COMO EN TIEMPOS DE LAS DICTADURAS – LOS TIEMPOS (Editorial) – 22.4.2010

Una vez más, los actos de un Ministro de Gobierno han traído a la memoria los aciagos tiempos de los regímenes dictatoriales

Entre los muchos temas que por lo recurrentes que son ya forman parte cotidiana de la agenda informativa y de los espacios de opinión de los medios de comunicación de nuestro país, hay uno que desde hace mucho tiempo se destaca: es el relativo a la facilidad con que el gobierno nacional lleva al ámbito judicial asuntos relacionados con sus intereses políticos coyunturales e incluso con los circunstanciales afectos y desafectos de sus principales funcionarios.

Ejemplos de lo dicho abundan, sobre todo cuando se ve con atención la larga lista de dirigentes de la oposición que están encausados con o sin motivo pero con el evidente propósito de alejarlos de las lides políticas. Es tan evidente que es ese y no un auténtico afán de impartir justicia lo que inspira los actos de muchos fiscales, jueces y policías afines al gobierno, que incluso quienes en verdad merecen ser sometidos al rigor de la ley terminan beneficiándose con el aspecto político que tienen los procesos que se incoan en su contra.

Pero cuando más descarado y grotesco es el abuso que los estrategas del oficialismo hacen de los instrumentos judiciales y policiales para ponerlos al servicio de sus intereses particulares es cuando las víctimas de sus desafueros no son exponentes de la oposición sino de sus propias filas o sus aliados caídos en desgracia por alguna razón. La manera cómo Félix Patzi fue eliminado de la carrera electoral mediante un burdo ardid leguleyesco, o peor aún, la saña con que Juan del Granado y otros líderes del Movimiento Sin Miedo comenzaron a ser acosados a partir del momento en que comenzaron a alejarse de la coalición oficialista son dos elocuentes ejemplos de lo dicho.

Más reveladora aún de esa tendencia, y por eso mismo más alarmante, ha sido la detención de un ciudadano colombiano que hace algunos años alcanzó la fama por la batalla legal que libró contra el Estado boliviano —cuando tal cosa aún era posible— alegando haber sido injustamente acusado de actividades subversivas.

El hecho, que ha adquirido cierta notoriedad por estar involucrado un personaje muy conocido y reconocido en círculos afines al gobierno, no puede ni debe pasar como algo anecdótico por lo mucho que representa. Es que si tales excesos afectan a alguien que puede llamar la atención para que acudan en su defensa gentes influyentes, no es difícil imaginar la suerte que corren quienes están en similares circunstancias pero sin quien acuda en su auxilio desde las cumbres del poder.

Como es fácil recordar, no es la primera vez que un Ministro de Gobierno del régimen actual actúa de manera que trae a la memoria los aciagos tiempos de las dictaduras. Razón más que suficiente para recordar, una vez más, por qué conceptos como “derechos humanos”, “libertades civiles” o “Estado de Derecho” son importantes como principios cuyo respeto debe estar por encima de cualquier otra consideración, y jamás ser reducidos a muletillas ideológicas a las que se recurre cuando conviene y se las desecha cuando comienzan a estorbar.

http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/editorial/20100422/como-en-tiempos-de-las-dictaduras_67248_123119.html

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