Cómo el socialismo destruye Europa – GUY SORMAN / ABC.es – 8.5.2010
¿La realidad? Los fundamentos de la Unión Europea son incompatibles con la manera en que se gestionan los Estados europeos. Es decir, la Unión Europea es de origen liberal, concebida como tal en filosofía política y en economía y sólo es posible gestionarla de manera liberal, mientras que todos los gobiernos nacionales, aunque fueran de derechas, crearon, de hecho, unos gigantescos Estados del Bienestar de inspiración socialista
Desgraciadamente, los gobiernos nacionales creyeron que sería posible acumular los beneficios de la Europa liberal, a la vez que se superponían las delicias electorales del socialismo. Aquí se llama «socialismo» al crecimiento infinito del Estado del Bienestar, a la acumulación de seguros sociales y de empleos protegidos por el Estado.
Hoy en día, no es la crisis griega lo que convendría explicar, sino el camino que condujo hasta ella. No se trata de reabsorber la deuda griega o española: se trata de poner un plazo o no a la estrategia del declive europeo
La tragedia del euro sobrepasa con mucho el único caso de Grecia y esta tragedia sólo es financiera en apariencia. El mal es más profundo: alcanza a todos los países miembros o acabará por alcanzarlos a todos. No bastará con poner un poco de orden en las cuentas públicas, salvar a Grecia de la quiebra y tranquilizar a los acreedores de España y Portugal. Estos remiendos financieros no evitarán el contagio general de todos los países miembros de la Unión ya que a todos les aqueja el mismo mal. Algunos querrían quitar importancia a este mal. En el FMI, en el Banco Central Europeo, en los ministerios nos dicen: es financiero, es técnico, sabemos actuar, ya pasará, basta con algunos créditos, con persuadir a los alemanes, con reducir un poco el gasto público. ¿Y todo volverá a empezar como si no hubiese habido crisis en absoluto? ¡Qué ilusión, qué ceguera y sobre todo que negación de la realidad! ¿La realidad? Los fundamentos de la Unión Europea son incompatibles con la manera en que se gestionan los Estados europeos. Es decir, la Unión Europea es de origen liberal, concebida como tal en filosofía política y en economía y sólo es posible gestionarla de manera liberal, mientras que todos los gobiernos nacionales, aunque fueran de derechas, crearon, de hecho, unos gigantescos Estados del Bienestar de inspiración socialista.
Expliquémonos: en los comienzos de Europa, un empresario (no un diplomático, sino un comerciante de coñac familiar de Estados Unidos), Jean Monnet, tras la Segunda Guerra Mundial, reparó en que los gobiernos europeos nunca habían logrado, y no lograrían nunca, hacer de Europa una zona de paz y de prosperidad. Sustituyó el motor diplomático por el motor económico; consideraba que el libre cambio y el espíritu emprendedor deberían generar unas «solidaridades concretas» que eliminarían la guerra y la miseria. Esta institución liberal de Jean Monnet fue ratificada el 9 de mayo de 1950 por los principales artífices de la primera Comunidad Económica Europea, tres demócratacristianos: Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Robert Schuman. Estos hombres compartían una misma concepción moral de la política y un mismo análisis económico, y se mostraban recelosos con el estadismo que entonces se identificaba, con razón, con los totalitarismos guerreros. La Comisión de Bruselas, y más tarde el Banco Central Europeo, no han dejado de ser fieles a ese espíritu liberal original. El libre cambio, gracias al apoyo constante de la Comisión de Bruselas, atizó el espíritu de empresa frente a los proteccionismos y los monopolios nacionales. Y se creó el euro para obligar a los Estados a equilibrar su presupuesto, siguiendo la línea de la teoría monetaria liberal.
Desgraciadamente, los gobiernos nacionales creyeron que sería posible acumular los beneficios de la Europa liberal, a la vez que se superponían las delicias electorales del socialismo. Aquí se llama «socialismo» al crecimiento infinito del Estado del Bienestar, a la acumulación de seguros sociales y de empleos protegidos por el Estado.
Ese socialismo de hecho, sedimentación de promesas electorales y de derechos adquiridos, se desarrolló en Europa infinitamente más rápido que la economía y que el número de habitantes. Por tanto, este socialismo de hecho sólo podía financiarse a crédito, se creía que sin riesgos, ya que el euro parecía «fuerte». Este euro fuerte enloqueció a sus poseedores: de repente todo parecía asequible con el crédito. Ello tuvo como consecuencia un endeudamiento notablemente homogéneo, en todos los países europeos, del orden del 100% de la riqueza nacional: entre el 91% en Alemania y el 133% en Grecia, una diferencia bastante modesta entre los dos extremos, reflejo de una misma trayectoria socio-estatal. Hoy en día, la diferencia entre Alemania, Grecia, España o Francia, depende menos del endeudamiento y de la manera de gestionar los Estados -más bien similares- que de la capacidad de reembolso variable dependiendo de los deudores. Todos los Estados europeos han sido gestionados «a la socialista», en contradicción con los principios liberales de la Unión Europea: algunos serán capaces de hacer frente a los vencimientos mejor que otros, pero todos han seguido juntos la misma trayectoria.
