LA DEMOCRACIA, NUEVAMENTE AMENAZADA – LOS TIEMPOS (Editorial) – 17.4.2010

Defender la independencia de las Cortes Electorales e impedir que vuelvan a ser un instrumento al servicio del poder es una tarea de máxima prioridad

Cuando nos aproximamos a la segunda semana después de la realización del último acto electoral, el que tuvo lugar el pasado 4 de abril para elegir a las principales autoridades municipales y departamentales, se ha conformado un escenario que, como señalamos en alguna oportunidad, hubiéramos querido que quede relegado a las páginas más penosas de la historia del país. Confusión, dudas sobre los resultados arrojados por las urnas, acusaciones de fraude que van y vienen con la misma intensidad desde el oficialismo como desde la oposición, son algunos de los elementos que configuran tan triste cuadro.

Tal panorama, deplorable de por sí, lo es mucho más si se considera que uno de los más importantes logros de todos los bolivianos durante las últimas décadas fue precisamente al construcción de un sistema electoral digno de la confianza colectiva.

Después de décadas durante las que la voluntad popular era fácil objeto de todo tipo de manipulaciones, conseguimos dotarnos de unas Cortes Electorales, de unas leyes y de una cultura cívica que, sin ser perfectas, estaban bien encaminadas en un continuo proceso de superación. El país tenía un muy buen motivo para sentirnos orgullosos, pues democracia era una clara muestra de lo mucho que se puede lograr cuando las voluntades colectivas confluyen hacia un objetivo común. Fue la solidez de ese andamiaje institucional lo que en más de una ocasión hizo posible durante los últimos años que nuestras diferencias se resuelvan a través de las urnas y no de las armas. Además, y no es poco, Bolivia se convirtió en un referente de eficiencia electoral en la región.

Durante los últimos meses, dando continuidad al proceso que se inició hace ya casi 20 años, el sistema electoral dio grandes pasos hacia su perfeccionamiento. La adopción del padrón biométrico, por ejemplo, cuya exitosa construcción fue posible por la manera masiva cómo la ciudadanía le dio su apoyo, fue una elocuente prueba de la confianza depositada por el pueblo boliviano en un sistema democrático capaz de reflejar fielmente su voluntad.

Con tales ascendentes, lo menos que cabía esperar de quienes a través del voto recibieron el apoyo de la gente era que actúen en consecuencia. Pero lejos de ello, con lo que nos encontramos dos semanas después es con una ofensiva que desde diferentes flancos se dirige hacia el núcleo de la institucionalidad democrática. Oficialistas y opositores, por encima de sus diferencias, parecen coincidir en un objetivo común: destrozar la fuente de la que se nutren.

Que tal propósito anime a quienes creen que la democracia es un obstáculo para la consecución de sus objetivos es repudiable pero comprensible. Es lógico que quienes buscan el control total del poder sin que nada ni nadie pueda ponerles límites hagan cuanto esté a su alcance para deslegitimar y destruir un sistema que los estorba. Es incomprensible, en cambio, que a tal faena se presten quienes más necesitan de la protección de un sólido Estado de derecho.

A lo largo de nuestra historia los bolivianos hemos cometido ya suficientes errores y no es admisible que nada hayamos aprendido y mucho menos que nos empeñemos en reincidir en ellos. Defender la independencia de las Cortes Electorales e impedir que vuelvan a ser un instrumento al servicio del poder establecido es por eso una tarea de máxima prioridad.

http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/editorial/20100417/la-democracia-nuevamente-amenazada_66427_121359.html

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