Perder un millón de votos (I + II) – Susana Seleme Antelo – 19.4.2010

No es lo mismo ganar “Un millón de amigos”, como los de Roberto Carlos en su hermosa canción, que extraviarlos, si alguna vez se los llegase a tener. Sin embargo, perder un millón de votos, que sí los tuvo el oficialismo en Bolivia, fue posible.

Ese enorme caudal perdió el MAS en las elecciones departamentales y municipales de abril 2010. El gobierno pensaba cerrar su círculo de dominación total territorial en estos comicios, tras el triunfo arrollador del reelecto presidente Evo Morales Ayma, con 2.851.891 de votos en diciembre 2009. Tres meses después, las cifras son un mazazo: sus candidatos obtuvieron 1.874.600: un millón de votos menos:

Habrá justificaciones de todo tipo: que no es lo mismo una elección presidencial que una para alcaldes y gobernadores, o que los candidatos de oposición escucharon mejor que el partido oficialista ‘el pulso de las masas.’ En realidad, el MAS perdió por errores políticos acumulados en los últimos 4 años. Entre ellos, que los candidatos ungidos por el ‘líder espiritual’, Evo Morales, no fueron los que esos pueblos querían: el ‘espiritual dedazo’ no oyó a las bases y esa sordera le paso factura. Lo concreto es que en estos que se dicen ‘tiempos de cambio’ nada parece haber cambiado frente al ayer ‘neoliberal’: el autoritarismo se impone, impera la decisión de los de arriba y de los ‘arrimados’, y la ‘descolonización’ del poder para que lo ejerzan los representantes genuinos ‘de los pueblos’, se ha diluido en un cuento de mal gusto. Hoy se desnuda la ausencia de hilo conductor entre un discurso indigenista a ultranza y la práctica política del ‘líder espiritual’, que no condice con lealtad ideológica y respeto a las tradiciones y decisiones, también políticas, de esos pueblos.

Hay que decirlo una vez más, y lo repito sin complejos: el machacón discurso indígeno-originario-campesino y el ‘empoderamiento’ de los mismos, más allá de su visibilización social que es real, ha sido una eficaz y eficiente consigna de Morales y sus hombres para ganar adeptos y simpatizantes dentro y fuera del país. Pero ha sido miope y mezquino de cara a los propios indígenas, originarios y campesinos, pues ni Morales ni el MAS han reconocido las verdaderas reivindicaciones y liderazgos de comunidades, ayllus, markas, pueblos del Collasuyo y otros espacios rurales. Ellos tenían sus propios candidatos. No votaron por los del oficialismo en abril, porque llámese como se llame quien esté en el Palacio Quemado y sea quien sea su representante en esos lugares, siempre pobres y lejos del poder central, esperaban esta vez, respeto de quien se dice originario y hermano. En los hechos, nada ha cambiado. Sigue mandando el poder desde La Paz, así se trate de un k’hara, mestizo o indígena.

Ese dato apunta a otro error político alarmante: la ausencia de gestión pública estratégica para, sino erradicar, al menos paliar la pobreza ancestral de esos pueblos. Es decir, no han mejorado sus condiciones de vida y de desarrollo humano, ni siquiera para ‘vivir bien’, apegados por siglos de vigencia a sus usos y costumbres.

Así, no parece difícil que el oficialismo hubiera perdido votos en lugares como Achacachi, El Alto y Quillacollo.

Perder un millón de votos (II y final)

Susana Seleme Antelo

A la pérdida de votos en zonas rurales, se suma el desencanto de las zonas urbanas: 6 de nueve grandes capitales y otras menores ganadas por la oposición.

Se sabe que no siempre ganan los colgandejos de un presidente, pues aunque la mona vista de seda, mona se queda. Sin embargo, el extravío de un millón de votos urbanos apunta a la falta de gestión para generar empleos productivos, estables y buen salario: la gente sigue sumida en la improvisación de la informalidad y el contrabando, sujetos a la fiscalización y represión de los no siempre honestos funcionarios municipales y de aduana. En la clase media pesó la campante y ufana corrupción, porque nada ha cambiado y donde se pone el dedo, sale la corruptela chica o mediana, cuando no la gran corrupción. Con una nacionalización que no fue, la gestión de YPFB está de mal en peor: Bolivia pudo ser un gran productor y distribuidor de gas en el Cono Sur, y ahora lo importa, nada menos que de Chile, al que por no venderle ni un átomo de gas, según afirmaba un furibundo diputado Evo Morales, fuimos a la confrontación sangrienta de octubre de 2003, que lo catapultó a la presidencia.

La desproporcionada reacción del presidente y sus portavoces luego de la pérdida de un millón de votos, habla de lo que mucha gente no quería ver: el proyecto masista es ganar a como de lugar; es un proyecto de poder por el poder, que en el ejercicio del poder, buscando el poder total, da palos sin importar orígenes étnicos ni aliados de otros tiempos. No importa la vida de la gente, sino su voto para presentarse al mundo como representante-benefactor de los pueblos indígenas y salvador de Bolivia frente la derecha separatista-terrorista de Santa Cruz y el Oriente, según Morales, Linera, Llorenti y los demás.

Junto al millón de votos extraviados, el oficialismo ha extraviado el sentido político de la coyuntura y las miradas honestas que exige la diversa realidad de Bolivia. Entre esos extravíos, arremete contra vocales electorales, pide su renuncia, empuja a sus milicias-movimientos sociales a cercar las cortes y a no aceptar la derrota. La democracia sólo vale, cuando el voto favorece su proyecto de dominación total.

Les ha fallado esta vez, por eso el los hombres del MAS reactivan el nunca resuelto ‘caso Roszas’, sin haber probado en un año el supuesto magnicidio-terrorismo-separatismo, ni logrado imputar a representante alguno de la dirigencia cruceña. El fiscal Sosa convertido en moderno Arce Gómez con su amenaza de “andar con el testamento bajo el brazo”, ahora vincula ‘el caso’ a las logias, que pudieron ser poderosas ayer y hoy apenas añoranzas de lo que fueron. Sigue acusando sin pruebas, violando los debidos procesos y derechos humanos como los del arquitecto Ronald ‘Chichi’ Castedo, mientras la verdad anda cada vez más lejos: ¿quién mató a los tres extranjeros el 16 de abril de 2009? No fueron los cruceños, tampoco aquellos que, jóvenes o maduros, se dejaron embaucar para acciones de ‘autodefensa’, por un aventurero Eduardo Roszas, que hoy sabemos fue un mercenario y doble agente.

No valía la pena amedrentar con un supuesto asalto delictivo al Dr. Germán Antelo y a su esposa en La Paz, ni meter miedo, ni matar a nadie, si el extravío de un millón de votos se debe a los propios errores de Morales y sus hombres.

Enviado por la autora susana seleme [susanaseleme@gmail.com]

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