¿Explicarán esta trayectoria fatal? Las ideologías son su verdadera causa. El socialismo domina los espíritus en Europa, mientras que el mundo universitario, mediático e intelectual acosa al liberalismo. Apoyar al mercado frente al Estado y preconizar el Estado modesto se considera en Europa una perversión «estadounidense». Y la ideología socialista está lo suficientemente arraigada como para que a un político le sea casi imposible resultar elegido sin prometer aún más solidaridad pública y aún menos riesgo público. Estos Estados del Bienestar, debido a su coste financiero y a la falta de responsabilización ética que legitiman, han asfixiado el crecimiento económico en Europa: somos el continente del declive, pero del declive solidario.
Y ahora nos presentan la factura griega: no será la primera de esa clase. ¿Qué hacemos con ella? Sería lícito que no la pagáramos: en el fondo, ¿por qué un modesto contribuyente francés o alemán debería pagar los impuestos que evadió un griego rico, todo ello para financiar a los sindicatos o a los militares griegos? Pero las finanzas europeas son tan enrevesadas que el euro que debe Grecia se lo debe en realidad a un banco alemán o francés. Por consiguiente, que los no griegos corran o no a socorrer a Grecia no cambiará nada: nuestra quiebra será colectiva. Nos creíamos ciudadanos de un país, pero somos deudores para todos. Si los europeos no pagan la factura griega, las facturas de Portugal, España e Italia llegarán rápidamente a continuación ya que la bancarrota de Grecia repercutiría sobre el valor de todos nuestros euros.
¿Cómo se sale de una tragedia? Ganando tiempo, negándola, suicidándose o diciendo la verdad. En este momento de la historia que vivimos, no es posible prever cuál de estos supuestos prevalecerá. En los comienzos de Europa, Jean Monnet dijo la verdad y los hombres de Estado se la explicaron a los pueblos: éstos la entendieron. Hoy en día, no es la crisis griega lo que convendría explicar, sino el camino que condujo hasta ella. No se trata de reabsorber la deuda griega o española: se trata de poner un plazo o no a la estrategia del declive europeo. A fin de cuentas, deberíamos darles las gracias a los griegos quienes por imprudencia, eso sí, han interrumpido la siesta europea.
http://www.abc.es/20100506/opinion-tercera/como-socialismo-destruye-europa-20100506.html
By Willi Noack, 10 Mayo 2010 @ 11:01 am
Recibí de Carlos Herrera [calinzell@hotmail.com]una apreciación con el agradecimiento a Ovidio Roca por haber remitido a nuestro sitio este artículo. He aquí la opinión de Carlos Herrera:
“Ovidio Roca nos manda un artículo que pone de manifiesto que los “Estados del bienestar” suelen financiarse con crédito (en eso consiste gran parte del déficit público en muchos países, al final) y que ésta idea (Estados de bienestar) además de la secuela de deuda que deja a los gobiernos, se ha vuelto una moda difícil de frenar porque en política lo común es el discurso de la solidaridad del Estado para con los más débiles (así es como han llegado gran parte de los gobiernos populistas latinoamericanos al poder, por otra parte), sin entender que los recursos no los generan los gobiernos sino la sociedad civil, por lo que importa mucho preservar las condiciones de gestión liberal de las economías y de los Estados, esto es, promover una atmósfera para el libre intercambio y la producción y evitar que los gobiernos derrochen los ingresos fiscales en una pretendida solidaridad que en el fondo sirve más para desarrollar burocracias estatales o empleos protegidos, cuando no subsidiados, que para apoyar necesidades reales de la gente.
