Primero de mayo – José Gramunt de Moragas – 4.5.2010

El tradicional Día del Trabajo que siempre se conmemoraba con marchas multitudinarias de trabajadores, unas veces pacíficas y festivas, otras malhumoradas e incluso violentas, según las circunstancias políticas y sociales que vivía el país, ha cambiado de sentido. Desde que Don Evo llegó al poder, aquella conmemoración se orienta a la exaltación de alguna disposición gubernamental “revolucionaria”.

Gramunt: Primero de mayo

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El tradicional Día del Trabajo que siempre se conmemoraba con marchas multitudinarias de trabajadores, unas veces pacíficas y festivas, otras malhumoradas e incluso violentas, según las circunstancias políticas y sociales que vivía el país, ha cambiado de sentido. Desde que Don Evo llegó al poder, aquella conmemoración se orienta a la exaltación de alguna disposición gubernamental  “revolucionaria”.
por José Gramunt SJ

La primera fue la nacionalización del gas, después vinieron promulgaciones de leyes y toda la gama de innovaciones políticas que marquen el proceso de cambio hacia el socialismo plurinacional comunitario. Al cerrar este comentario, ignoro cuál será la sorpresa que Don Evo saque de su cuerno de la abundancia. Lo que sí es previsible es que no resonarán con voz potente los ecos de ¡Viva el Evo!

Un hecho que merece comentario en este 1° de Mayo es que, la antes poderosa Central Obrera Boliviana consolidada por la fuerza de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia fue por mucho tiempo la vanguardia que conquistó, a veces con graves errores, logros importantes para la sociedad. Este gran patrimonio sindical se lo ha apropiado don Evo y lo ha traspasado a sus propias criaturas, las naciones indígenas y a los movimientos sociales de distinto pelaje. Dije que se los ha apropiado, y ahora digo, confiscado, igual que ha concentrado en manos del Órgano Ejecutivo todas las instituciones del Estado Plurinacional.

Pues bien, ésta es la ocasión para recordar lo que costó a los trabajadores organizados obtener y consolidar sus más preciadas reivindicaciones sociales. El derecho de huelga, por ejemplo, el mismo que recientemente fue cuestionado en el ahora eliminado proyecto del nuevo Código del Trabajo. En su primera versión se limitaba ese derecho y hasta penalizaba a sus promotores. Alguien paró el golpe. Sin embargo, la pifia imperdonable ya mostró la tendencia autoritaria de la que padece el régimen masista.

Éstos y otros hechos con los que el Gobierno se presenta ante el mundo como paladín del anticapitalismo, contrastan con la realidad. Pongamos por caso la información gubernamental que pretende hacer creer que en Bolivia existe plena seguridad jurídica. Los inversores no tienen nada que temer por sus empresas,  pues aunque se les advierte que no serán propietarias ni siquiera en mérito a los riesgos que asuman, no obstante, serán elevadas a la poderosa condición de socias del Gobierno Socialista Comunitario. Bajo este paraguas protector, habrá más  empresas productivas, más puestos de trabajo, más impuestos para el fisco. ¡Qué más queremos!  Pero la verdad no es ésta. La triste verdad es que el Gobierno ha confiado en que la economía, la economía productiva, opera de por sí, como el milagro. Con esta confianza propia de la fe del carbonero, el Gobierno se adorna con guirnaldas justamente ganadas a fuerza de oratoria.

Me he preguntado una otra vez por qué Don Evo le tiene tanta afición, y hasta sometimiento al general bolivariano, Hugo Chávez si, en lo que lleva de prolongado mandato presidencial ha dejado a su país en la bancarrota, en la más grande escasez de su historia, y en el descrédito mundial. Tras la experiencia de estos últimos años, uno podría esperar que Don Evo vaya corrigiendo la puntería.

http://www.iglesiaviva.net/content/view/5206/2/

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