AL CAPITAL ROGANDO Y AL CAPITALISMO DENOSTANDO – HidrocarburosBolivia.com (Editorial) – 24.4.2010
El doble discurso en relación al capital y al capitalismo no está dando muy buenos resultados cuando de atraer inversiones se trata.
Mientras el presidente Evo Morales, el Canciller, y gran parte del equipo que gobierna Bolivia dedicaba sus mejores esfuerzos a convocar a los pueblos del mundo a “salvar a la Madre Tierra del capitalismo”, en Nueva York, el mismo día e incluso a la misma hora, el Ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora, prodigaba alabanzas a los capitalistas estadounidenses, los instaba a invertir en Bolivia y les aseguraba, en nombre de la Constitución Política del Estado y el resto de la legislación vigente en nuestro país, que no tenían nada que temer porque éste es un país donde se respetan los capitales privados.
No es difícil imaginar la confusión que habrá hecho presa de sus oyentes. Es que aunque Bolivia no es un país que ocupe un lugar muy destacado en la prensa internacional, menos aún en la especializada en materia económica, tampoco es tan irrelevante lo que aquí ocurre como para que los capitalistas del mundo no se percaten de lo poco verosímiles que resultan los alegatos del conductor de la economía boliviana.
Y no es la verborragia anticapitalista que tanto abundó en la Conferencia recién clausurada lo que le resta credibilidad a las plegarias con que Arce intenta conmover a los principales capitalistas del mundo. Eso es lo de menos, pues si alguien sabe lo poco relevante que es ese tipo de discursos cuando de hacer negocios se trata, son ellos. No es casual que el Partido Comunista Chino, así como el de Vietnam, por ejemplo, figuren entre sus mejores socios y Chávez no se quede atrás.
El problema no es pues lo que se dice, sino lo que se hace. Y ahí sí el asunto se complica, pues no es lo mismo convocar con palabras a destruir al capitalismo frente a una multitud de jóvenes e indígenas ávidos de una causa en la que creer con devoción, que herir con hechos a empresas como la Sumitomo de Japón, o la Jindal de India, por no recordar a las que invirtieron en tiempos pasados en el sector hidrocarburífero.
Son ejemplos como esos los que le quitan vigor al mensaje del que el Ministro de Finanzas fue portador. Y así como no es lo que sus detractores dicen, sino lo que hacen, lo que más importa a los grandes capitalistas, a los conductores de la economía boliviana debiera importarles lo mismo. Es decir, no regocijarse tanto con las declaraciones líricas, sino fijarse en lo que dicen las frías cifras.
Al hacerlo, tendrán que reconocer que su doble discurso en relación al capital y al capitalismo no está dando muy buenos resultados, por lo menos en lo que a la atracción de inversiones extranjeras se refiere. Así lo indica el más reciente informe sobre el tema publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), según el cual el año 2009 la inversión extranjera directa en Bolivia disminuyó un 47%.
Las causas de tan pobres resultados son por todos conocidas, o por lo menos intuidas. La principal de ellas es sin duda la falta de confianza que en cualquier inversionista serio inspira un gobierno que, como el actual, no da en los hechos ninguna muestra de la seguridad jurídica que tanto abunda en sus palabras.
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