia ha quedado relegada a un plano de desconfianza, donde se encuentran Ecuador, Paraguay y Venezuela, pese a contar con tantas potencialidades y riqueza que son de inocultable atracción para los inversionistas.
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