Gasto público por supuesto, pero no gasto corriente que se diluye en sueldos, consultorías intrascendentes o bonos políticos. Sí gasto en salud, caminos, educación, seguridad jurídica y personal, es decir, inversión que tiene un impacto real en la capacidad productiva del país. Porque la productividad al final de cuentas es lo único que sostiene el valor de una moneda, como el nivel de consumo de una sociedad. Si no se produce no hay qué vender, y si no hay qué vender no hay plata para comprar lo que una sociedad necesita para vivir con comodidad. Hay lamentablemente todavía una fuerte influencia de las ideas Keynesianas en las cabezas de los gobiernos, que creen que el gasto estatal (tirar dinero sobre la cabeza de la sociedad para que aquella gaste a lo loco) es el verdadero motivador del consumo y de la actividad económica, cuando es evidente que primero hay que producir algo que puede venderse para obtener dinero sano y que de esa capacidad de vender cosas depende (al final de cuentas) la salud económica de un pueblo. Lo otro, tirar dinero sin pensar en fortalecer el entorno productivo, que es donde nace el dinero, es sencillamente un mal tiro porque se trata no de dinero extraído del trabajo productivo, sino de crédito a futuro. Ahí estan los americanos como ejemplo claro del asunto, que habiéndose gastado sumas astronómicas en la recuperación de su economía, los números del empleo, los del consumo y los de la producción, siguen estancados, todo lo cual se refleja en el bajo desempeño de las bolsas de valores. .
Un saludo carlos.”
By Willi Noack, 11 Mayo 2010 @ 10:04 am
Recibí de Jorge Asbun [jorgeasbun@cotas.com.bo] l siguiente comentario:
“Estimado Carlos:
A pesar que Guy Sorman es un liberal declarado y tiene un cultura importante, creo que no ha logrado superar el “marketing” socialista, quizás en razón de lo que el mismo afirma, que el socialismo esta tan arraigado en la ciudadanía. Me explico, Sorman señala que el asistencialismo, las medidas sociales, son socialistas, sin embargo eso es totalmente incorrecto, tanto desde un punto de vista teórico, jurídico, como práctico.
En realidad esas medidas han sido adoptadas en un orden constitucional “capitalista” (para usar el término más despectivo para referirse al estado liberal) en consecuencia se estaría afirmando que las políticas socialista requieren imprescindiblemente de un estado capitalista, (lo que de por sí resulta un absurdo). Entonces, no es posible afirmar que en esos estados con constitución capitalista, se adoptaron medidas socialistas, porque sería negar la esencia en la que se ha producido el asistencialismo. Lo que muestra la política griega es que el Estado liberal, también puede ser conducido de forma incorrecta, con medidas irresponsables o si se quiere de forma populista, pero quiérase o no es el Estado capitalista.
Y esta no es una diferencia cualquiera, porque que un liberal afirme que las medidas de asistencia social son socialistas en esencia, tiene el grave inconveniente de olvidar que el socialismo solo “marketinea” la asistencia social, pero en el fondo conduce a los ciudadanos a una situación de servidumbre, porque la planificación y la concentración de las decisiones políticas, económicas y la administración de “todos los bienes del pueblo”, en los gobernantes, que constituye el eje del socialismo, siempre produce y producirá una desigualdad atroz entre los gobernantes y los ciudadanos, aquellos tienen todo el poder, desde la representación sindical, política, económica social, y éstos tienen que trabajar toda su vida (ni siquiera en lo que les guste, sino en lo que el Estado requiera) sólo para conseguir –agua, pan y un mal techo- pero sin posibilidad alguna de ahorro. En el capitalismo esa situación está proscrita, porque se llama servidumbre. La asistencia social no es incompatible con el capitalismo, es uno de sus componentes, porque un Estado que tenga importantes ingresos y a su vez tenga carencia en ciertos ámbitos, se entiende que debe ocupar esos recursos en cubrir la mismas, pero lo que se exige en éste tipo de Estados, es racionalidad en la medida.
Es justamente en razón del componente ideológico del socialismo que los países que se adscribieron al mismo, tuvieron que levantar muros y fronteras vigiladas, para evitar que la gente huya, para poner un ejemplo inmediato, ahí está Cuba, el típico ejemplo de lo que constituye un estado socialista: sin libertades, sin posibilidad de mejoras económicas y con todos sus ciudadanos sometidos a la voluntad de un muerto-vivo, que lo gobierna por más de cincuenta años y no solo eso, alguna vez has visto a alguna mujer ocupar un alto cargo en éstos países, las luchas por mejores derechos, sean éstos de carácter social, de minorías o de cualquier orden, sólo es posible en sociedades abiertas (capitalistas), lo demás es puro marketing para impresionar, eso sí, no me cabe la menor duda que el socialismo, no solo el mejor discurso, sino la mejor herramienta, para quién pretenda eternizarse junto a su familia como gobernante –dueño – de un país, sus recursos y su gente.
Un abrazo”
By Willi Noack, 11 Mayo 2010 @ 10:24 am
Recibí de carlos Herrera [calinzell@hotmail.com] el siguiente mensaje:
“Amigos, Jorge Asbún corrige las opiniones vertidas por Guy Sorman en el artículo titulado “Cómo el socialismo destruye Europa” y que está al final de este mismo mail . Pónganle atención al asunto porque lo que dice Jorge tiene una lógica impecable. Un saludo carlos.”